Historia de la Iglesia
“Yo también quiero hacerlo”


“Yo también quiero hacerlo”

El 23 de julio de 2008, Aldair Campos y su hermana menor estaban solos en casa. Eran las vacaciones de la escuela y ellos estaban esperando que sus padres regresaran del trabajo. Buscaban maneras de entretenerse, como hacen los niños. Encontraron una botella de alcohol y decidieron verter un poco y prenderle fuego.

Luego de un rato, Aldair se cansó del juego y tomó una siesta, pero su hermana siguió jugando. La botella de alcohol estaba al lado de donde él dormía; su hermana se tropezó y, al hacerlo, tiró la botella junto con su contenido, que se derramó sobre Aldair y el suelo, y arrojó accidentalmente el fósforo encendido. Aldair se despertó y pudo apagar las llamas que tenía sobre sí mismo, pero el fuego se estaba extendiendo muy rápido en el resto de la habitación. Aldair tomó a su hermana y al perro y corrieron hacia afuera.

Cuando estuvieron seguros, corrió hacia dentro para seguir combatiendo el fuego. “No quería que la casa se quemara porque sabía que mi madre estaría enojada y no quería eso”. El incendio arrasó el edificio de apartamentos en el que vivían. A él lo llevaron de urgencias al hospital cercano para tratar las quemaduras de tercer grado que le cubrían más del treinta por ciento del cuerpo. Debido a la gravedad de sus lesiones, lo transfirieron al hospital de la Ciudad de Panamá, donde pasó cuatro meses sometiéndose a operaciones y tratamientos.

En 2012, sus padres se separaron y él se mudó con su madre y hermana a una región donde había muchos Santos de los Últimos Días panameños. Su vecino envió a los misioneros a visitarlos. Su madre les permitió enseñar a su hija de doce años, pero Aldair no tenía interés. Cuando su hermana le dijo a su madre que quería ser bautizada, Aldair decidió que él también quería.

Él señaló: “Si mi hermana hace algo, yo también quiero hacerlo”. Él y su hermana fueron bautizados el 24 de noviembre de 2012. Su madre apoyó la decisión de sus hijos.

Cuando Aldair tenía diecisiete años, decidió servir en una misión. Envió sus papeles misionales muchas veces. En dos oportunidades, los papeles regresaron debido a problemas con su evaluación médica. La tercera vez, los papeles se perdieron. “Me sentía un poco desanimado”, recordó él. “Estuve ocupándome de los papeles como por un año”. Su madre podía ver que él estaba teniendo dificultades y lo animó a ir a la universidad y servir en una misión después. Ese domingo, él le dijo a su obispo: “Quiero esperar un poco”. El obispo le recordó que “Dios está primero en todas las cosas. Él te está probando. Él sabe que serás muy paciente”. Aldair comenzó sus papeles misionales por cuarta vez. Esta vez, los papeles se enviaron correctamente y fue llamado a servir en la Misión Perú Lima Norte. Él testificó: “Jesucristo y Dios están siempre ahí para nosotros”.