Historia de la Iglesia
“Un santo a quien el Señor ha enviado”


“Un santo a quien el Señor ha enviado”

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Primeros misioneros liberianos

Primeros misioneros liberianos reciben capacitación del presidente de misión, J. Duffy Palmer, en 1989

Había aproximadamente 1200 Santos de los Últimos Días viviendo en Liberia en diciembre de 1989 cuando empezó la Primera Guerra Civil de Liberia. Aun después de que se retiró a los misioneros extranjeros a Sierra Leona, ocho misioneros liberianos permanecieron para predicar el Evangelio y ministrar a los miembros. Sin embargo, aquel verano, los élderes John Gaye y Prince Nyanforh quedaron aislados de los otros seis misioneros y del presidente de misión interino, David M. Tarr, cuando las fuerzas revolucionarias ocuparon Paynesville, donde ellos servían.

Los combatientes a menudo atacaban a un grupo étnico llamado Krahn, que había recibido trato preferencial bajo la presidencia de Samuel Doe. Como John Gaye era Krahn, él se quedaba en casa. Cuando los misioneros se quedaron casi sin comida, Nyanforh estuvo de acuerdo en salir a la ciudad devastada por la guerra. “Cuando salga allí afuera y muera”, dijo Nyanforh a Gaye antes de irse, “dile a los miembros del barrio que este misionero murió por esta causa”. Nyanforh fue detenido e interrogado, pero pudo regresar a salvo.

Los misioneros pronto decidieron huir de Paynesville, pero el grupo de refugiados fue detenido por las fuerzas revolucionarias. Gaye escuchó a los combatientes interrogar a cada persona, preguntando por su origen étnico. El interrogatorio se detuvo en la noche antes de que llegara el turno de los élderes, pero Gaye temía que lo mataran por la mañana.

“Toda la noche estuve en comunión con mi Padre Celestial”, escribió Gaye después. Cuando el interrogatorio se reanudó, Gaye “empezó a imaginar el paraíso”. Pero justo antes de que lo interrogaran, una cara familiar llegó. “Era un santo a quien el Señor envió para rescatarme a mí y a mi compañero”, recuerda Gaye.

El hombre, un secretario de la rama local que se había unido a las fuerzas revolucionarias, reconoció a los misioneros e intervino a favor de ellos. Después de su liberación, los misioneros ayunaron y oraron para recibir guía. Como respuesta a sus oraciones, sintieron que debían hacer el viaje de ocho horas a pie hasta la casa de la misión, en la asediada ciudad de Monrovia. Llegaron justo cuando los otros seis misioneros estaban a punto de partir hacia Sierra Leona, decididos a completar su misión allí. Los ocho élderes pudieron hacerlo.

Durante el mismo periodo, muchos santos de Liberia huyeron del país, fueron desplazados o se ocultaron. Sin embargo, para la primavera de 1993, siete de las ocho ramas del país se habían reorganizado. Muchos santos liberianos resistieron una década de lucha para preservar la Iglesia en su país, mientras que otros edificaron la Iglesia en países vecinos.