La frecuencia correcta

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Avión pequeño con una torre de control de tráfico aéreo al fondo

Ilustración por Roger Motzkusart

Una tarde, durante mi pasantía como controlador de tráfico aéreo en el aeropuerto de Tijuana, México, mi instructor y yo nos dimos cuenta de que un banco de niebla procedente del océano había cubierto el aeropuerto y gran parte de la ciudad. Sin embargo, la visibilidad estaba dentro de los límites permitidos para que las aeronaves aterrizaran y despegaran.

Pronto detectamos en el radar un Cessna 172 que venía del sur a lo largo de la costa, volando según las reglas de vuelo visual (VFR, por sus siglas en inglés). Bajo las reglas VFR, los pilotos se ubican visualmente con puntos de referencia en tierra para llegar a su destino.

Lamentablemente, el piloto se había perdido en la niebla. Volando en círculos alrededor de la zona costera, trató de ubicarse en relación con el aeropuerto, pero la poca visibilidad le restringía la visión. Le pregunté a mi instructor qué podíamos hacer para ayudarlo.

“Tiene que sintonizar la frecuencia de banda aérea de la torre de control y comunicarse con nosotros”, respondió él. “De lo contrario, no podemos hacer nada por él”.

No entendía por qué el piloto perdido no se comunicaba con nosotros. ¿Tenía algún problema con su radio? ¿Creía que podía salir del peligro solo?

Los minutos pasaron y, finalmente, el piloto sintonizó la frecuencia de la torre. Con tono preocupado, pidió ayuda. Inmediatamente le dimos indicaciones para llevarlo a salvo a la pista del aeropuerto. Solo tenía que confiar en nuestras instrucciones y en sus instrumentos de vuelo.

Ver el avión salir de la niebla unos minutos más tarde y luego aterrizar a salvo nos dio un gozo indescriptible.

De camino a casa, reflexioné en lo que el piloto había experimentado. El llamarnos en la frecuencia de banda aérea correcta marcó la diferencia entre recibir ayuda y volar en círculos… o algo peor.

Al igual que este piloto, a veces me pierdo en “un vapor de tinieblas” (1 Nefi 8:23). Cuando necesito la guía de Dios, Él espera pacientemente oír mi voz.

Así como pude ver el avión perdido en el radar, nuestro Padre Celestial nos ve a nosotros y a nuestros desafíos. Estoy agradecido de que Él nos guíe. Él proporciona ayuda por medio de la oración, las Escrituras, los profetas vivientes y el don del Espíritu Santo. Nos guiará para salir del peligro físico y espiritual si nos sintonizamos con la frecuencia correcta, solicitamos guía y escuchamos Su voz.