Conferencia General
El poder sanador del Salvador en las islas del mar
Conferencia General de octubre de 2023


El poder sanador del Salvador en las islas del mar

Mediante las bendiciones del templo, el Salvador sana a las personas, a las familias y a las naciones.

En la década de 1960, mi padre enseñaba en el Colegio Universitario de la Iglesia en Hawái, en Laie, donde yo nací. Mis siete hermanas mayores insistieron para que mis padres me llamaran “Kimo”, un nombre hawaiano. Vivíamos cerca del Templo de Laie, Hawái, cuando este servía a muchos de los miembros de la Iglesia del Área Asia Pacífico, que incluía Japón1. En esos años, comenzaron a llegar a Hawái grupos de santos japoneses para recibir las bendiciones del templo.

Uno de esos miembros era una hermana de la hermosa isla de Okinawa. La historia de su trayecto para llegar al templo de Hawái es extraordinaria. Dos décadas antes, había contraído matrimonio en una boda budista tradicional concertada. Solo unos meses después, Japón atacó Pearl Harbor, Hawái, lo que creó un abrupto conflicto entre los Estados Unidos y Japón. Tras batallas como las de Midway e Iwo Jima, el curso de la guerra hizo retroceder a las fuerzas japonesas hasta las costas de su isla natal, Okinawa, la última línea de defensa del corazón de Japón frente a las fuerzas aliadas.

En 1945, la batalla de Okinawa se libró con furia durante tres angustiosos meses. Una flota de 1300 buques de guerra estadounidenses rodeó y bombardeó la isla. Las bajas militares y civiles fueron enormes. Hoy en día, un solemne monumento en Okinawa muestra una lista con más de 240 000 nombres de personas conocidas que perecieron en la batalla2.

En un intento desesperado por escapar de los ataques, esta mujer de Okinawa, su esposo y sus dos hijos pequeños buscaron refugio en una cueva en la montaña. Durante semanas y meses soportaron una miseria indescriptible.

En una noche de desesperación en medio de la batalla, con su familia a punto de morir de hambre y su esposo inconsciente, ella contempló la posibilidad de acabar con su sufrimiento con una granada de mano que las autoridades les habían dado a ella y a otras personas para tal fin. No obstante, mientras se preparaba para hacerlo, tuvo una experiencia profundamente espiritual y sintió de una manera tangible la realidad de Dios y Su amor por ella, lo cual le dio fuerzas para seguir adelante. En los días siguientes, reanimó a su esposo y alimentó a su familia con hierbas, miel de un panal silvestre y animales que capturaba en un arroyo cercano. Sorprendentemente, sobrevivieron seis meses en la cueva, hasta que aldeanos locales les informaron que la batalla había acabado.

Cuando la familia regresó a casa y empezó a reconstruir su vida, esta mujer japonesa comenzó a buscar respuestas acerca de Dios. Gradualmente despertó en ella la creencia en Jesucristo y la necesidad de ser bautizada. Sin embargo, le preocupaban sus seres queridos que habían muerto sin el conocimiento de Jesucristo y del bautismo, incluida su madre, que había fallecido al darla a luz.

Imaginen su gozo cuando dos hermanas misioneras de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días llegaron a su casa un día y le enseñaron que las personas pueden aprender acerca de Jesucristo en el mundo de los espíritus. Quedó fascinada con la enseñanza de que sus padres podían escoger seguir a Jesucristo después de morir y aceptar el bautismo efectuado por ellos en lugares santos llamados templos. Ella y su familia se convirtieron al Salvador y fueron bautizados.

Su familia trabajó mucho y comenzó a prosperar, y llegaron tres hijos más. Eran fieles y activos en la Iglesia. Entonces, inesperadamente, su esposo sufrió una apoplejía y murió, obligándola durante muchos años a trabajar largas horas en varios trabajos a fin de proveer para sus cinco hijos.

Algunos familiares y vecinos la criticaban. Atribuían sus problemas a su decisión de unirse a una iglesia cristiana. Sin dejarse intimidar por la inmensa tragedia y las duras críticas, se aferró a su fe en Jesucristo, decidida a seguir adelante y confiando en que Dios la conocía y en que llegarían tiempos mejores3.

Unos años después de la prematura muerte de su esposo, el presidente de misión de Japón se sintió inspirado a alentar a los miembros japoneses a esforzarse por asistir al templo. El presidente de misión era un veterano estadounidense de la batalla de Okinawa, en la que la hermana y su familia, oriundos de Okinawa, habían sufrido tanto4. Sin embargo, esta humilde hermana dijo de él: “Había sido uno de nuestros enemigos más odiados, pero ahora estaba aquí con el Evangelio de amor y de paz. Para mí, eso era un milagro”5.

Al escuchar el mensaje del presidente de misión, esta hermana viuda tuvo el deseo de ser sellada a su familia en el templo algún día. Sin embargo, dadas las limitaciones económicas y las barreras del idioma, eso era imposible para ella.

Entonces surgieron varias soluciones innovadoras. El costo podría reducirse a la mitad si los miembros de Japón rentaban un avión entero para volar a Hawái en temporada baja6. Los miembros también grabaron y vendieron discos de vinilo titulados Japanese Saints Sing [Los santos japoneses cantan]. Algunos miembros incluso vendieron sus casas; otros dejaron sus trabajos para hacer el viaje7.

El otro desafío para los miembros era que la presentación del templo no estaba disponible en japonés. Los líderes de la Iglesia llamaron a un hermano japonés para que viajara al templo de Hawái para traducir la ceremonia de la investidura8. Él fue el primer converso japonés después de la guerra, a quien habían enseñado y bautizado unos fieles soldados estadounidenses9.

Cuando los miembros japoneses investidos que vivían en Hawái escucharon la traducción por primera vez, lloraron. Un miembro registró: “Hemos estado en el templo muchas, muchas veces y hemos escuchado las ceremonias en inglés, [pero] nunca hemos sentido el espíritu de […] la obra del templo como lo hemos sentido ahora [al escucharlas] en nuestra lengua materna”10.

Más tarde ese mismo año, 161 adultos y niños salieron de Tokio rumbo al templo de Hawái. Un hermano japonés reflexionó sobre el viaje: “Al mirar hacia afuera desde el avión y ver Pearl Harbor, recordé lo que nuestro país había hecho a esas personas el 7 de diciembre de 1941 y me llené de temor. ¿Cómo nos recibirían? Para mi sorpresa, mostraron el amor y la bondad más grandes que jamás había visto en mi vida”11.

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Los santos japoneses son recibidos con guirnaldas de flores.

Cuando llegaron los santos japoneses, los miembros hawaianos los recibieron con innumerables guirnaldas de flores mientras intercambiaban abrazos y besos en las mejillas, una costumbre extraña para la cultura japonesa. Después de pasar diez días transformadores en Hawái, los santos japoneses se despidieron mientras los santos hawaianos entonaban el “Aloha Oe”12.

La hermana viuda de Okinawa participó en el segundo viaje al templo que se organizó para los miembros japoneses. Voló los 16 000 km (10 000 millas) gracias a un generoso regalo de los misioneros que habían servido en su rama y que habían comido muchas veces en su mesa. En el templo, ella derramó lágrimas de gozo al actuar como representante en el bautismo de su madre y ser sellada a su difunto esposo.

Los viajes al templo desde Japón a Hawái continuaron con regularidad hasta que, en 1980, se dedicó el Templo de Tokio, Japón, que llegó a ser el decimoctavo templo en funcionamiento. En noviembre de este año se dedicará en Okinawa, Japón, el templo número 186. Está ubicado no lejos de la cueva en Okinawa central donde esa mujer y su familia hallaron refugio13.

Aunque nunca conocí a esa maravillosa hermana de Okinawa, su legado sigue vivo a través de sus fieles descendientes, a muchos de los cuales conozco y amo14.

Mi padre, un veterano de la Segunda Guerra Mundial del Pacífico, estaba muy emocionado cuando recibí mi llamamiento para servir en Japón como joven misionero. Llegué a Japón poco después de que el Templo de Tokio fuera dedicado y vi personalmente el amor de los santos por el templo.

Los convenios del templo son regalos de nuestro Padre Celestial a los fieles seguidores de Su Hijo, Jesucristo. Por medio del templo, nuestro Padre Celestial une a las personas y a las familias al Salvador, y unas a otras.

El año pasado, el presidente Russell M. Nelson declaró:

“Cada persona que hace convenios en las pilas bautismales y en los templos, y los guarda, tiene un mayor acceso al poder de Jesucristo […].

“La recompensa por guardar los convenios con Dios es poder celestial, un poder que nos fortalece para soportar mejor nuestras pruebas, tentaciones y pesares. Ese poder nos facilita el camino”15.

Mediante las bendiciones del templo, el Salvador sana a las personas, a las familias y a las naciones, incluso a las que una vez fueron enemigos irreconciliables. El Señor resucitado declaró a una sociedad asolada por conflictos en el Libro de Mormón que, para todos aquellos que honran Su nombre, “surgirá el Hijo de Justicia, con sanidad en sus alas”16.

Estoy agradecido por ser testigo del continuo cumplimiento de la promesa del Señor de que “vendrá el día en que el conocimiento de un Salvador se esparcirá por toda nación, tribu, lengua y pueblo”17, incluso entre los que están “en las islas del mar”18.

Testifico del Salvador Jesucristo y de Su profeta y de Sus apóstoles en estos últimos días. Solemnemente doy testimonio del poder celestial que ata en los cielos lo que se ata en la tierra.

Esta es la obra del Salvador y los templos son Su Santa Casa.

Con inquebrantable convicción declaro estas verdades en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. El Templo de Laie, Hawái, fue dedicado en 1919 por el presidente Heber J. Grant, quien, en calidad de Apóstol, estableció la Iglesia en Japón en 1901. Era el quinto templo en funcionamiento y el primer templo edificado fuera de la parte continental de los Estados Unidos.

  2. A la fecha del 2 de marzo de 2023, había 241 281 nombres inscritos en el monumento.

  3. Véase Gordon B. Hinckley, “Keep the Chain Unbroken”, devocional en la Universidad Brigham Young, 30 de noviembre de 1999, pág. 4, speeches.byu.edu.

  4. Dwayne N. Andersen resultó herido en la batalla de Okinawa. Sirvió como presidente de misión en Japón entre 1962 y 1965 y fue el primer presidente del Templo de Tokio, Japón, entre 1980 y 1982.

  5. Conocí a miembros de su familia cuando mi esposa y yo servimos como líderes de misión en Tokio. Me facilitaron esta información proveniente de los registros de la historia familiar personal de esa hermana.

  6. Véase Dwayne N. Andersen, An Autobiography for His Posterity, págs. 102–105, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.

  7. Véase Dwayne N. Andersen, pág. 104.

  8. Véase Edward L. Clissold, “Translating the Endowment into Japanese”, en Stories of the Temple in Lā‘ie, Hawai‘i, compilación de Clinton D. Christensen, 2019, págs. 110–113.

  9. El traductor, Tatsui Sato, fue bautizado el 7 de julio de 1946 por un soldado estadounidense, C. Elliott Richards. La esposa de Tatsui, Chiyo Sato, fue bautizada ese mismo día por Boyd K. Packer. Por otro lado, Neal A. Maxwell luchó en la batalla de Okinawa y L. Tom Perry formó parte del primer grupo de infantes de marina que desembarcó en Japón después del tratado de paz. Los élderes Packer, Maxwell y Perry llegarían a ser miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles.

  10. En Clissold, “Translating the Endowment into Japanese”, pág. 112.

  11. En Dwayne N. Andersen, “1965 Japanese Excursion”, Stories of the Temple in Lā‘ie, Hawai‘i, pág. 114.

  12. Véase Andersen, “1965 Japanese Excursion”, págs. 114, 117.

  13. Posteriormente, en esta misma sesión de la Conferencia General de octubre de 2023, el presidente Russell M. Nelson anunció veinte nuevos templos, incluido el Templo de Osaka, Japón, que será el quinto templo de ese país.

  14. Durante nuestra misión en Tokio entre 2018 y 2021, en medio de los desafíos de la pandemia del COVID, su familia nos brindó amor y cuidados a mi familia y a mí, algo por lo que siempre estaremos agradecidos.

  15. Russell M. Nelson, “Vencer al mundo y hallar descanso”, Liahona, noviembre de 2022, pág. 96.

  16. 3 Nefi 25:2.

  17. Mosíah 3:20.

  18. 2 Nefi 29:7.