2023
La gran responsabilidad de lograr que el matrimonio y la familia continúen para siempre
Julio de 2023


Sección Doctrinal

La gran responsabilidad de lograr que el matrimonio y la familia continúen para siempre

Dios reveló a Moisés el propósito de la creación que se describe en el Génesis, diciendo: “Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).

La vida eterna, también llamada exaltación, es el grado más alto de la gloria celestial que Dios ha preparado para Sus hijos fieles. Para alcanzar ese grado máximo de gloria, debemos, entre otras cosas, casarnos y ser capaces de formar un matrimonio celestial. Este matrimonio celestial es una parte muy importante de la plenitud del evangelio de Jesucristo, restaurado en estos últimos días (cfr. Doctrina y Convenios 66:2; 131:1-3).

El matrimonio celestial es un matrimonio en el que el esposo y la esposa han logrado una unión tan completa que, siendo fieles a las ordenanzas del sellamiento en el templo, los hace dignos de un matrimonio eterno.

Durante siglos, han estado casando a los novios “hasta que la muerte los separe”. Pero, con la restauración del evangelio de Jesucristo, hemos aprendido que el matrimonio puede y debe continuar más allá de la muerte, y convertirse en una unión eterna. Y no solo el matrimonio debe ser eterno, sino que las familias también deben ser eternas. De esta manera, se ha acabado con una de las enseñanzas más tristes y equivocadas del cristianismo apóstata, cuando nos han estado diciendo que en el cielo no existen las relaciones familiares de esposo y esposa, y de padres e hijos, porque esas relaciones, según esas enseñanzas, terminan con la muerte.

La triste frase “hasta que la muerte os separe” se está sustituyendo en este mundo de forma alarmante por la frase aún peor de “hasta que el divorcio os separe”. Por tanto, la enseñanza del matrimonio eterno se está convirtiendo en algo completamente ajeno y extraño a nuestra cultura y a la vida en la que estamos inmersos. Y, para empeorar las cosas, lo que vemos todos los días es que cada vez son más los que deciden vivir juntos sin casarse. Y también son más quienes han decidido que los hijos no formen parte de sus planes.

En estas circunstancias en que nos ha tocado vivir, la responsabilidad de los miembros de la Iglesia de Jesucristo de dar testimonio con nuestras palabras y con nuestros hechos del matrimonio eterno y de la familia eterna es cada vez mayor. Nuestro Padre Celestial nos ha dejado muy claro en estos últimos días que el centro de Su plan de salvación y exaltación es lograr que las sagradas relaciones matrimoniales y familiares continúen más allá de esta vida mortal y terrenal.

¿Estamos preparados para cumplir con este mandamiento divino, y demostrar que la continuidad del matrimonio y de la familia después de esta vida terrenal no solo es posible, sino necesaria?