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Capítulo 21: Doctrina y Convenios 57–58


Capítulo 21

Doctrina y Convenios 57–58

Introducción y cronología

En obediencia al mandato del Señor de convocar una conferencia de la Iglesia en Misuri (véase D. y C. 52:2–5), el profeta José Smith y otras personas viajaron aproximadamente 1450 kilómetros de Ohio a Misuri. El 20 de julio de 1831, unos días después de haber llegado al condado de Jackson, Misuri, José Smith recibió la revelación que está registrada en Doctrina y Convenios 57. En esa revelación, el Señor declaró que Independence, Misuri, sería el lugar central de la ciudad de Sion y su templo, e instruyó a varias personas en cuanto a sus funciones en la edificación de Sion.

El 1º de agosto de 1831, menos de dos semanas después de que José recibió la revelación en que se designaba Independence como el lugar central de Sion, algunos miembros de la Iglesia se dirigieron al Profeta con el deseo de saber la voluntad del Señor concerniente a la participación de ellos en la edificación de Sion. En respuesta, el Señor dio la revelación que se encuentra en Doctrina y Convenios 58. En ella, el Señor instruyó a los santos en cuanto a principios sobre los cuales la ciudad de Sion había de establecerse, incluso la obediencia a los mandamientos, la fidelidad en la tribulación, el uso del albedrío para efectuar justicia, y el arrepentimiento y el perdón.

14 de julio de 1831José Smith y sus compañeros de viaje llegan al condado de Jackson, Misuri.

20 de julio de 1831Se recibe Doctrina y Convenios 57.

Finales de julio de 1831Los santos de Colesville y varios élderes llegan al condado de Jackson.

1º de agosto de 1831Se recibe Doctrina y Convenios 58.

2–3 de agosto de 1831Se dedica un terreno en el condado de Jackson, Misuri, para el establecimiento de Sion, y se dedica un solar para el templo en Independence, Misuri.

Doctrina y Convenios 57: Antecedentes históricos adicionales

El profeta José Smith (1805–1844) enseñó que “[la] edificación de Sion es una causa que ha interesado al pueblo de Dios en todas las edades; es un tema que los profetas, reyes y sacerdotes han tratado con gozo particular” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 195). Muchos de los primeros santos también esperaron con entusiasmo el establecimiento de Sion. Como parte de la Restauración, el Señor proporcionó a los santos revelación gradual en cuanto a la edificación de la ciudad de Sion sobre la tierra en los últimos días. Por ejemplo, por medio del Libro de Mormón, los santos supieron que la ciudad de Sion, o la Nueva Jerusalén, estaría localizada en el continente americano (véanse 3 Nefi 20:22; 21:23–24; Éter 13:2–10).

En una revelación que se dio en septiembre de 1830, el Señor explicó que no revelaría la ubicación exacta de la ciudad de Sion en ese momento, pero que estaría localizada “en las fronteras cerca de los lamanitas” (D. y C. 28:9). En diciembre de 1830, mientras el profeta José Smith trabajaba en su traducción inspirada de la Biblia, supo que durante los tiempos difíciles de los últimos días el Señor preservaría a Su pueblo y lo recogería en la “Ciudad Santa” de Sion (véase Moisés 7:60–62). El 9 de febrero de 1831, el Señor explicó que revelaría “dónde se edificará la Nueva Jerusalén” en Su “propio y debido tiempo” (D. y C. 42:62). Apenas un mes después, el Profeta recibió una revelación en la que indicaba que Sion sería “una tierra de paz, una ciudad de refugio, un lugar de seguridad” en un mundo inicuo (D. y C. 45:66–67). Las expectativas de los santos sobre Sion aumentaron cuando en junio de 1831 el Señor mandó que la siguiente conferencia de la Iglesia “se [verificara] en Misuri, sobre la tierra que consagraré a los de mi pueblo” (D. y C. 52:2). En esa misma revelación el Señor prometió revelar “la tierra de [su] herencia” si José Smith y Sidney Rigdon permanecían fieles (D. y C. 52:5).

En obediencia al mandato del Señor de convocar una conferencia de la Iglesia en Misuri, el profeta José Smith y algunos compañeros de viaje partieron de Kirtland, Ohio, el 19 de junio de 1831 para ir hasta allá. Además, el Señor llamó a varios poseedores del sacerdocio que viajaran de dos en dos a Misuri y que predicaran el Evangelio mientras iban viajando (véanse D. y C. 52:7–10, 22–33; 56:5–7). Después de viajar aproximadamente 1450 kilómetros, el Profeta y sus compañeros llegaron primero a Independence, condado de Jackson, Misuri, el 14 de julio de 1831. Allí se encontraron con Oliver Cowdery, Peter Whitmer Jr. y Ziba Peterson, que habían sido llamados en el otoño de 1830 como misioneros a predicar el Evangelio a los lamanitas (véanse D. y C. 28:8; 30:5–8; 32:2–3). Esos misioneros estaban acompañados por Frederick G. Williams, un converso reciente a la Iglesia que le había preguntado a Oliver Cowdery si podía unirse a ellos en sus viajes.

Según la historia de José Smith, cuando el Profeta llegó a Independence, dedicó tiempo a contemplar el establecimiento de Sion y la situación de los indígenas americanos que vivían más allá de la frontera de Misuri. Su contemplación lo llevó a preguntarse: “¿Cuándo florecerá el desierto como la rosa? ¿Cuándo será edificada Sion en su gloria, y en dónde estará Tu templo al cual vendrán todas las naciones en los postreros días?” (en Manuscript History of the Church, tomo A-1, página 127, josephsmithpapers.org). Posteriormente, el 20 de julio de 1831, el profeta José Smith recibió la revelación que está registrada en Doctrina y Convenios 57.

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Mapa 8: La región de Misuri, Iowa e Illinois, EE. UU.

Doctrina y Convenios 57

El Señor revela la ubicación de Sion e instruye a algunas personas en cuanto a su función en la edificación de ella

Doctrina y Convenios 57:1–3. El Señor declara la ubicación de la ciudad de Sion

En respuesta al interrogante del profeta José Smith, el Señor reveló que Independence, condado de Jackson, Misuri, era “la tierra prometida y el sitio para la ciudad de Sion” (D. y C. 57:2). El lugar para la ciudad de Sion estaba localizado justo debajo de una curva del río Misuri y a aproximadamente 16 kilómetros al este de la frontera entre Misuri y el terrotorio indígena (actualmente la frontera entre [los estados de] Misuri y Kansas). La tierra que constituye Misuri y varios estados contiguos había llegado a ser parte de los Estados Unidos después de La Compra de Luisiana en 1803. Después de la compra, nuevos colonos, la mayoría de otros estados del sur, se trasladaron a Misuri para colonizar la tierra. Misuri se convirtió en estado en 1821, y en 1826 la legislatura del estado creó el condado de Jackson. La recién colonizada población de Independence, que estaba localizada a lo largo de una ruta de comercio llamada el Camino de Santa Fe, se convirtió en la cabecera del condado. Al momento de esta revelación, el condado de Jackson contaba solo con unos cientos de residentes y unos pocos edificios públicos, entre ellos el juzgado del condado.

Doctrina y Convenios 57:3. “Independence es el lugar central”

Cuando el Señor designó el condado de Jackson, Misuri, como el lugar en el que la ciudad de Sion sería edificada, indicó que la ciudad de Independence sería “el lugar central” (D. y C. 57:3). Ser el lugar central se refiere, en parte, a la función que Sion, o la Nueva Jerusalén, tendrá como una de las dos capitales (la otra siendo Jerusalén) del Reino del Señor durante el Milenio (véase Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, compilado por Bruce R. McConkie, 1979, tomo III, págs. 67–68). Desde ese lugar el Señor mismo dirigirá la actividad y los procesos de Su reino.

El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Cuórum de los Doce Apóstoles, hizo hincapié en la importancia de Sion como “el lugar central” cuando enseñó lo siguiente: “Haced que Israel se congregue en las estacas de Sion en todas las naciones; que cada tierra sea una Sion para los que hayan sido designados a vivir allí; que la plenitud del Evangelio sea para todos los santos de todas las naciones; que no se les niegue ninguna bendición y que se levanten templos donde se administre la plenitud de las ordenanzas de la Casa del Señor. Aun así, hay un lugar central, un lugar donde se erigirá el templo principal, un lugar al cual vendrá el Señor, de donde saldrá la ley para gobernar toda la tierra… y ese lugar central es lo que ahora los hombres llaman Independence, en el condado de Jackson, Misuri, que en un día venidero será la Sion de nuestro Dios y la Ciudad de Santidad de Su pueblo. El sitio se ha seleccionado; el lugar se conoce; el decreto se ha emitido; y el destino prometido está asegurado” (A New Witness for the Articles of Faith, 1985, pág. 595).

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Juzgado del condado de Jackson, Independence, Misuri

El histórico juzgado del condado de Jackson en Independence, Misuri, se edificó en el sitio de un previo juzgado de dos pisos hecho de ladrillos, a 0,8 kilómetros al este del solar del templo. El Señor mencionó el juzgado en una revelación (véase D. y C. 57:3).

Doctrina y Convenios 57:3. “… el sitio para el templo”

Además de revelar el lugar para la ciudad de Sion, el Señor también declaró que el sitio para el templo “se halla hacia el oeste, en un solar no lejos del juzgado” (D. y C. 57:3). Ese templo será construido en los últimos días antes de la segunda venida de Jesucristo. El élder Bruce R. McConkie explicó la importancia del templo que se edificará en Independence, Misuri: “En cuanto al templo al cual todas las naciones vendrán en los últimos días, se edificará en la Nueva Jerusalén antes de la Segunda Venida; todo ello como parte de los procesos preliminares que prepararán a un pueblo para el regreso de su Señor” (A New Witness for the Articles of Faith, pág. 595).

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plano de la ciudad de Sion

El plano para la Ciudad de Sion se preparó bajo la dirección del profeta José Smith y se envió a los santos en Misuri en junio de 1833, junto con los planos arquitectónicos del primer templo de Sion.

Unos dos años después de que recibió la revelación que está registrada en Doctrina y Convenios 57, el profeta José Smith recibió revelación adicional concerniente al sitio en el que el templo se construiría. En 1833, el Profeta hizo que se trazara un plano para la ciudad de Sion que incluía el complejo del templo, formado por 24 edificios que se construirían uno al lado del otro en Independence (véase History of the Church, tomo I, págs. 357–359). El recogimiento en la ciudad de Sion, o la Nueva Jerusalén, y su edificación, tal como lo declaró el Señor, comenzará en “el sitio para el templo” (D. y C. 84:4).

Doctrina y Convenios 57:4–5. “… es prudente que los santos compren el terreno”

En una revelación previa, el Señor mandó a los santos “ahorr[ar] todo el dinero que [les fuera] posible… en rectitud” a fin de que pudieran estar preparados para comprar terrenos en Sion cuando el Señor les revelara la ubicación (D. y C. 48:4–5). Después de haber revelado la ubicación de Sion, el Señor indicó a los élderes que compraran toda parcela de tierra “hacia el oeste, aun hasta la línea que corre directamente entre el judío y el gentil” (D. y C. 57:4). El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) explicó que la línea que corría directamente entre el judío y el gentil “hace referencia a la línea que separaba a los lamanitas [o indígenas americanos] de los colonizadores del condado de Jackson. En ese tiempo, el gobierno de los Estados Unidos había dado a los indígenas las tierras al oeste de Misuri, solo para quitárselas de nuevo más adelante. A los lamanitas, que son israelitas, se los llamaba judíos; y los gentiles eran las personas que vivían al este del río, muchas de las cuales formaban parte de grupos que estaban al margen de la ley” (Church History and Modern Revelation, 1953, tomo I, pág. 206).

Durante esa época en el oeste de los Estados Unidos, muchos colonizadores utilizaban la práctica de la “ocupación ilegal” a fin de adquirir propiedades. Eso significaba que se establecían en un terreno o propiedad desocupados con la intención de registrar, más adelante, su derecho a él en el juzgado del condado. Para el verano de 1831, cuando se dio esta revelación, la mayoría de los terrenos que el Señor había mandado que los santos compraran ya habían sido reivindicados por los colonizadores, requiriendo de ese modo que los santos se los compraran. En obediencia al mandato del Señor de comprar propiedades, en diciembre de 1831 el obispo Edward Partridge compró cerca de 26 hectáreas a Jones Hoy Flournoy (véase La historia de la Iglesia en el cumplimiento de los tiempos, 2ª edición, manual del Sistema Educativo de la Iglesia, 2003, pág. 139). Esa propiedad se llegó a conocer como el lote del templo, ya que incluía el terreno que el Señor designó para el templo.

Doctrina y Convenios 57:7–16. El Señor manda a algunas personas que se radiquen en la tierra de Sion y les da instrucciones en cuanto a sus funciones en la edificación de Sion

Tal como se registra en Doctrina y Convenios 57:7–16, el Señor mandó a varios élderes que se radicaran en el condado de Jackson, Misuri. “Radicarse” implica que la intención del Señor era que esos hombres permanecieran en el condado de Jackson y que desarrollaran la zona y la convirtieran en su nuevo hogar. Es posible que ese mandamiento haya sorprendido a algunos de los hombres que no tenían idea de que se les pediría permanecer en Misuri cuando dejaron su hogar en Ohio solo un mes antes.

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vista aérea de Independence, Misuri

Vista aérea moderna de Independence, Misuri, que muestra parte de los terrenos que los santos compraron en 1831 para la futura ciudad de Sion y el futuro templo (véase D. y C. 57:4–6).

El mandato de permanecer en Misuri no fue fácil. Aquellos a quienes se les pidió que se quedaran tuvieron que preocuparse por trasladar a su familia desde Ohio y crear una nueva vida en el Lejano Oeste. El obispo Edward Partridge escribió una carta a su esposa, Lydia, en la que le “dio la noticia de que no iba a regresar a Ohio ese verano y, en lugar de ello, le pidió que ella y sus cinco hijas se reunieran con él en la frontera de Misuri. Además de no poder regresar a Ohio para ayudarlas a mudarse ese otoño, escribió lo siguiente: ‘El hermano Gilbert o yo debemos estar aquí para encargarnos de las ventas en diciembre; [y] como no sé si él podrá volver para entonces, he considerado conveniente permanecer aquí por el momento, contrario a lo que esperaba’. También le advirtió que, una vez que ella se reuniera con él en Misuri, ‘tendremos que sufrir [y sufriremos] aquí, por algún tiempo, muchas privaciones a las que tú [y] yo hace años que no estamos acostumbrados’ [Carta, 5 de agosto de 1831, en Edward Partridge letters, 1831–1835, Biblioteca de Historia de la Iglesia]… Lydia obedeció de buena gana la revelación de mudarse; empacó sus pertenencias y reunió a sus cinco hijas para viajar hacia el oeste, a un lugar que nunca había visto” (Sherilyn Farnes, “Un ‘obispo de mi iglesia’”, en Revelaciones en contexto, editado por Matthew McBride y James Goldberg, 2016, pág. 85, history.lds.org).

Doctrina y Convenios 58: Antecedentes históricos adicionales

A finales de julio de 1831, algunos de los élderes que habían estado predicando el Evangelio mientras viajaban a Misuri junto con los miembros de la Rama Colesville, empezaron a llegar al oeste de Misuri. Algunos de los que acababan de llegar habían esperado encontrar una comunidad próspera de nuevos conversos, pero se desilusionaron de lo que encontraron. Oliver Cowdery, Ziba Peterson, Peter Whitmer Jr. y Frederick G. Williams habían llegado a las orillas de la frontera de Misuri en enero de 1831 y habían empezado a tener éxito entre los indígenas americanos, pero debido a que no habían obtenido los permisos debidos para estar en territorio indio, y como resultado de la oposición de los agentes y ministros locales de los indígenas, se vieron forzados a partir. Tras haber sido expulsados del territorio de los indígenas en febrero de 1831, los misioneros predicaron a los colonos de raza blanca en el condado de Jackson. Aun cuando los misioneros habían estado trabajando fuertemente, menos de diez conversos se habían unido a la Iglesia para cuando el profeta José Smith y los élderes empezaron a llegar a Misuri en julio de 1831. En vez de encontrar un asentamiento lo suficientemente grande para hospedar a los santos inmigrantes, los recién llegados encontraron una pequeña comunidad fronteriza en la que la tierra en gran parte no se había desarrollado (véase The Joseph Smith Papers, Documents, Volume 2: July 1831–January 1833, editado por Matthew C. Godfrey y otros, 2013, pág. 12).

Durante ese tiempo, el profeta José Smith y el obispo Edward Partridge tuvieron un desacuerdo en cuanto a la tierra que había de comprarse para los santos. El obispo Partridge sentía que se debían comprar otras parcelas de tierra en vez de las que el Profeta había designado (véase The Joseph Smith Papers, Documents, Volume 2: July 1831–January 1833, págs. 12–13). Bajo esas circunstancias, y haciendo frente a la perspectiva de edificar Sion, el Profeta recibió la revelación que se encuentra en Doctrina y Convenios 58.

Doctrina y Convenios 58:1–13

El Señor aconseja a los élderes que sean fieles en la tribulación

Doctrina y Convenios 58:1–13. La presciencia de Dios

Si bien algunos de los élderes expresaron desilusión por lo que encontraron en Misuri, muchos de los santos de Colesville recién llegados y varios otros élderes estaban ansiosos de saber lo que podían hacer para ayudar a establecer Sion. Antes de dar a los santos que acababan de llegar las instrucciones específicas que estaban buscando, el Señor profetizó el destino de Sion y de los santos. Como parte de esa profecía, el Señor dijo a los santos que sufrirían tribulación, pero prometió que si eran “fiel[es] en la tribulación”, su galardón sería “mayor… en el reino de los cielos” (D. y C. 58:2). El Señor también dijo a los santos que tenían “el honor de poner el fundamento” de Sion (D. y C. 58:7), con lo cual insinuó que Sion no se completaría en su época sino en un tiempo futuro.

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lote del templo, Independence, Misuri

Foto de la zona en Independence, Misuri, que el profeta José Smith dedicó en agosto de 1831 para la edificación de un templo santo de los últimos días, el cual en la actualidad se conoce comúnmente como el lote del templo.

El élder Orson F. Whitney (1855–1931), del Cuórum de los Doce Apóstoles, describió la presciencia del Señor en cuanto al establecimiento de Sion:

“En todo caso, lo que ocurrió se debe haber previsto. La presciencia (conocimiento de lo futuro) divina se extiende a todo aquello que tenga que ver con la obra del Señor. Al mandar que sus hijos edificaran la Nueva Jerusalén, Él ya sabía lo mucho o lo poco que eran capaces de hacer en ese sentido; y lo sabía tan bien antes de que sucediera como después de haber sucedido. La sorpresa o la desilusión no pueden concebirse en Él, pues a un Ser omnisciente, todopoderoso, que ha creado, poblado, redimido y glorificado ‘millones de tierras como esta’ [Moisés 7:30], no le va a sorprender nada de lo que suceda en nuestro pequeño planeta…

“El que todo lo sabe sabía con anticipación qué harían y qué dejarían sin hacer aquellos edificadores de Sion, y Él hizo sus planes de acuerdo con ese conocimiento. Evidentemente, todavía no era el momento apropiado para la redención de Sion, y los santos no estaban listos para construir la Nueva Jerusalén” (véase Doctrina y convenios, Manual para el alumno, Manual de Seminario, 1985, pág. 114).

Doctrina y Convenios 58:3. “Por lo pronto no podéis ver con vuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios”

Algunos de los primeros santos tenían ideas preconcebidas sobre el establecimiento de Sion en su época. Muchos de ellos creían que la segunda venida de Jesucristo era inminente; por tanto, quizá algunos creyeron que la edificación de Sion y del templo en ese lugar sucedería rápidamente y sin mucha dificultad. Sin embargo, el Señor advirtió a los santos: “Por lo pronto no podéis ver con vuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante” (D. y C. 58:3). El Señor procedió a explicar a los santos que afrontarían tribulación, pero prometió que finalmente, si permanecían fieles, serían “coronados con mucha gloria” (véase D. y C. 58:3–6). De manera similar, a veces podemos tener ideas preconcebidas que no vayan de acuerdo con el plan de Dios. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió una declaración del autor C. S. Lewis, quien explicó que no siempre entendemos lo que Dios tiene reservado para nosotros:

“C. S. Lewis, en su libro Mere Christianity [Simple cristianismo], describe nuestra relación con Dios de una manera especial que puede ayudarnos a apreciar cómo la sumisión a Su voluntad es la única manera de posibilitar el crecimiento espiritual:

“‘Imaginen que que son una casa viviente y que Dios viene a reconstruirla. Al principio quizás entiendan lo que Él está haciendo. Está arreglando las cañerías, reparando las goteras del techo y cosas de ese tipo. Ustedes sabían que era necesario hacer esas cosas, por lo cual no se sorprenden; sin embargo, empieza a golpear la casa de una manera que duele intensamente y no parece tener sentido. ¿Qué es lo que se propone? La explicación es que Él está edificando una casa muy diferente de la que ustedes habían pensado. Está construyendo una ampliación de este lado, agregando un piso de aquel otro, levantando torres, trazando patios. Pensaron que los iba a convertir en una agradable casita, pero Él está construyendo un palacio’ (Nueva York: The Macmillan Company, 1952, pág. 160)” (tomado de “No temamos a los cambios”, Marvin J. Ashton, Liahona, enero de 1980, págs. 91–92).

Además de querer que los santos edificaran la ciudad de Sion, el Señor tenía razones adicionales para mandarles que se establecieran en el oeste de Misuri. Él reveló que entre Sus propósitos se encontraban preparar el corazón de Su pueblo, enseñarles obediencia y prepararlos para dar testimonio de Su obra (véase Doctrina y Convenios 58:5–13).

Doctrina y Convenios 58:8–11. “… un banquete de manjares suculentos… de vino purificado”

El Señor dijo a los santos que una de las razones por las que Él deseaba que pusieran el fundamento de Sion era para ayudar a preparar “un banquete de manjares suculentos… de vino purificado bien refinado” (D. y C. 58:8). Es equivalente a la profecía de Isaías de que el Señor prepararía “a todos los pueblos un banquete de manjares suculentos, banquete… de vinos refinados” (Isaías 25:6). Esos dos símbolos del banquete —“manjares suculentos” y “vino purificado”— son señales de riqueza, indicando que el banquete es de gran importancia. El Señor también dijo a los primeros santos que “serán convidadas todas las naciones” a ese banquete, “los ricos y los instruidos, los sabios y los nobles… los pobres, los cojos, los ciegos y los sordos” (D. y C. 58:9–11; véase también Mateo 22:1–10). Esa profecía enseña que se invitará a todas las naciones a participar de las ricas bendiciones del Evangelio en preparación para la segunda venida de Jesucristo.

Doctrina y Convenios 58:14–33

El Señor detalla las responsabilidades de un obispo, manda a los santos guardar las leyes del país y les aconseja que hagan uso de su albedrío para hacer el bien

Doctrina y Convenios 58:14–16. “… cuídese, no sea que caiga”

En respuesta al desacuerdo entre el obispo Edward Partridge y el profeta José Smith en cuanto a la calidad de los terrenos que habían de comprarse en Sion, el Señor reprendió al obispo Partridge y le advirtió que su “incredulidad y la dureza de [su] corazón” podían llevar a su caída si no se arrepentía (D. y C. 58:15). El obispo Partridge aceptó la advertencia y la reprensión del Señor con humildad. En una carta a su esposa, Lydia, unos días después de que se recibió esa revelación, el obispo Partridge ilustró su humildad: “Sabes que ocupo un cargo importante… y [puesto] que en ocasiones soy reprendido, a veces siento que voy a fallar. No digo que vaya a abandonar la causa, pero temo que mi posición requiere más de lo que puedo hacer para la aceptación de mi Padre Celestial… Ora por mí para que no falle” (véase la cita en Farnes, “Un ‘obispo de mi iglesia”, pág. 87, history.lds.org).

En una revelación dada el 11 de septiembre de 1831, el Señor indicó que Edward Partridge había pecado, pero dijo que, si se arrepentía, sería perdonado (véase D. y C. 64:17). El obispo Partridge más tarde se arrepintió, y finalmente fue perdonado. Según las actas de una reunión que se llevó a cabo en marzo de 1832, el obispo Partridge reconoció que “se [sentía] y siempre se había [sentido] mal” por el desacuerdo entre él y el profeta José Smith (en The Joseph Smith Papers, Documents, Volume 2: July 1831–January 1833, pág. 62).

Doctrina y Convenios 58:16–20. “… nombrado para ser juez en Israel”

El Señor llamó al obispo Edward Partridge a dirigir la labor de establecer y edificar la ciudad de Sion. También instruyó al obispo Partridge y a Sidney Gilbert que permanecieran en Misuri para administrar las propiedades de la Iglesia y comprar tierras en Independence, Misuri, y sus alrededores. La responsabilidad principal del obispo Partridge era administrar la ley de consagración recibiendo las consagraciones de los santos y entregándoles sus mayordomías (véanse D. y C. 41:9–11; 42:30–35, 71–73; 51; 57:7, 15). También era responsable de juzgar al pueblo de Dios de conformidad con la ley de Dios (véase D. y C. 58:17–18). El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) explicó algunas de las formas en que los obispos juzgan a las personas: “Es una responsabilidad muy grande y muy difícil actuar como juez de las personas. Algunas veces se les pedirá que juzguen si alguien es digno de ser miembro de la Iglesia; otras, si una persona es digna de entrar en la Casa del Señor, si es digna de bautizarse, si es digna de recibir el sacerdocio, si es digna de servir una misión o si es digna de enseñar o de ser oficial de una de las organizaciones. Deben juzgar si en momentos de necesidad la gente es digna de recibir ayuda del fondo de ofrendas de ayuno o de recibir comestibles del almacén del Señor” (“Los pastores de Israel”, Liahona, noviembre de 2003, pág. 61).

Doctrina y Convenios 58:24–25. “… según lo que determinen entre sí y conmigo”

El Señor dijo al obispo Edward Partridge y a sus consejeros que hicieran de la tierra de Misuri su lugar de residencia. También se les dijo que llevaran a sus familias a Misuri, “según lo que determinen entre sí y conmigo” (D. y C. 58:25). La instrucción de deliberar en consejo juntos y con el Señor es un modelo que nosotros, como Santos de los Últimos Días, debemos seguir a medida que busquemos la inspiración y la guía del Señor. El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que se pueden obtener “gran poder espiritual y… guía inspirada” al deliberar en consejo de la forma apropiada. También prometió que “no existe ningún problema en las familias, los barrios y las estacas que no se pueda resolver si buscamos soluciones conforme a la manera del Señor al deliberar en consejo —deliberar de verdad— el uno con el otro” (Counseling with Our Councils, 1997, págs. 2, 4).

Doctrina y Convenios 58:26–29. El Señor aconseja a los santos emplear su albedrío para hacer lo bueno

A medida que los santos procuraron las instrucciones del Señor para lograr el mandato divino de establecer y edificar Sion, el Señor les dijo: “… no conviene que yo mande en todas las cosas” (D. y C. 58:26). También les indicó que emplearan su albedrío para “hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia” (D. y C. 58:27). El Señor había mandado a esos primeros santos que establecieran Sion y les había proporcionado los principios rectores, pero dejó en manos de ellos los detalles de cómo llevarlo a cabo. El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) explicó:

“Usualmente, el Señor nos señala los objetivos que debemos alcanzar en términos generales y algunas pautas que debemos seguir, pero Él espera que nos esforcemos por determinar la mayor parte de los detalles y los métodos a seguir. Generalmente, los métodos y los procedimientos se elaboran por medio del estudio y la oración, así como al vivir de tal forma que podamos obtener y seguir la inspiración del Espíritu. A las personas menos maduras espiritualmente, como las de los días de Moisés, se les tuvo que mandar en muchos aspectos. Actualmente, quienes están espiritualmente alertas contemplan los objetivos, examinan las pautas establecidas por el Señor y Sus profetas, y después, guiándose por medio de la oración, ponen manos a la obra sin necesidad de que se les mande ‘en todas las cosas’. Esa actitud prepara a los hombres para llegar a ser dioses…

“A veces, el Señor espera con optimismo que Sus hijos actúen por ellos mismos. Cuando no lo hacen, pierden la recompensa mayor y el Señor, o bien deja de lado el asunto por completo y permite que sufran las consecuencias, o lo explica en forma más detallada. Temo que, generalmente, cuanto más detalladas sean las instrucciones, menor será la recompensa” (véase, Doctrina y Convenios, Manual para el alumno de Seminario, 1985, pág. 115).

Doctrina y Convenios 58:30–33. “Mando, y los hombres no obedecen”

El Señor dijo a los santos que si no obedecían Su mandato, Él lo revocaría y retiraría la bendición que habrían recibido si hubieran sido obedientes (véase D. y C. 58:32). Esa verdad sirvió como advertencia a los primeros santos a quienes se mandó que establecieran Sion. Si no obedecían Sus mandamientos, el Señor revocaría el mandato de establecer Sion y los santos perderían las bendiciones que podrían haber recibido.

El Señor también profetizó que si revocaba el mandato de establecer Sion y retenía bendiciones a causa de la desobediencia de los santos, algunos afirmarían que “no es la obra del Señor” (D. y C. 58:33). El Señor advirtió a quienes hicieran esa afirmación que su recompensa provendría de “abajo, y no… de arriba” (D. y C. 58:33).

Doctrina y Convenios 58:34–65

El Señor da instrucciones adicionales en cuanto a Sion, enseña principios sobre el arrepentimiento y el perdón, y manda a los élderes que lleven el Evangelio a todo el mundo

Doctrina y Convenios 58:38–42. “… es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más”

El Señor declaró que quienes se arrepientan serán perdonados y que Él no recordará más sus pecados (véase D. y C. 58:42). El presidente Boyd K. Packer (1924–2014), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que, gracias a la expiación de Jesucristo, esa promesa es verdad independientemente de qué pecados hayamos cometido:

“No importa cuáles hayan sido nuestras transgresiones ni cuánto hayamos lastimado a otras personas, toda esa culpa se puede eliminar. Para mí, quizás la frase más hermosa de todas las Escrituras es cuando el Señor dijo: ‘He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más’ [D. y C. 58:42].

“Esa es la promesa del evangelio de Jesucristo y de la Expiación” (“La Expiación”, Liahona, noviembre de 2012, pág. 77).

Algunas personas creen, equivocadamente, que si ellos todavía recuerdan sus pecados, es porque no han sido perdonados. El presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia, explicó por qué podemos recordar nuestros pecados incluso después de haber sido perdonados: “Satanás tratará de hacernos creer que no se nos han perdonado nuestros pecados porque nosotros aún los recordamos. Satanás es un mentiroso; él trata de nublar nuestra vista y de alejarnos del sendero del arrepentimiento y del perdón. Dios no prometió que nosotros no recordaríamos nuestro pecados; el hacerlo nos ayudará a evitar que volvamos a cometer los mismos errores; pero si nos mantenemos leales y fieles, el recuerdo de nuestros pecados se mitigará con el correr del tiempo. Eso será parte del tan necesario proceso sanador y santificador” (véase “El punto de retorno seguro”, Liahona, mayo de 2007, pág. 101).

Doctrina y Convenios 58:43. “He aquí, los confesará y los abandonará”

Después de enseñar a los santos que podían recibir el perdón de sus pecados, el Señor reveló los requisitos para el arrepentimiento: confesar y abandonar el pecado. El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, describió lo que significa confesar el pecado: “Confesar y abandonar son conceptos poderosos. Son mucho más que un ‘tienes razón, lo siento’ superficial. Confesar es un reconocimiento profundo, y a veces angustiante, del error y la ofensa a Dios y a la persona” (”El divino don del arrepentimiento”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 40).

El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó lo que significa abandonar nuestros pecados:“El abandonar los pecados implica nunca volver a cometerlos; eso requiere tiempo. Para ayudarnos, el Señor a veces permite que el residuo de nuestros errores permanezca en nuestra memoria. Es una parte vital de nuestro aprendizaje terrenal” (“Arrepent[íos]… para que yo os sane”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 42).

Doctrina y Convenios 58:50–52. El Señor manda a Sidney Rigdon escribir una descripción de la tierra de Sion

El Señor mandó a Sidney Rigdon “escribir una descripción de la tierra de Sion… según se lo manif[estó] el Espíritu” (D. y C. 58:50). Esa descripción, junto con una carta y una subscripción, se había de presentar a los miembros de la Iglesia a fin de recaudar dinero para comprar tierras en Misuri (véase D. y C. 58:51). Ya que en ese tiempo no había fotografías disponibles, la descripción de Sidney podría ayudar a los miembros a imaginar la tierra y animarlos a donar dinero.

Imagen
monumento conmemorativo en Troost Lake Park, en Kansas City, Misuri

El profeta José Smith y once hombres más cargaron el tronco de un roble para comenzar el cimiento del primer edificio y escuela de la Iglesia en Sion, que se conmemora con este monumento en Kansas City, Misuri.

Doctrina y Convenios 58:57. “… consagre y dedique esta tierra al Señor, mi siervo Sidney Rigdon”

El Señor mandó a Sidney Rigdon dedicar la tierra de Sion y el sitio para el templo (véase D. y C. 58:57). La historia del profeta José Smith describe los acontecimientos de la dedicación que tuvo lugar después de que se recibió esa revelación: “El [segundo] día de agosto, ayudé a la rama Colesville de la Iglesia a poner el primer tronco para una casa como fundamento de Sion, en el municipio de Kaw, más de diecinueve kilómetros al oeste de Independence. Fueron doce hombres los que llevaron y colocaron el tronco en honor a las doce tribus de Israel. Al mismo tiempo, por medio de una oración, la tierra de Sion fue consagrada y dedicada por el élder [Sidney] Rigdon, y fue una temporada de gozo para los presentes; y nos brindó un destello del futuro, que el tiempo aún desplegará a satisfacción de los fieles” (en Manuscript History of the Church, tomo A-1, página 137, josephsmithpapers.org). El día siguiente, el 3 de agosto de 1831, el profeta José Smith dedicó el sitio para el templo (véase Manuscript History of the Church, tomo A-1, página 139).

Doctrina y Convenios 58:46–47, 59, 63–64. El Evangelio se debe predicar a todos

El Señor instruyó a los élderes a quienes no se mandó permanecer en Sion que “predi[caran] el evangelio en las regiones inmediatas; y [volvieran] después a sus hogares” (D. y C. 58:46). El Señor mandó a esos primeros misioneros, tal como lo había hecho con Sus antiguos Apóstoles antes de Su ascensión al cielo (véase Mateo 28:19–20), que llevaran el Evangelio “a todo el mundo y a los lejanos extremos de la tierra; el evangelio ha de ser predicado a toda criatura” (D. y C. 58:64).

En cuanto a ese mandato, el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

“Los devotos discípulos de Jesucristo siempre han sido, y siempre serán, misioneros valientes. Un misionero es un seguidor de Cristo que testifica de Él como el Redentor y proclama las verdades de Su evangelio.

“La Iglesia de Jesucristo siempre ha sido, y siempre será, una iglesia misional. Cada miembro de la Iglesia del Salvador ha aceptado la obligación solemne de contribuir al cumplimiento del mandato divino que el Señor dio a Sus apóstoles, según consta en el Nuevo Testamento…

“Los Santos de los Últimos Días toman seriamente la responsabilidad de enseñar a todas las personas, en todas las naciones, acerca del Señor Jesucristo y de Su evangelio restaurado. Creemos que en los últimos días el Salvador restableció sobre la tierra la misma Iglesia que Él fundó en la antigüedad. La doctrina, los principios, la autoridad del sacerdocio, las ordenanzas y los convenios de Su evangelio se hallan actualmente en Su Iglesia…

“De hecho, consideramos una responsabilidad solemne el llevar este mensaje a toda nación, reino, lengua y pueblo” (véase “Vengan y vean”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 107).