2022
Nos lustró los zapatos
Octubre de 2022


“Nos lustró los zapatos”, Liahona, octubre de 2022.

Voces de los Santos de los Últimos Días

Nos lustró los zapatos

El servicio cristiano de Paulo me enseñó en cuanto a la dádiva de la expiación del Salvador de una manera que me dejó una impresión permanente en el alma.

Imagen
un par de zapatos negros

Mientras prestaba servicio como misionero en la Misión Brasil Salvador Sur, los ocho misioneros de nuestra zona comíamos de manera habitual en la casa de Paulo, que era miembro del Barrio Itapua. Comíamos con esa misma familia cierto día de cada semana.

Un día en particular, estábamos comiendo en la casa de Paulo con él, su esposa y su hija. Había estado lloviendo toda la semana y las calles estaban llenas de corrientes de agua. La casa de Paulo era modesta, con un piso de concreto que ya estaba liso por el desgaste a lo largo del tiempo. La familia no tenía suficiente mobiliario para los ocho misioneros, así que la mayoría de nosotros nos sentábamos en el piso.

Paulo era converso a la Iglesia y no había tenido la oportunidad de servir en una misión. Cuando terminamos de comer, nos preguntó hacia dónde nos llevaría nuestra labor de proselitismo esa tarde. Le dijimos que nos dirigíamos a la oficina de la misión para tener nuestras entrevistas regulares con el presidente de misión.

“Élderes”, dijo, mirando nuestros zapatos llenos de lodo, “¡no pueden ir a ver a su presidente de misión con esos zapatos!”.

Fue a su dormitorio y regresó con un recipiente casi vacío de betún [pomada] para el calzado. Luego se arrodilló en el suelo y comenzó a lustrarnos los zapatos.

¿Cómo podía ese hombre que ya había sacrificado tanto para alimentar a ocho misioneros hambrientos cada semana también lustrarnos los zapatos? Yo era uno de los últimos de la fila y había decidido rechazar cortésmente cuando llegara mi turno. No obstante, cuando me tocó a mí, supe que si rechazaba su oferta, rechazaría la dádiva sagrada de un hombre verdaderamente humilde.

Gracias al servicio cristiano de Paulo, siento un ardor de gozo en el corazón cada vez que pienso en él. Él me enseñó en cuanto a la dádiva de la expiación del Salvador de una manera que me dejó una impresión permanente en el alma.

Jesucristo sufrió una gran agonía por cada persona. Al aceptar de buena voluntad Su ofrenda a nuestro favor, al arrepentirnos de nuestros pecados y seguirlo, nuestro amor por Él aumenta (véase Doctrina y Convenios 88:33). Su amor por nosotros alcanza su máxima plenitud si aceptamos lo que Él da sin reservas a todos los que sienten contrición y se arrepienten.