2011
Papá, te necesito
Junio de 2011


Papá, te necesito

Michael K. Hewett, Utah, EE. UU.

Me encontraba moviendo la tubería de riego en un sector de nuestra granja en el norte de California, EE. UU. Ese día en particular estaba contento porque papá estaba allí para ayudarme. Al terminar, nos subimos a nuestros vehículos todoterreno y nos dirigimos a casa pensando en la cena. Papá llevaba la delantera.

El río Pit corre por un costado de nuestra finca. Nos fuimos bordeando el campo para no aplastar la alfalfa con los neumáticos grandes de los vehículos. El campo estaba a la derecha, y el río, en el fondo de una cuesta empinada, a la izquierda. No podíamos ver muy bien por la neblina.

Íbamos a buena velocidad cuando me desvié del camino y choqué contra un matorral con el neumático trasero derecho. El impacto me obligó a girar el vehículo bruscamente a la izquierda hacia el río, hacia abajo por la cuesta. Traté de parar, pero la cuesta era muy empinada y yo iba demasiado rápido. Estaba seguro de que iba a caer en el río. Afortunadamente, había un árbol en la orilla justo en mi camino. Lo que recuerdo después de eso es que me encontraba viendo el vehículo ¡desde arriba del árbol! Nunca me había asustado tanto.

Sentí que había estado al borde de la muerte, pero aparte de algunos rasguños y moretones, había resultado ileso. Después de calmarme y respirar profundamente, me di cuenta de que no había forma de que yo solo pudiera subir el vehículo hasta el camino. Me quedé esperando a que papá asomara la cabeza por el borde de la cuesta, buscándome, pero no lo hizo. Eso me hizo sentir peor aún.

Logré trepar hasta el borde de la cuesta, pero no veía a papá por ninguna parte. Ofrecí una oración en silencio a mi Padre Celestial pidiéndole que enviara a mi papá de vuelta para buscarme. Entonces comencé a caminar.

Mientras tanto, mi padre ya estaba por llegar a casa cuando le pareció oír que yo lo llamaba. Miró hacia atrás por primera vez desde que salimos del campo y fue entonces que se dio cuenta de que yo no lo seguía. Supo que había pasado algo y regresó a buscarme hasta que me encontró.

Más tarde, papá me dijo que me había oído decir: “¡Papá, te necesito!”. En ese momento él se hallaba a más de tres kilómetros de distancia. Entonces supe que un amoroso Padre Celestial había oído mi oración y le había hecho saber a mi padre que yo necesitaba su ayuda.

Estoy agradecido por el Espíritu Santo y los susurros de verdad y guía que recibimos de Él. También estoy agradecido por un padre amoroso que había vivido de tal manera que el Espíritu Santo pudo hablarle y que él lo haya oído.