Bendiciones y desafíos de casarse a una edad avanzada

Mona (los nombres se han cambiado) pensaba que jamás encontraría un compañero eterno luego de dos matrimonios fallidos. Entonces se mudó a una residencia de ancianos y conoció a Bob. Se hicieron amigos, y ella le habló del Evangelio. Para cuando se comprometieron, a Bob le diagnosticaron cáncer. Le preguntó a Mona si aún así quería casarse con él.

“Por supuesto”, respondió ella. “Me casaré contigo por la eternidad, no solo por esta vida”.

La pareja contrajo matrimonio y Bob fue bautizado. Ambos estaban en sillas de ruedas cuando fueron sellados en el templo. Mona relató que una luz celestial rodeaba a Bob ese día. Él vivió otros seis meses, durante los cuales se regocijó cada día con su querida esposa. Ahora Mona ansía el día en que vuelvan a estar juntos.

Cuando Cassie se enamoró de Albert, le preocupaba volver a tener las mismas costumbres negativas de comunicación que había experimentado en su primer matrimonio. Por esa razón, tomaron juntos una clase para matrimonios, donde aprendieron a:

1. Desarrollar la habilidad de escuchar.

2. Compartir sus sentimientos con sinceridad.

3. Cooperar, no competir.

4. Aceptar no estar de acuerdo cuando sea necesario.

5. Hablar de la administración del dinero.

“Edificar un matrimonio de éxito requiere práctica, pero nos amamos lo suficiente como para hacer que funcione”, dijo Cassie.

Amanda estaba desconcertada con su bendición patriarcal. Esta decía que ella sería una gran influencia para sus hijos y nietos, pero habían pasado sus años de fertilidad y jamás se había casado. Luego conoció a Patrick, quien era piloto. Les gustaba escuchar música y jugar juntos al golf. Después de un tiempo, contrajeron matrimonio.

La primera esposa de Patrick, con quien había tenido tres hijas, había fallecido. A pesar de que lloraban la pérdida de su madre, finalmente correspondieron el amor de Amanda y pasaron los años.

Un día, Patrick salió a volar y nunca regresó. Tras semanas de búsqueda, hallaron el avión en un lago cercano. Amanda se dio cuenta de que las hijas de Patrick no tenían más padres que ella, por lo que hizo un esfuerzo adicional por apoyarlas y comunicarse con ellas, en especial a lo largo del luto.

Ahora ella y sus hijastras tienen un fuerte vínculo; la llaman para pedirle consejos y acuden a ella luego de un día estresante. Con humildad y gratitud, Amanda se da cuenta de que, después de todo, su bendición patriarcal se está cumpliendo.

1. Jueguen juntos. Tanto Terry como Lucinda se han casado por segunda vez. Al hijastro de él le encanta el golf, por lo que apartan un día para ese deporte cada semana. Lucinda preparó un lugar especial con libros, juegos y rompecabezas para que los nietos jueguen cuando están de visita.

2. Tengan paciencia. Después de que Cassie y Albert se casaron, los hijos de ella se negaron a visitarlos para Navidad. La pareja decidió llevarles regalos de todos modos, darles un abrazo a los nietos y comunicarles que todos eran bienvenidos en cualquier momento. No pasó mucho tiempo para que toda la familia aprendiera a amar a Albert y comenzaran a reunirse para las fiestas.

3. Hagan un mayor esfuerzo por relacionarse. Amanda les lee relatos por computadora a sus nuevos nietos y hasta les prepara lecciones simples de ciencia. Otra mamá organiza un chat en línea una vez al mes con miembros de la familia que se hallan por todo el país.

Amar a quienes llegan a formar parte de nuestra vida —como nuevos cónyuges e hijos— tal vez no sea fácil, pero el matrimonio y las nuevas familias pueden reemplazar la soledad con alegría. Conforme le pedimos al Padre Celestial que nos bendiga con caridad, podemos, a cualquier edad, llegar a ser más dignos de comparecer ante nuestro Salvador.