2010
Y que crezcan en ti: Indicadores de la vida adulta
Febrero de 2010


Y que crezcan en ti: Indicadores de la vida adulta

Durante la oración dedicatoria del Templo de Kirtland, José Smith rogó que las personas que adoren en ese templo “crezcan en ti y reciban la plenitud del Espíritu Santo; y se organicen de acuerdo con tus leyes y se preparen para recibir cuanto fuere necesario” (D. y C. 109:15; cursiva agregada).

En nuestra experiencia profesional como asesores de los jóvenes adultos Santos de los Últimos Días hemos aprendido que a veces se sienten inseguros en cuanto a lo que se necesita para crecer, especialmente en el Señor. Al tomar en cuenta todo lo que conlleva el ser adulto, todos los jóvenes adultos, ya sean solteros o casados, pueden trabajar constructivamente con la mira de crecer, más bien que simplemente cumplir años. Algunos indicadores cruciales de la vida adulta son los siguientes:

1. Establecerse un derrotero

El tener una percepción del derrotero establecido y el elegir entre diversas opciones vocacionales son propuestas complejas. Los adultos aclaran sus ideas en cuanto a las opciones educativas y vocacionales al probar diversas opciones, hacer preguntas, prestar servicio voluntario o trabajar en puestos básicos para obtener experiencia, así como asistir a todo aquello que les resulte agradable y estimulante. Al asumir estos compromisos, incluso en momentos de incertidumbre, mejoramos la percepción de nuestra propia aptitud y reducimos nuestra dependencia de los demás.

2. Establecerse metas y rutinas personales

Los adultos llegan a conocer la satisfacción de fijarse metas, cultivar la disciplina, saborear el proceso, establecer rutinas y esquemas cotidianos, y seguir una trayectoria en la vida que esté en armonía con sus valores más profundos. Las metas y las rutinas ayudan a las personas a evitar la depresión y la tentación, así como a navegar entre las arenas movedizas del aburrimiento y del estrés excesivo, dos extremos opuestos. A medida que aprendemos a perseverar en una tarea difícil, disfrutamos del placer de conseguir aquello que más queremos, no sólo aquello que deseamos ahora mismo.

3. Cuidarse en el aspecto físico

Procurarse atención dental y médica, cortarse el pelo, hacer ejercicio, llevar una alimentación nutritiva y mantener hábitos de sueño adecuados son buenas maneras de aprovechar verdaderamente el don de un cuerpo físico. Al cuidarnos físicamente, asumimos nuestra responsabilidad de conservar nuestra salud y bienestar.

4. Aumentar la independencia financiera

Al aumentar nuestro poder adquisitivo y administrar bien nuestros fondos, aseguramos nuestro futuro financiero al mismo tiempo que obtenemos las cosas que necesitamos actualmente. Los jóvenes adultos pueden beneficiarse de los consejos de sus padres y de sus líderes en cuanto a pagar el diezmo, hacer presupuestos, invertir, ahorrar un porcentaje de sus ingresos y aprender en cuanto a las deudas.

5. Fundar un hogar

Con el paso de los años, podemos crear un hogar que refleje nuestro gusto, estilo de vida y personalidad. Es una gran satisfacción tener un lugar para uno mismo, ya sea un rincón de un cuarto para nuestros libros o herramientas, un apartamento o una casa. Al disponer orden y belleza en nuestro entorno, nos unimos al Creador en un proceso creativo.

6. Cultivar otras relaciones

El matrimonio y la paternidad o la maternidad son transiciones obvias hacia la vida adulta. No obstante, los adultos solteros también pueden “crecer” mediante otras relaciones. Aunque nada se puede comparar al ideal del matrimonio y de tener hijos, las personas solteras pueden disfrutar de sus relaciones con sus hermanos, primos, amigos, colegas, vecinos y miembros de su barrio o rama. Los amigos aportan continuidad, interacciones frecuentes e interés mutuo.

7. Adquirir habilidades para relacionarnos emocionalmente

Algunas habilidades propias de la edad adulta son: mostrarse amigable hacia los demás, responder a sus invitaciones y disfrutar de la compañía de personas de diferentes edades. A medida que aumentamos nuestra capacidad de preocuparnos por los demás, resolver conflictos y dar de nosotros mismos con sinceridad, nos sentimos verdaderamente relacionados con otras personas.

Algunos jóvenes adultos sienten preocupación en cuanto a las interacciones sociales. Es posible que caigan en el alcohol, las drogas, la pornografía, trastornos de la alimentación u otros comportamientos malsanos como vía de escape o de defensa ante los temores. El aprender a establecer una conversación, a profundizar gradualmente la amistad y a resolver los conflictos interpersonales nos ayuda a superar las vulnerabilidades sociales.

8. Aportar cosas positivas a la sociedad

Los jóvenes adultos pueden marcar una verdadera diferencia para bien en el mundo. Al participar en el servicio a la comunidad, ir a cenar con otras personas, invitarlas a su casa, servir como maestros orientadores o maestras visitantes, unirse a un equipo de deportes y magnificar los llamamientos de la Iglesia, enriquecemos y damos más sentido a nuestra propia vida y a la de los que nos rodean.

9. Apoyar a la siguiente generación

Sabemos que una persona llega a ser adulta de verdad cuando deja de estar bajo el cuidado de otras personas y pasa a ser alguien que cuida a otros. Los jóvenes adultos bendicen la vida de los demás al transmitir su conocimiento, experiencia y cuidados a la siguiente generación. Las actividades frecuentes con sus sobrinos, niños del vecindario o las clases de la Primaria y los jóvenes fomentan relaciones que son significativas para ambas generaciones. También apoyamos a la siguiente generación al servir de guía a nuevos empleados en nuestro trabajo, al hacer avanzar nuestra profesión, al participar en la obra misional y al interesarnos por las personas que están investigando la Iglesia.

10. Crecer en responsabilidad espiritual

Al establecer rutinas de adulto, aclaramos nuestras prioridades espirituales para la oración, el estudio de las Escrituras, el prestar servicio en la Iglesia y la adoración en el templo. El templo recalca la importancia de la familia a través de las generaciones y entre ellas, y también deja claro que Dios se relaciona con cada uno de nosotros, individualmente. El reunir los requisitos para recibir una recomendación para el templo significa que somos bienvenidos en la casa de Dios, donde podemos seguir “creciendo” en Él.

Ilustraciones fotográficas por Getty Images, Tokio Onogi, Steve Bunderson, Matthew Reier, Norman Burningham, Christina Smith y John Luke.