El dinero de la miel

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un hombre con algunas abejas

Fotografía por cortesía del autor

Me dedicaba a la apicultura como pasatiempo, aunque pronto la gente comenzó a preguntarme si podían comprarme miel.

Después de vender un poco de miel, pensé en pagar el diezmo de mi “interés” (Doctrina y Convenios 119:4), sin embargo, no consideraba que el dinero que ganaba fuera una ganancia. Había gastado en el equipo de apicultura mucho más de lo que ganaba vendiendo la miel.

No obstante, recordé que los diezmos son sagrados para el Señor. Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, honramos a Dios al pagar el diezmo. El pago del diezmo es una manifestación de la fe que tenemos en Dios y en Sus promesas.

Recordé que quienes pagan el diezmo reciben esta promesa del Señor: “… probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Acepté la exhortación del Señor y pagué el diezmo de mis ventas de miel y, en la papeleta de diezmos, escribí: “Del dinero de la miel”.

Poco tiempo después, un amigo vino a casa y me dijo que el esposo de una conocida suya, que era apicultor, había fallecido. La viuda quería deshacerse de todo el equipo de apicultura de su esposo y estaba pensando en arrojarlo a la basura. En vez de ello, mi amigo me llevó a recoger dicho equipo.

Allí encontré todo el equipo de apicultura que siempre había deseado, y más, incluso todo tipo de herramientas para extraer miel.

Nadie regala un equipo de apicultura pero, una semana después de tomar la decisión de pagar el diezmo, el Padre Celestial abrió las ventanas de los cielos y me recompensó. Creo que la casualidad no tuvo nada que ver con ello. Tengo un testimonio de que el Padre Celestial me conoce y conoce mis deseos. Mi testimonio de la importancia de pagar el diezmo ciertamente ha aumentado.