Bendiciones en abundancia

Pasaba por muchas dificultades físicas, económicas y emocionales cuando conocí la Iglesia. Para tener ingresos, hacía trabajos de soldadura de forma independiente, nada fijo y formal. Un día, viernes, en la noche, estaba totalmente solo en mi casa; había perdido todo, no tenía ni para comer.

Sentí en mi corazón una gran necesidad de orar y me arrodillé junto a mi cama. Nunca en mi vida había orado como esa noche. Con muchas lágrimas en mis ojos, le abrí mi corazón al Señor. Le pedí con humildad que me bendijera con trabajo porque necesitaba dinero para comer. Le prometí que cumpliría fielmente con el pago de los diezmos y ofrendas, que me esforzaría por ser un íntegro poseedor del sacerdocio. Sentí que Jesucristo estaba a mi lado, luego mi corazón se llenó de paz.

Me dormí con hambre, pero con una inmensa tranquilidad. Al día siguiente, a media mañana me llamó un cliente para que fuera a hacer una cotización. Un vecino me ayudó con dinero para el transporte. Al llegar, coticé y recibí dinero para la compra de los materiales y un anticipo del 50% por la mano de obra.

Al regresar a mi casa, me arrodillé y le agradecí a Dios por contestar mis súplicas. Desde esa ocasión a la fecha, no he fallado con el pago del diezmo y las ofrendas. Este mandamiento ha fortalecido mi testimonio de la Iglesia y ha aumentado mi fe. Estoy agradecido por tener una excelente esposa; por su medio conocí este Evangelio.

Amo este Evangelio, sirvo al Señor con mucho amor y testifico que cuando cumplimos los mandamientos, Él nos escucha y nos bendice en abundancia.