2003
Preguntas y respuestas
diciembre de 2003


Preguntas y respuestas

¿Qué puedo regalar esta Navidad a mi familia que encierre mayor significado que algo comprado en una tienda?

Las respuestas tienen por objeto servir de ayuda y exponer un punto de vista, y no deben considerarse como pronunciamientos de doctrina de la Iglesia.

La Respuesta de Liahona

Imagínate esto. Acabas de recibir un regalo grande, muy extravagante y caro. La tarjeta que lo acompaña dice: “Feliz Navidad. No tuve que pensar mucho para hacerte este regalo, ni tampoco tuve que esforzarme. Tenía el dinero, así que no fue un sacrificio. Disfrútalo”.

Probablemente nunca recibas una tarjeta así, pero tal vez recibas un regalo con esas características: algo impresionante pero carente de significado.

¿Cómo te puedes asegurar de que el regalo que vas a hacer signifique algo para la persona que lo vaya a recibir? Cualquiera que sea el regalo, lo que le dará un significado especial estribará en la atención que le hayas prestado, en lo que hayas puesto de ti o el sacrificio que represente.

Por ejemplo, un poema sincero en el que hayas trabajado varios días o el ofrecerte una noche para cuidar gratuitamente a tus hermanos pequeños para que tus padres pasen un rato juntos, probablemente significaría más para una persona que el regalo que sólo te llevó cinco minutos comprar, sin importar lo mucho que haya costado.

Ralph Waldo Emerson, escritor y filósofo estadounidense, escribió: “Anillos y joyas no son regalos, sino disculpas por los regalos. El único regalo [verdadero] es el dar de uno mismo” ( The Complete Writings of Ralph Waldo Emerson , 1929, pág. 286).

Cristo nos enseñó la forma de hacer un obsequio. Parecería que cada vez que damos vuelta a las páginas de las Escrituras encontramos otro relato en el que el Salvador hace algo por otras personas o da de Sí mismo. Él dio de Su tiempo al contestar preguntas; dio de Sus talentos al enseñar a la gente y consolar a los enfermos, y dio Su amor al servir desinteresadamente. También nosotros podemos dar de nosotros mismos al ofrecer nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestro servicio y nuestro amor.

Además, Cristo nos dio el mayor de todos los dones: la posibilidad de heredar la vida eterna por medio de Su expiación (véase D. y C. 14:7). No podemos expiar los pecados de los demás, pero las cosas que obsequiemos podrían enseñarles sobre el don de Cristo. A continuación figuran algunas sugerencias, muchas de ellas provenientes de nuestros lectores. Consulta también “Una Navidad casera”, en la página 6 de este ejemplar.

  • Regala una lamina de Jesús, junto con un versículo de las Escrituras y tus sentimientos por el Salvador.

  • Regala “cupones de servicio”, en los que te ofrezcas para hacer las tareas de la casa u otros actos de servicio.

  • Haz algo que comunique a tu familia que la amas.

  • Perdona a alguien o pide perdón a alguien.

  • Escribe una carta de ánimo.

  • Regala un ejemplar del Libro de Mormón.

  • Pasa tiempo con alguien haciendo algo que le guste a esa persona.

  • Pinta un cuadro, escribe un poema o compón una canción.

El pensar detenidamente en qué dar y luego dar de uno mismo suele tomar más tiempo que el simplemente correr a la tienda, así que planifica con antelación. Descubrirás que el esfuerzo extra merecerá la pena y que se te recompensará con felicidad y una calidez interior proveniente del Espíritu.

El presidente David O. McKay (1873–1970) enseñó: “El espíritu de la Navidad es el espíritu de Cristo, el cual hace brillar en nuestro corazón un amor fraternal y amistad, y nos invita a prestar actos bondadosos de servicio” ( Gospel Ideals ,1953, pág. 551).

Las Respuestas de los Lectores

Algunos de los regalos más importantes no proceden de la tienda. Algunos obsequios que puedes hacer que poseen una magia superior a las cosas que se compran en la tienda son: la amabilidad, el amor y la caridad. Nosotros escogemos a un miembro de la familia, luego llenamos unas bolsitas con notas de aliento o algún servicio que podamos prestarle y tal vez alguna golosina.

Briana Deaver, 14, Barrio Rocklin 4, Estaca Rocklin, California.

Contamos con muchos regalos valiosos, pero el más importante es dar un Libro de Mormón y un testimonio de la veracidad de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Al saludarnos unos a otros con corazones agradecidos y almas sinceras es como si contemplásemos el rostro amoroso de nuestro Salvador.

Phyllishena Faamoe Savelio, 19, Barrio Lalovi, Estaca Upolu Oeste, Samoa

Decidí que sería algo significativo hacer algo esta Navidad por mi hermano menor y obtuve una idea a través de las revistas de la Iglesia. En casi cada artículo se incluye un recuadro con una cita y una lámina. Si lo recortas y lo pegas sobre cartulina y papel de envolver, ya tienes un fantástico marcador de libros. También forré una caja con citas para guardar los marcadores.

Jenny Maynes, 16, Barrio Geneva, Estaca Naperville, Illinois

Los regalos que pienso dar son regalos que yo misma he hecho, tal vez un poema o una tarjeta en la que les exprese lo mucho que los quiero. Para mí lo que cuenta no es el precio, sino el cariño y el detalle que se expresan por medio de ese regalo.

Carol T. Vallo, 21, Rama Calasiao 2, Distrito Calasiao, Filipinas

Al igual que el Salvador, podemos dar a nuestro prójimo un regalo de gran valor: nuestro amor. Las cosas materiales se deterioran con el tiempo, pero la dicha de saber que le importas a alguien no tiene ni precio ni fin.

Luiz Henrique Keng Quieroz Jr., 17, Barrio Cariacica, Estaca Vitoria, Brasil

La Navidad pasada me llamó un amigo. Compartió conmigo su testimonio del Evangelio y del Salvador y me emocionó tanto que todavía lo recuerdo. En ese momento me di cuenta de que no son las joyas, la ropa ni los juguetes los mejores regalos, sino que el mejor presente es un testimonio de que Cristo nació entre nosotros, que venció las cadenas de la muerte y que vive.

Jephsey Lorena T. Cardenas, 23, Barrio Jardim Roberto, Estaca Parque Pinheiros, São Paulo, Brasil

“Dejemos por unos momentos los catálogos de Navidad describiendo sus exóticos regalos. Más aún, dejemos a un lado las flores para mamá, la corbata especial para papá, la hermosa muñeca, el tren con su estridente silbato, la tan ansiada bicicleta, incluso los libros y videos de ciencia ficción, y dirijamos nuestros pensamientos hacia los dones, que son regalos perdurables que Dios nos da… [incluido] el don del amor”.

Presidente Thomas S. Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia, “Los dones y los regalos”, Liahona , julio de 1993, pág. 69.