2007
Conviértase en un instrumento en las manos de Dios al fortalecer su testimonio personal de Jesucristo
febrero de 2007


Mensaje de las maestras visitantes

Conviértase en un instrumento en las manos de Dios al fortalecer su testimonio personal de Jesucristo

Por medio de la oración, lea este mensaje y seleccione los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

¿Cómo puedo fortalecer mi testimonio?

Alma 32:27: “…[despertad] y [avivad] vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y [ejercitad] un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer”.

Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Haz una franca evaluación de tu vida personal. ¿Cuán firme es tu testimonio? ¿Es en verdad un poder sustentador en tu vida? o ¿es más como una esperanza de que lo que has aprendido es verdadero?… Tu testimonio se fortalecerá a medida que ejerzas fe en Jesucristo, en Sus enseñanzas y en Su poder ilimitado… Un testimonio poderoso brota de tranquilos momentos de oración y meditación… Un firme testimonio se recibe línea por línea, precepto por precepto; requiere fe, tiempo, obediencia constante y la voluntad de sacrificar” (“El poder de un firme testimonio”, Liahona, enero de 2002, págs. 101–103).

Obispo Keith B. McMullin, Segundo Consejero del Obispado Presidente: “La adquisición de [un] testimonio no se logra sin cierto esfuerzo personal. La persona debe desear saber, estudiar para aprender, vivir para merecerlo y orar para recibirlo. Si se busca con humildad y fe, se recibe el conocimiento, y con él viene tanto la dulce certeza de que todo irá bien, así como la fuerza interior para que así sea” (“Tan sólo con pensar en Ti”, Liahona, mayo de 2004, pág. 33).

¿Cómo puede conducirme mi testimonio a hacer la voluntad de Dios?

Moroni 10:32: “…venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad, y si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con toda vuestra alma, mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente, para que por su gracia seáis perfectos en Cristo”.

Élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles:“No es… suficiente para nosotros estar convencidos de la veracidad del Evangelio; debemos actuar y pensar a fin de ser convertidos por medio de él. A diferencia de las instituciones del mundo, que nos enseñan a saber algo, el Evangelio de Jesucristo nos desafía a llegar a ser algo… Eso se logra no sólo al hacer el bien, sino al hacerlo por la razón correcta: por el amor puro de Cristo… La caridad, ‘el amor puro de Cristo’ (Moroni 7:47), no es un acto sino una condición o estado del ser. La caridad se obtiene mediante una sucesión de actos que resultan en la conversión. La caridad es algo que uno llega a ser” (“El desafío de lo que debemos llegar a ser”, Liahona, enero de 2001, págs. 40–42).

Anne C. Pingree, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro: “Podemos regocijarnos juntas en el Evangelio restaurado de Jesucristo, reconociendo con agradecimiento la bendición de tener un testimonio del Salvador y de Su expiación por todas nosotras. De una cosa estoy segura… nuestros esfuerzos personales para llegar a ser instrumentos en las manos de Dios no han sido fáciles y nos han ayudado a crecer espiritualmente, enriqueciendo nuestras jornadas terrenales de la forma más personal y maravillosa” (“Conocer la voluntad del Señor con respecto a ustedes”, Liahona, noviembre de 2005, pág. 114).