2022
Vivir la ley del diezmo ha llenado mi vida de paz
Febrero de 2022


Voces de los Santos de los Últimos Días

Vivir la ley del diezmo ha llenado mi vida de paz

“Al cumplir nuestras promesas, Él cumplirá las Suyas. El sentimiento de paz es una de las grandes bendiciones de pagar un diezmo íntegro. Quienes han cumplido con el mandamiento del diezmo pueden testificar que la bendición de la paz es real y valiosa” (Henry B. Eyring, “Las bendiciones del diezmo”, Liahona, junio de 2011).

Mis padres se bautizaron cuando yo todavía era muy pequeña, tendría tal vez uno o dos años. Actualmente tengo 27 años y soy la mayor de tres hermanos. Desde muy joven aprendí la importancia de pagar un diezmo íntegro. Los mejores maestros han sido mis padres a través de su ejemplo. Siempre recuerdo las historias que ellos nos contaban de cómo habían sido bendecidos por el Señor al vivir la ley del diezmo.

El legado de mis padres

Hace muchos años, cuando yo todavía era pequeña, mi papá se encontraba desempleado, y el único dinero con el que contaban era el dinero del diezmo. En ese momento tenían a dos niños pequeños que debían alimentar y no había comida en la casa; sin duda una decisión difícil. Sin embargo, teniendo fe en las promesas del Señor, se dirigieron a la Iglesia y entregaron su diezmo. De regreso a casa, mientras pensaban qué iban a hacer para darle de comer a sus hijos, un amigo se les acercó inesperadamente y les dijo: “mi hermana hizo sopa, pero hizo demasiado, ¿ustedes no quieren unas tazas de sopa?”. Mis padres, asombrados y agradecidos, dijeron que sí; ese día tomamos sopa. Así como esta, mis padres tienen muchas historias que me han ayudado a fortalecer mi testimonio de esta ley.

Mi experiencia

Recuerdo que empecé a pagar el diezmo desde que estaba en las Mujeres Jóvenes. Aun cuando no trabajaba, siempre pensé que era mejor comenzar ese hábito desde pequeña para que cuando llegara a grande no me costara. Había momentos en que me daba mucha pena entregar mi diezmo porque era muy poco, a veces un córdoba nada más, así que en ocasiones lo guardaba para que se acumulara un poco más y lo entregaba todo junto. Recuerdo que, en una ocasión, mientras le manifestaba esto a mi presidente de rama, él me dijo: “Usted ya cumplió con lo que el Señor ha mandado y eso vale mucho más”. Entendí que, sea cual sea la cantidad, todos pagamos el 10%, y eso es lo que pide el Señor. Llegué a la universidad y con mi trabajo yo cubría todos mis gastos y siempre pagué mi diezmo. Mi diezmo ya no era un córdoba, pero era el mismo 10%.

Siempre he creído que guardar los mandamientos me puede traer felicidad, gozo y paz a mi vida y sé que este es un mandamiento que tengo que cumplir. Me gustan mucho las promesas que encontramos en Malaquías: “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

“Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos”1.

He visto abrirse las ventanas de los cielos muchas veces; testifico de la certeza de estas promesas. Nuestro país ha pasado por muchas crisis y siempre hemos tenido alimento en nuestra casa y hemos conservado nuestros trabajos, aun durante la pandemia.

A mediados del año 2020 me quedé sin trabajo. Cuando recibí mi liquidación, lo primero que hice fue pagar el diezmo y le pedí al Señor que con lo que quedaba me ayudara a sostenerme hasta que lograra encontrar otro empleo. Pasé desde mayo hasta noviembre sin poder encontrar un trabajo, y todo ese tiempo tuve los mismos gastos y logré cubrirlos todos con lo que me quedó después de pagar mi diezmo. Sé sin ninguna duda que esto fue una de las bendiciones por obedecer esta ley. El Señor no nos desampara cuando obedecemos Su ley.

Cada vez que pienso en el diezmo pienso en tres cosas:

1. No es mi dinero, es del Señor

El diezmo no me pertenece, es más bien una manera de agradecer al Señor todas las bendiciones que recibimos, empleo y alimentos. Vivir la ley del diezmo nos ayuda a tener autocontrol. Creo que uno de los grandes retos con respecto a este mandamiento es cuando ponemos nuestro corazón en las riquezas. Pagar diezmo nos ayuda a despojarnos de las riquezas.

2. Es un requisito para la recomendación del templo

Si no soy íntegra, ¿cómo podré presentarme ante el Señor?

3. El devorador no nos destruirá

Podemos tener la seguridad de que el Señor asegurará nuestro sustento y lograremos prosperar en medio de las dificultades.

Quiero testificar que el diezmo es una ley dada por Dios. Si pagamos el diezmo, el Señor nos bendecirá a nosotros y nuestras familias, y como solteros tendremos la oportunidad de ayudar en nuestro hogar y al mismo tiempo cumplir todas nuestras metas. Sean cuales fueren nuestras circunstancias, tendremos la paz de saber que el Señor hizo una promesa con nosotros al pagar nuestros diezmos y Él siempre cumple Sus promesas.

Referencia

  1. Malaquías 3:10–11.