2021
Los jóvenes discípulos del Señor
Octubre de 2021


Mensaje del Área

Los jóvenes discípulos del Señor

Vivimos en una época emocionante, hemos experimentado desafíos particulares y aprendizajes extraordinarios. Lejos de detenerse, la obra de Dios está acelerándose aun en el contexto actual. La participación activa de la juventud del Señor en la obra de salvación es protagonista de este impulso. El llamado del profeta del Señor ha sido claro y profundo: “Mis amados jóvenes hermanos y hermanas, ustedes están entre lo mejor que el Señor jamás ha enviado a este mundo. ¡Ustedes tienen la capacidad de ser más inteligentes y sabios y tener un impacto más grande en el mundo que cualquier generación anterior! ¿Les gustaría formar gran parte del desafío más grande, de la causa más sublime y de la obra más grandiosa de la tierra hoy en día?”1.

Los jóvenes siempre han sido protagonistas en la obra de Salvación, se les han confiado partes preciosas del reino en todas las épocas de la tierra. José de Egipto, Daniel, David, Josías, Jeremías, Samuel, David, Juan el Apóstol, Timoteo, Nefi, Mormón, Moroni, José el Profeta, y muchos jóvenes en la actualidad son y han sido guardianes de los tesoros que Dios ha conferido a los hombres. Dios los ha hecho partícipes de Sus revelaciones, y les ha confiado las llaves para administrar las ordenanzas de salvación.

Tanto los jóvenes como los adultos de la Iglesia en la actualidad deberíamos recordar el papel que el Señor tiene destinado para Sus jóvenes discípulos. “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, en conducta, en amor, en espíritu, en fe y en pureza”2.

El Señor Jesucristo ha declarado que al seguirlo somos como “la sal de la tierra”3, nos indicó que, de no perder nuestro sabor, podremos ser una influencia poderosa en nuestros entornos. Tal como una pizca de sal transforma toda una comida, un fiel discípulo del Señor puede transformar positivamente sus ambientes familiares, sus lugares de estudio y actividades. El no perder nuestro sabor a sal nos permite formar parte del desafío más grande, de la causa más sublime y de la obra más grandiosa de la tierra hoy en día.

En uno de los barrios al que asistí, se bautizó una hermosa familia con dos maravillosos jóvenes, el más pequeño decidió bautizarse junto con sus padres, pero la jovencita no estaba muy convencida de hacerlo. Los jóvenes de la clase de seminario la invitaron a participar, y con agrado la joven aceptó. De manera inmediata los jóvenes decidieron ejercer su fe en favor de su nueva compañera y armaron un grupo de WhatsApp, llamado “oremos por Sol”. Compartieron un año fantástico de amistad y aprendizaje y, al culminar el período de clase, Sol decidió aceptar el evangelio de Jesucristo y alistarse en el batallón. Estos jóvenes mostraron su discipulado y fe en el Señor; sin duda fueron la “sal de la tierra”.

En otra unidad, un domingo lluvioso a la hora de la clase del cuórum de maestros, nos encontrábamos en el salón solamente con el presidente del cuórum. Nadie había llegado a la clase ese domingo. Antes de empezar la lección, preguntamos al presidente con quién sería apropiado compartir la clase, a lo que el presidente luego de meditar un momento mencionó un nombre: Marcelo. Este joven hacía mucho tiempo que no participaba de las actividades en la Iglesia; fue incluso un tanto difícil encontrar su casa esa mañana. Al golpear su puerta, su mamá atendió y con sorpresa nos invitó a pasar, llamó a su hijo que apareció con notorios síntomas de tristeza y cansancio; sin dudas no había sido su mejor noche. Luego de intercambiar saludos nos compartió que hacía dos días su mejor amiga estaba desaparecida y que estaba muy triste y preocupado por ella. Su presidente del Cuórum de maestros le manifestó que podíamos bendecirlo y el obispo le confirió una bendición de consuelo y aliento. Compartimos la clase y el Espíritu del Señor nos edificó a todos los presentes, ese presidente del Cuórum, haciendo uso de sus llaves, había bendecido a varios de sus amigos esa mañana.

Uno de los acontecimientos más notorios descritos en el Nuevo Testamento es el milagro de la alimentación de los cinco mil. Este milagro se encuentra registrado por los cuatro evangelistas, pero Juan añade un detalle muy significativo al relato, es una conversación que Andrés tiene con el Señor donde le dice “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados”4. Este joven había llegado al encuentro con el Salvador, ofrendando lo que tenía. Los discípulos, un tanto escépticos, dudaron del efecto que tendría tal ofrenda, “¿qué es esto para tantos?”. Sin embargo, el Señor del cielo tomó lo que el joven tenía, lo bendijo y multiplicó, obrando el milagro de la alimentación de los cinco mil. Nuestro llamado a participar de la obra de Salvación es similar, el Señor obrará los milagros, tomará de nuestra ofrenda sincera y la multiplicará en beneficio de todos los hijos de Dios. Estemos listos siempre, y llevemos a sus pies nuestros panes y peces.

El nuevo programa Niños y Jóvenes nos indica el camino del Señor para la juventud en este último tiempo, nos invita a participar activamente de la obra de Salvación y desarrollar atributos cristianos que nos ayudarán a conocerlo mejor y desarrollar una fe poderosa en Él.

Jóvenes discípulos del Señor, Él confía en ustedes como lo ha hecho a lo largo de la historia y siempre tiene una bendición preparada para el dador. Sean Sus manos y Sus pies al bendecir a otros, y llegar a ser “la sal de la tierra” y el “batallón del Señor” en esta última dispensación del cumplimiento de los tiempos. Comparto con seguridad que Él vive y que nos ama profundamente. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. “Juventud de Israel”, Devocional mundial con el presidente Russell M. Nelson y la hermana Wendy Nelson, junio de 2018.

  2. 1 Timoteo 4:12.

  3. Mateo 5:13.

  4. Juan 6:9.