Habilidades para el desarrollo del maestro
Principios de preparación eficaz de las lecciones


La preparación de las lecciones

Principios de preparación eficaz de las lecciones

Fuentes para preparar las lecciones

Las Escrituras

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Las Escrituras

Los cuatro cursos de Seminario y la mayoría de los cursos aprobados de Instituto consisten en un estudio de los libros canónicos. La fuente principal para determinar lo que se enseña en estos cursos son las propias Escrituras. En un mensaje dirigido a los maestros de Seminario e Instituto, el presidente Ezra Taft Benson enseñó: “Recuerden siempre: no hay sustituto que iguale a las Escrituras y a las palabras de los profetas vivientes. Ellas deben ser sus fuentes originales” (véase “El maestro del Evangelio y su mensaje”, La enseñanza en Seminario, Lecturas de preparación para el maestro, 2006, pág. 29).

Algunos cursos de Instituto se centran en temas del Evangelio más que en un estudio de los libros canónicos. Los maestros de estos cursos deben considerar el material sugerido en los programas de Instituto (así como las Escrituras) como su fuente principal de preparación. Los maestros deben buscar constantemente oportunidades de usar las Escrituras y las palabras de los profetas a fin de aclarar e ilustrar las doctrinas y los principios que se enseñan en estos cursos.

Los cursos de estudio de Seminario e Instituto

Los materiales de los cursos de estudio de Seminario e Instituto se proporcionan como recurso principal para ayudar a los maestros a preparar y enseñar lecciones eficaces. Los cursos de estudio proporcionan información general acerca de las Escrituras y su contexto, explicaciones de palabras y frases difíciles, comentarios de Autoridades Generales sobre las doctrinas y los principios que se enseñan en las Escrituras, y sugerencias en cuanto a los contenidos, las doctrinas y los principios que se deben enseñar. También aportan ideas en cuanto a cómo enseñar. A medida que los maestros utilicen los cursos de estudio a la par de su estudio del bloque de las Escrituras, el Espíritu Santo puede inspirarlos a fin de adaptar la lección a las necesidades de los alumnos.

El presidente Henry B. Eyring dio una explicación referida a la preparación y al uso del curso de estudio: “Las personas llamadas por el profeta para garantizar que la doctrina que se enseña en la Iglesia sea correcta revisan cada palabra, cada imagen, cada diagrama del curso de estudio que ustedes reciben. Para desatar el poder de los cursos de estudio, basta con actuar con fe en que Dios ha inspirado su creación. […]

“Apegarse al contenido del curso de estudio y a su orden liberará nuestros talentos particulares de enseñanza, no los reprimirá” (véase “El Señor multiplicará la cosecha”, La enseñanza en Seminario, Lecturas de preparación para el maestro, 2006, pág. 102).

Recursos adicionales

Los maestros podrán utilizar recursos adicionales, como las revistas de la Iglesia, y en especial las enseñanzas de la conferencia general, que contribuyan a aclarar la comprensión del bloque de las Escrituras. No deben utilizarse otros recursos para especular, causar sensación o enseñar ideas que no hayan sido establecidas claramente por la Iglesia. Aun cuando algo se hubiese verificado o publicado previamente, puede que no resulte apropiado para usarlo en el salón de clases. Las lecciones deben edificar la fe y el testimonio de los alumnos.

Decidir qué enseñar y cómo enseñarlo

Al preparar una lección, todo maestro debe decidir: “¿Qué enseñaré?” y “¿Cómo lo enseñaré?”. El qué enseñar abarca el contexto (que incluye los antecedentes, la cultura y el entorno), el contenido (el argumento, las personas, los acontecimientos, los sermones y las explicaciones inspiradas) y las verdades importantes del Evangelio que se encuentran en el bloque de Escrituras. El cómo enseñar se refiere a los métodos, el enfoque y las actividades de aprendizaje que el maestro utiliza para que los alumnos aprendan (tales como los análisis en clase, recursos audiovisuales, ejercicios escritos y trabajo en grupos pequeños). Se debe decidir qué enseñar antes de escoger cómo enseñar, para que la atención principal se centre en las Escrituras, y no en los métodos y las técnicas.

Durante la preparación de las lecciones, los maestros deben dedicar suficiente tiempo y esfuerzo a decidir ambas cuestiones: qué enseñar y cómo enseñar. Si durante la preparación de la lección, el qué enseñar recibe casi todo el énfasis, un maestro no tendrá suficiente tiempo para pensar en cómo puede ayudar a los alumnos a participar en el aprendizaje. Por lo general, esto se traducirá en lecciones aburridas y demasiado centradas en el maestro. Si el maestro se concentra demasiado en cómo enseñar, las lecciones se vuelven desarticuladas y pierden propósito y poder.

Decidir qué enseñar

Hay cuatro etapas fundamentales que los maestros deben cubrir al prepararse para enseñar. La primera es procurar entender el contexto y el contenido del bloque de las Escrituras. La segunda es identificar y comprender las doctrinas y los principios que se hallan en el bloque. La tercera consiste en decidir cuáles son los principios más importantes que los alumnos deben aprender y poner en práctica. Y la cuarta es decidir qué nivel de énfasis debe darse a cada segmento del bloque de Escrituras.

1. Entender el contexto y el contenido del bloque de Escrituras que se va a enseñar

Los maestros deben procurar entender el contexto o los antecedentes del bloque de las Escrituras y adentrarse en ese bloque de las Escrituras hasta que se familiaricen con el contenido. Adentrarse en las Escrituras significa leer, estudiar, meditar y orar para recibir inspiración acerca de lo que se lee y comprenderlo.

Una de las cosas más beneficiosas que puede hacer un maestro para entender el contenido de las Escrituras es percibir los quiebres naturales en el bloque de las Escrituras, donde se presentan cambios de tema o de acción. Utilizando el material de estudio y sus propias reflexiones, los maestros pueden dividir entonces el bloque de las Escrituras en segmentos o grupos de versículos más pequeños, siguiendo estos quiebres naturales. Estos segmentos más pequeños se convertirán en importantes componentes que los maestros utilizarán más adelante en su preparación para organizar el flujo de su lección, y les permitirá prestarle siquiera algo de atención a todo el contenido dentro del bloque de las Escrituras.

Mientras esquematizan el bloque de las Escrituras de esta forma, los maestros deben también procurar mejorar su entendimiento sobre las personas, los lugares y acontecimientos y las relaciones causa y efecto que parezcan importantes, así como el significado de palabras y frases difíciles. Para lograr suficiente comprensión del contenido suele ser necesario leer el bloque de las Escrituras más de una vez.

2. Reconocer y entender las doctrinas y los principios

Además de entender el contexto y el contenido, los maestros deben reconocer y comprender de manera minuciosa las doctrinas y los principios del bloque de las Escrituras y revisar los que se sugieren en el curso de estudio. A menos que ya se encuentre en el curso, el maestro debe hacer el esfuerzo de escribir las doctrinas y los principios en forma de declaraciones claras y breves. Esto contribuirá a que tanto los principios como sus significados se cristalicen en la mente del maestro; también ayudará a guiar las actividades de aprendizaje durante la clase y permitirá una comprensión mayor y una aplicación más enfocada por parte de los alumnos.

3. Decidir qué principios y doctrinas son los más importantes que los alumnos deben aprender y poner en práctica

En un bloque normal de las Escrituras casi siempre habrá más material del que se pueda tratar con propiedad en una clase. Una vez que los maestros han estudiado las Escrituras y el curso de estudio, necesitan decidir qué doctrinas y principios son los más importantes que sus alumnos deben comprender y poner en práctica. Para tomar esta decisión, los maestros deben tener en cuenta lo siguiente.

Las impresiones del Espíritu Santo. Los maestros deben procurar continuamente la guía del Espíritu Santo para decidir qué principios y doctrinas deben recalcar en la lección.

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Mormón hace un compendio de las planchas

La intención del autor inspirado. Los maestros deben procurar determinar lo que el autor profético deseaba comunicar. El presidente Ezra Taft Benson dijo: “Si ellos [los autores] vieron nuestros días y eligieron aquellas cosas que serían de máximo valor para nosotros, ¿no es pensando en ello que deberíamos estudiar el Libro de Mormón? Constantemente deberíamos preguntarnos: ‘¿Por qué inspiró el Señor a Mormón (o a Moroni o a Alma) para que incluyera esto en su registro? ¿Qué lección puedo aprender de esto que me ayude a vivir en esta época?’” (“El Libro de Mormón: La [piedra] clave de nuestra religión”, Liahona, octubre de 2011, pág. 56). Los maestros deben considerar preguntas similares al preparar sus lecciones para cualquier curso de las Escrituras que enseñen.

Asimismo, los maestros deben recordar que la intención principal de los profetas en las Escrituras ha sido siempre la de testificar de Jesucristo. Tal como dijo Nefi: “Porque toda mi intención es persuadir a los hombres a que vengan al Dios de Abraham, y al Dios de Isaac, y al Dios de Jacob, y sean salvos” (1 Nefi 6:4). Por lo tanto, un maestro debe preguntarse: “¿Qué enseña este bloque de las Escrituras acerca de Jesucristo que ayudaría a mis alumnos a entender Sus enseñanzas y Su Expiación y a confiar en ellas?”.

A medida que los maestros procuran determinar la intención del autor inspirado, deben cuidarse de no ir más allá de lo que es evidente en el texto. El presidente Henry B. Eyring advirtió: “No debo pretender que sé todo lo que los autores querían decir y lo que no querían decir” (“‘And Thus We See:’ Helping a Student in a Moment of Doubt”, Una velada con una Autoridad General, 5 de febrero de 1993, pág. 6).

Los principios de conversión y los temas doctrinales. Al determinar qué enseñar, un maestro debe pensar en esto: “De todas las verdades que se podrían enfatizar en este bloque de las Escrituras, ¿cuáles ayudarán a mis alumnos a acercarse más al Padre Celestial y al Salvador y los guiarán a la salvación?”. El presidente Henry B. Eyring aconsejó: “Cuando esté preparando una lección, busque en ella los principios de conversión. […] Un principio de conversión es uno que conduce a obedecer la voluntad de Dios” (en L. Tom Perry, “Converting Principles”, Una velada con una Autoridad General, 2 de febrero de 1996, pág. 1).

Las necesidades y habilidades de los alumnos. Cuanto mejor conozca y entienda el maestro a sus alumnos, más fácil le resultará identificar y recalcar principios relevantes que se puedan aplicar fácilmente. Al estudiar los maestros un bloque de las Escrituras, pueden hallar ideas o conceptos que les resulten apasionantes o de particular importancia personal, pero que pueden sobrepasar la capacidad y la comprensión espiritual de los alumnos (véase, por ejemplo, el consejo de Pablo acerca de la carne y la leche en 1 Corintios 3:2). Algunos principios que no son nuevos o interesantes para los maestros podrían tener una enorme importancia para los alumnos. Los maestros deben recordar que enseñan a los alumnos, no enseñan simplemente lecciones. Están creando una experiencia de aprendizaje y no solo preparando reseñas de lecciones. El curso de estudio puede ser de gran utilidad a los maestros para determinar qué principios y doctrinas pueden ser las más relevantes para los alumnos.

El élder Richard G. Scott enseñó: “Determina lo que es la máxima prioridad, de acuerdo con las capacidades y necesidades individuales de tus alumnos. Si un principio clave es comprendido e interiorizado y se convierte en principio rector en la vida de los alumnos, entonces se ha logrado el objetivo más importante” (“To Understand and Live Truth”, Una velada con una Autoridad General, 4 de febrero de 2005, págs. 2–3).

Un maestro que está decidiendo qué verdades debe enfatizar podría también planear mencionar brevemente un principio o una doctrina que no se plantea enfocar mientras avanzan por el bloque de las Escrituras. Esto puede brindar una oportunidad al Espíritu Santo para personalizar un principio que, aun no siendo un punto importante de una lección, podría ser importante para un alumno en particular. Los maestros deben recordar igualmente que los alumnos podrían descubrir por su cuenta y desear analizar algunas verdades del Evangelio que el maestro no había notado ni tenía previsto analizar.

Los maestros deben procurar la confirmación del Espíritu en todas estas consideraciones. El Espíritu los ayudará a entender mejor la intención de los autores inspirados de las Escrituras, las necesidades de los alumnos y qué verdades del Evangelio ayudarán a los alumnos a acercarse más a su Padre Celestial y al Salvador.

4. Decidir qué nivel de énfasis debe darse a cada segmento del bloque de Escrituras

Teniendo una comprensión del contexto y del contenido del bloque de las Escrituras; habiéndolo dividido en segmentos más pequeños, conforme a su contenido; y habiendo reconocido importantes verdades del Evangelio para que los alumnos las aprendan y las pongan en práctica, los maestros ya están preparados para decidir qué nivel de énfasis debe darse a cada segmento del bloque de las Escrituras. Generalmente, recibirán más énfasis los segmentos que contienen las doctrinas y los principios que un maestro procura realzar en la lección. Esto significa que, para estos grupos de versículos, los maestros conducirán a los alumnos a entender su contexto y contenido, a reconocer y comprender las doctrinas y los principios importantes que se encuentran allí, a sentir la verdad y la importancia de estas doctrinas y estos principios en el corazón y a ayudarlos a ver cómo pueden poner en práctica esas verdades en su vida.

Otros segmentos de los bloques de las Escrituras podrían centrarse menos en las verdades que se enfatizan en la lección, pero no deben saltarse ni ignorarse. Los maestros deben planear que al menos harán un resumen de estos grupos de versículos.

Nota: En raras ocasiones disponemos de un tiempo de preparación ilimitado. Un error frecuente de los maestros es dedicar tanto tiempo a leer, estudiar y tratar de decidir qué enseñar que no les queda suficiente tiempo para preparar de manera detenida cómo enseñarlo. La preparación de cada lección llega a un punto en el que el maestro debe decir: “Creo que poseo suficiente comprensión acerca de qué enseñar. Ahora tengo que decidir cómo voy a enseñar con eficacia”.

Decidir cómo enseñar

Los maestros suelen entusiasmarse con los bloques de las Escrituras que van a enseñar y las verdades que han descubierto. Mediante su esfuerzo diligente por estudiar, entender y ser enseñados por el Espíritu, los maestros se sienten edificados y surge en ellos el deseo natural de comunicar lo que han aprendido durante su preparación. Si bien esto es apropiado, se debe recordar que el propósito de toda lección es que los alumnos entiendan las Escrituras, que el Espíritu Santo les enseñe y que se sientan alentados a poner en práctica lo que ellos aprenden. Para ello, casi siempre hará falta algo más que tener unos maestros diciendo a los alumnos lo que ellos han aprendido de las Escrituras y por qué sienten ellos que es importante. También se requiere algo más que un maestro que lee un versículo, lo comenta y luego lee otro.

Los alumnos se edifican cuando se los guía a través de un proceso de aprendizaje que es similar al que ha experimentado el maestro durante la preparación de la lección. Se debe guiar a los alumnos a escudriñar las Escrituras para entenderlas y descubrir las verdades del Evangelio por sí mismos. Se les deben brindar oportunidades de explicar el Evangelio con sus propias palabras y de compartir y testificar de lo que saben y sienten. Eso permite que el Evangelio vaya desde su mente al corazón.

A medida que los alumnos experimentan regularmente el aprendizaje del Evangelio de esta manera, ganan confianza en su habilidad de estudiar las Escrituras por ellos mismos y de aprender por el Espíritu, sienten el deseo de poner en práctica en su vida lo que están aprendiendo y también están mejor preparados para explicar a los demás lo que ellos creen y compartir su testimonio de las doctrinas y los principios del Evangelio.

Los maestros deben planear métodos que ayuden a los alumnos a experimentar este proceso de aprendizaje mientras avanzan juntos por las Escrituras en clase. Al desarrollar su plan para la lección, las respuestas a las preguntas siguientes proveen la base para que los maestros decidan cómo enseñar:

  1. ¿Qué métodos y actividades de aprendizaje ayudarán a mis alumnos a comprender el contexto y el contenido que necesitan saber?

  2. ¿Qué métodos ayudarán a los alumnos a ser capaces de reconocer y verbalizar las doctrinas y los principios clave, y les brindarán oportunidades de descubrir otros?

  3. ¿Cuál será la mejor forma de ayudar a mis alumnos a entender dichos principios y doctrinas?

  4. ¿Qué métodos y enfoques conducirán a mis alumnos a sentir la verdad y la importancia de estos principios, y los invitará a compartirlos y testificar de ellos?

  5. ¿Cuál será una forma eficaz de ayudarlos a ver cómo pueden poner en práctica esos principios y motivarlos a hacerlo?

A continuación se dan algunas ideas para decidir cómo enseñar.

Asegurarse de que los métodos de enseñanza estén en armonía con el mensaje que se enseña y propicien la influencia del Espíritu. En ocasiones, en un intento por entretener a los alumnos o mantener su interés, los maestros escogen métodos o utilizan técnicas que no conducen a la comprensión ni la edificación. Al seleccionar un método, los maestros deben considerar si el método realza o debilita el mensaje que se pretende que los alumnos interioricen. Por ejemplo, un juego instructivo podría ser una manera divertida y eficaz de enseñar información (tal como el orden de los libros en la Biblia), pero muy probablemente resulte contraproducente si el objetivo final es generar un sentimiento espiritual. Trabajar en grupos pequeños puede ser eficaz, pero debido a que consume un tiempo considerable, puede que no sea el mejor método para identificar una declaración sencilla de un principio.

El maestro debe asegurarse de que los métodos y las actividades de enseñanza sean apropiados para un ambiente de aprendizaje del Evangelio, que no ofendan ni hieran a nadie y que conduzcan a la influencia del Espíritu.

Utilizar los cursos de estudio. Los cursos de estudio de Seminario e Instituto ofrecen sugerencias acerca de cómo enseñar que implementan los aspectos fundamentales de la enseñanza y el aprendizaje del Evangelio. Al preparar cada lección, los maestros deben revisar detenidamente el curso de estudio y seleccionar la información y los métodos que utilizarán para enseñar el bloque de las Escrituras. Los maestros pueden decidir usar la totalidad o parte de las sugerencias para un bloque de las Escrituras o adaptar las ideas sugeridas a las necesidades y circunstancias de su clase.

Establecer la relevancia y el propósito. Cuando los alumnos perciben la relevancia de lo que están estudiando en el bloque de las Escrituras para sus propias situaciones y circunstancias, generalmente están más motivados a aprender y poner en práctica las enseñanzas del Evangelio. También son capaces de ver cómo las Escrituras proveen respuestas y dirección que los pueden guiar en situaciones de la vida real.

Por consiguiente, al preparar cómo enseñar, sería prudente que los maestros reflexionaran sobre las verdades eternas contenidas en el bloque de las Escrituras y consideraran cómo pueden ser útiles y significativas en la vida de los alumnos. Con esto en mente, los maestros comenzarán a menudo la lección con una pregunta, situación o problema relevante que guíe a los alumnos a escudriñar las Escrituras buscando principios y doctrinas del Evangelio que les brinden guía y dirección. Al preparar las lecciones, los maestros deben planear también formas de mantener el interés y fomentar la participación continua de los alumnos en el proceso de aprendizaje.

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una mujer estudiando

Determinar el ritmo de avance. Los maestros deben hacer un esfuerzo diligente por cubrir el bloque completo de las Escrituras. Sin embargo, al determinar cuánto tiempo dedicarán a las diversas partes de la lección, es importante que los maestros recuerden que están enseñando a alumnos, no enseñando lecciones. Los maestros no deben estar tan rígidamente centrados en seguir el plan de la lección que no admitan la posibilidad de inspiración, o de una participación no planeada de los alumnos durante la clase, que pueda hacer necesario modificar la lección.

Uno de los errores más habituales que cometen los maestros es tomar mucho tiempo en la primera parte de la lección, para luego tener que ir con prisa en la última parte. En su preparación, los maestros deben estimar cuánto tiempo les llevará cubrir cada sección de la lección siguiendo los métodos que han seleccionado. Debido a que un maestro casi siempre tendrá más por enseñar que el tiempo necesario para ello, tendrá que determinar qué porciones del bloque enfatizará y cuáles resumirá.

Esta necesidad de cuidar el ritmo se aplica a cada lección y también a todo el curso. Por ejemplo, en un curso del Nuevo Testamento, si los maestros pasan mucho tiempo en los cuatro Evangelios, no podrán cubrir adecuadamente las importantes verdades del Evangelio que se hallan en los libros restantes.

La mayoría de los cursos de estudio de Seminario e Instituto ofrecen sugerencias para establecer un ritmo de avance y un calendario que abarca todo el curso.

Centrarse en ayudar a los alumnos a desempeñar su función. Al preparar los maestros la forma en que van a enseñar, deben permanecer enfocados en el alumno y no solamente en lo que hará el maestro. En lugar de preguntarse simplemente: “¿Qué haré en clase hoy?” o “¿Qué enseñaré a los alumnos?”, al abordar la preparación de la clase el maestro debe pensar además: “¿Qué harán mis alumnos en clase hoy?” o “¿Cómo ayudaré a mis alumnos a descubrir lo que necesitan saber?”.

Utilizar una variedad de métodos y enfoques. Incluso una persuasiva técnica de enseñanza puede volverse aburrida e ineficaz si se utiliza demasiado. Si bien los maestros no deberían seleccionar los métodos solo por variar, muchos maestros eficaces varían la manera de enseñar durante cada lección y de día en día. Los maestros deben estar preparados para cambiar de método durante la lección, si los alumnos han perdido el interés o si lo que están haciendo no parece estar ayudando a los alumnos a lograr los resultados deseados.

El emplear una variedad de métodos de enseñanza puede ayudar a llegar hasta alumnos que aprenden de otras maneras. Los métodos de enseñanza y las actividades de aprendizaje que requieran que los alumnos empleen diversos sentidos, tales como la vista, el oído y el tacto, pueden ayudar a incrementar la participación de los alumnos y lo que recuerden de lo que se enseña.

Si bien los maestros generalmente deben seleccionar los métodos que dominen bien y con los que se sientan cómodos, deben estar dispuestos a experimentar con nuevos métodos y enfoques que quizás les permitan ser aún más eficaces.

La sección siguiente de este manual analiza una variedad de métodos y enfoques de enseñanza que los maestros podrían tener en cuenta cuando decidan cómo enseñar.

El curso de estudio de Seminarios e Institutos de Religión (SeI) es un recurso principal para ayudarlo a desarrollarse como maestro y proporcionar experiencias de aprendizaje edificantes para sus alumnos. El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó lo siguiente:

“Las personas llamadas por el profeta para garantizar que la doctrina que se enseña en la Iglesia sea correcta revisan cada palabra, cada imagen, cada diagrama del curso que ustedes reciben. Para desatar el poder de los cursos de estudio, basta con actuar con fe en que Dios ha inspirado su creación. […]

“Apegarse al contenido del curso de estudio y a su orden liberará nuestros talentos particulares de enseñanza, no los reprimirá” (véase “El Señor multiplicará la cosecha”, La enseñanza en Seminario, Lecturas de preparación para el maestro, 2006, pág. 102).

Los cursos de estudio se esfuerzan por alinear los métodos y las actividades de aprendizaje con las indicaciones recibidas de la Mesa Directiva de Educación de la Iglesia y la administración de SeI. El uso del curso de estudio y el procurar adoptarlo y adaptarlo de manera adecuada lo ayudará a incorporar principios de enseñanza a la manera de Cristo. Al utilizar constantemente el curso de estudio, usted se enfocará más en el alumno y se dará cuenta de cómo puede centrar cada experiencia de aprendizaje en el Salvador.

Los cursos de estudio también se esfuerzan por ayudarlo a enseñar las Escrituras con mayor eficacia, lo cual incluye ayudar a los alumnos a entender mejor el contexto y el contenido, a fin de que puedan reconocer las verdades del Evangelio, ver su relevancia y ponerlas en práctica en su vida. El hacerlo apoyará y alentará a los alumnos en sus esfuerzos por llegar a ser más semejantes al Padre Celestial y a Jesucristo.