2022
¿Para qué obra se ungió a Jesucristo?
Octubre de 2022


“¿Para qué obra se ungió a Jesucristo?”, Liahona, octubre de 2022.

Ven, sígueme

Isaías 58–66

¿Para qué obra se ungió a Jesucristo?

Al principio de Su ministerio terrenal, Jesucristo visitó una sinagoga en Nazaret. Leyó del libro de Isaías los versículos que ahora conocemos como Isaías 61:1–2. Luego declaró: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos” (Lucas 4:21).

Los primeros tres versículos de Isaías 61 describen la misión y el ministerio del Salvador. Considere cómo cumplió y está cumpliendo lo siguiente:

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Jesús enseña a un grupo de personas

“… proclamar buenas nuevas a los mansos” (versículo 1). La palabra Evangelio significa “buenas nuevas”.

Ilustraciones por Denis Freitas

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Jesucristo ayuda a una persona

“… vendar a los quebrantados de corazón” (versículo 1). Por ejemplo, “él se ofrece a sí mismo en sacrificio por el pecado […], por todos los de corazón quebrantado y de espíritu contrito” (2 Nefi 2:7).

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Jesucristo enseña en el mundo de los espíritus

“… proclamar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel” (versículo 1). Esto podría referirse a la práctica del Antiguo Testamento de liberar a todos los esclavos cada cincuenta años en el año del jubileo (véase Levítico 25), pero también puede referirse a la predicación del Evangelio en el mundo de los espíritus para liberar a los que se encuentran en la cárcel de los espíritus (véase Doctrina y Convenios 138).

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Jesucristo consuela a una mujer

“… consolar a todos los que lloran” (versículo 2). El Señor puede consolarnos por medio de Su Espíritu, y también podemos “consolar a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:9).

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El Salvador resucitado de pie, fuera del sepulcro

“… [que] se les dé gloria en lugar de ceniza” (versículo 3). “Cada uno de nosotros probaremos las amargas cenizas de la vida, del pecado y el descuido, el pesar y la desilusión, pero en alas de una promesa segura de inmortalidad y de vida eterna, la expiación de Cristo nos puede elevar, en gloria, por encima de nuestras cenizas”1.

Nota

  1. Véase Bruce C. Hafen, “Gloria en lugar de ceniza: La expiación de Jesucristo”, Liahona, abril de 1997, pág. 48.