Habilidades para el desarrollo del maestro
Métodos, técnicas y enfoques de enseñanza


“Métodos, técnicas y enfoques de enseñanza”, Métodos, técnicas y enfoques de enseñanza, 2023

“Métodos, técnicas y enfoques de enseñanza”, Métodos, técnicas y enfoques de enseñanza

Métodos, técnicas y enfoques de enseñanza

La enseñanza es una tarea compleja y polifacética. Una lista de métodos o técnicas de enseñanza abarcaría muchas ideas y ejemplos, y su análisis exhaustivo llenaría varios tomos. No obstante, es posible agruparlos en algunas áreas generales de métodos, técnicas o enfoques de enseñanza que son esenciales para la enseñanza eficaz. Este capítulo tratará algunas de estas importantes áreas.

Al escoger entre los diversos métodos para emplear en la enseñanza, es importante recordar que los métodos y las técnicas son solo medios para un fin, y no un fin en sí mismos. Los maestros deben seleccionar los métodos que mejor ayuden a los alumnos a entender los contenidos, las doctrinas y los principios de un bloque de las Escrituras en particular y que facilita en la edificación y la aplicación. El tener presente el propósito por el que se utiliza una habilidad o técnica ayudará a los maestros a implementarla en forma más significativa. También es importante recordar que, sin el Espíritu, aun los métodos y los enfoques más eficaces de enseñanza no tendrán éxito.

Las preguntas

El formular preguntas eficaces es una de las habilidades más importantes que puede desarrollar un maestro. Las preguntas pueden involucrar a los alumnos en el proceso de entender las Escrituras y ayudarlos a reconocer y comprender las verdades importantes del Evangelio. Las preguntas pueden ayudar a los alumnos a reflexionar sobre cómo el Evangelio ha influido en su vida y a considerar cómo pueden poner en práctica los principios del Evangelio ahora y en el futuro. El formular preguntas eficaces puede alentar a los alumnos a invitar al Espíritu Santo a su experiencia de aprendizaje, por medio del ejercicio de su albedrío y al desempeñar su función en el proceso de aprendizaje.

Durante la preparación de la lección, vale la pena el gran esfuerzo de formular minuciosamente preguntas que conduzcan a la comprensión e involucren la mente y el corazón de los alumnos mientras aprenden. Al planificar las preguntas, un maestro debe determinar primeramente el propósito por el cual formula una pregunta en particular (por ejemplo, un maestro podría desear que los alumnos adquieran información sobre un pasaje de las Escrituras, que piensen en el significado del pasaje o que compartan su testimonio de la veracidad de un principio). Con ese propósito en mente, el maestro debe entonces esmerarse en diseñar la pregunta. Unas pocas palabras, cuidadosamente escogidas, pueden marcar una gran diferencia en el hecho de si una pregunta obtendrá los resultados deseados o no.

Los maestros deben procurar preparar y hacer preguntas que estimulen a pensar y sentir. Por lo general, deben evitar preguntas que puedan contestarse con un simple “sí” o “no”, o cuya respuesta sea tan obvia que no motive a los alumnos a pensar. Los maestros deben evitar también las preguntas que puedan originar controversias, ya que esto podría frustrar a los alumnos y generar contención en la clase, lo que ofende al Espíritu (véase 3 Nefi 11:29).

Al hacer preguntas en clase, es importante que los maestros concedan tiempo a los alumnos para pensar sus respuestas. Algunas veces, los maestros formulan una pregunta, esperan uno o dos segundos y, si nadie responde inmediatamente, entran en pánico y dan la respuesta ellos mismos. Las preguntas eficaces, sin embargo, exigen pensar y reflexionar, y los alumnos necesitan tiempo para hallar la respuesta en las Escrituras o para concebir una respuesta significativa. En ocasiones, puede resultar útil dar tiempo a los alumnos para escribir sus respuestas antes de responder.

Jesucristo, el Maestro de maestros, utilizó diferentes tipos de preguntas que alentaban a los demás a reflexionar y poner en práctica los principios que Él enseñaba. Sus preguntas variaban de acuerdo con lo que Él deseaba causar en la vida de las personas a las que estaba enseñando. Algunas preguntas animaban a quienes lo escuchaban a pensar y a remitirse a las Escrituras para hallar las respuestas, por ejemplo, cuando Él preguntó: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” (Lucas 10:26). Otras preguntas tenían la intención de fomentar el compromiso, por ejemplo, cuando preguntó: “¿Qué clase de hombres habéis de ser?” (3 Nefi 27:27).

Aunque existe una gran variedad de preguntas que un maestro puede hacer, hay cuatro tipos generales de preguntas que son de particular importancia en la enseñanza y el aprendizaje del Evangelio:

  1. Preguntas que invitan a los alumnos a escudriñar para hallar información

  2. Preguntas que llevan a los alumnos a analizar para entender

  3. Preguntas que inspiran sentimientos y testimonio

  4. Preguntas que fomentan la aplicación

Preguntas que invitan a los alumnos a escudriñar para hallar información

Imagen
una clase de alumnos

Las preguntas de escudriñar ayudan a los alumnos a construir su comprensión básica de las Escrituras, al invitarlos a buscar detalles importantes relacionados con el contenido del bloque de las Escrituras. Debido a que las preguntas de escudriñar animan a los alumnos a buscar información en un texto de las Escrituras, es útil que se hagan tales preguntas antes de leer los versículos donde se hallan las respuestas. Esto centra la atención de los alumnos y les permite descubrir las respuestas en el relato de las Escrituras.

Las preguntas de escudriñar suelen incluir palabras tales como quién, qué, cuándo, cómo, dónde y por qué. Algunos ejemplos de preguntas que invitan a los alumnos a escudriñar para hallar información incluyen:

Las respuestas a las preguntas de escudriñar deben establecer el fundamento sobre el cual puedan edificar los otros tipos de preguntas para propiciar una mayor comprensión y aplicación. La pregunta del Salvador: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mateo 16:13) aportó información de referencia. Las respuestas que dieron Sus discípulos los prepararon para la pregunta más profunda y conmovedora: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15).

Preguntas que llevan a los alumnos a analizar para entender

Habitualmente, las preguntas para analizar se formulan después de que los alumnos se han familiarizado con los versículos que están estudiando. Estas preguntas pueden invitar a los alumnos a procurar una comprensión más amplia y profunda de las Escrituras. También pueden ayudarlos a examinar las relaciones y los patrones o modelos y a descubrir contrastes en las Escrituras. Las preguntas para analizar casi siempre tienen más de una respuesta posible.

Imagen
lectura en clase

Las preguntas para analizar cumplen, por lo general, uno de tres propósitos. Pueden ayudar a los alumnos a hacer lo siguiente:

  • Entender mejor el contexto y el contenido de las Escrituras.

  • Reconocer los principios y las doctrinas del Evangelio.

  • Adquirir una comprensión más profunda de esos principios y doctrinas.

Ayudar a los alumnos a entender mejor el contexto y el contenido de las Escrituras. Las preguntas para analizar pueden ayudar a los alumnos a expandir su comprensión del texto y de los acontecimientos de las Escrituras y ayudarlos a examinar los pasajes en el contexto de sus antecedentes históricos y culturales, o a la luz de otros pasajes de las Escrituras. Tales preguntas también pueden ayudar a los alumnos a aclarar el significado de palabras y frases, así como ayudarlos a analizar los detalles del relato para darle más significado. Este proceso prepara a los alumnos para ser capaces de reconocer los principios y las doctrinas.

Algunos ejemplos de este tipo de preguntas son:

  • ¿Cómo nos ayuda la explicación de Jesús en Mateo 13:18–23 a comprender Sus enseñanzas en los versículos 3–8?

  • ¿Qué diferencias ven entre la reacción de Lamán y Lemuel y la de Nefi a las instrucciones del ángel? (véanse 1 Nefi 3:31; 4:1–7).

  • ¿Qué ocasionó la pérdida de las 116 páginas que motivó al Señor a aconsejar a José Smith: “No debiste haber temido al hombre más que a Dios”? (Doctrina y Convenios 3:7).

Ayudar a los alumnos a reconocer los principios y las doctrinas del Evangelio. A medida que los alumnos desarrollan su comprensión del contexto y del contenido de las Escrituras, son más capaces de reconocer los principios y las doctrinas que contienen. Las preguntas para analizar permiten a los alumnos llegar a conclusiones y articular con claridad los principios y las doctrinas que se hallan en el bloque de las Escrituras (véase la sección 2.5.1, “Reconocer las doctrinas y los principios”, en la página 26).

Algunos ejemplos de estas preguntas son:

  • ¿Qué principio se ilustra en el éxito de Nefi al obtener las planchas de bronce a pesar de las grandes dificultades? (véanse 1 Nefi 3–4).

  • ¿Qué doctrinas sobre la naturaleza de Dios podemos aprender de la Primera Visión? (véase José Smith—Historia 1:15–20).

  • ¿Qué lección aprendemos del esfuerzo de la mujer que padecía de flujo de sangre por llegar hasta el Salvador y de la respuesta que Él le dio? (véase Marcos 5:24–34).

Ayudar a los alumnos a adquirir una comprensión más profunda de esos principios y doctrinas. Además de reconocer los principios y las doctrinas, los alumnos deben comprenderlos antes de que puedan aplicarlos en forma significativa. Resultan especialmente útiles las preguntas que conducen a un entendimiento más claro del significado de un principio o una doctrina en particular, que alientan a los alumnos a pensar sobre un principio en un contexto actual o que invitan a los alumnos a explicar lo que comprenden acerca de un principio. A continuación se dan algunos ejemplos:

  • ¿Cuál sería una evidencia de que amamos a Dios con todo nuestro “poder, mente y fuerza”? (Moroni 10:32).

  • ¿Por qué el orar siempre los ayudará a obtener la fortaleza necesaria para vencer tentaciones tales como el hablar de manera descortés a los demás o el participar en formas de entretenimiento que son ofensivas para el Espíritu? (véase Doctrina y Convenios 10:5).

  • ¿Qué comportamientos y características esperarían ver en alguien que está edificando sobre el fundamento de Cristo? (véase Helamán 5:1–14).

  • Usando lo que hemos aprendido en Alma 40, ¿cómo explicarían ustedes la doctrina de la resurrección a un amigo que no es de nuestra fe?

Preguntas que inspiran sentimientos y testimonio

Algunas preguntas ayudan a los alumnos a pensar sobre los principios y las doctrinas del Evangelio y a entenderlos, mientras que otras pueden hacerlos reflexionar sobre experiencias espirituales y llevar a los alumnos a sentir más profundamente la veracidad e importancia de un principio o una doctrina del Evangelio en su vida. Muchas veces, esos sentimientos generan un deseo más fuerte en el corazón de los alumnos de vivir un principio del Evangelio con más fidelidad. En un discurso dirigido a los maestros de religión del SEI, el presidente Henry B. Eyring se refirió a estos tipos de preguntas cuando dijo:

Imagen
un alumno levantando la mano

“Algunas preguntas fomentan la inspiración: es el tipo de preguntas que formulan los grandes maestros. […] Esta pregunta quizás no favorezca la inspiración: ‘¿Cómo se reconoce a un profeta verdadero?’. Esa pregunta pide una respuesta que equivale a una lista, recuperada de la memoria, de las Escrituras y las palabras de los profetas vivientes. Muchos alumnos podrían participar en la respuesta. Muchos podrían hacer sugerencias cuando menos aceptables y conseguiríamos estimular las mentes.

“Pero también podríamos plantear la pregunta de la siguiente forma, con una pequeña modificación: ‘¿Cuándo han sentido que se encontraban en presencia de un profeta?’. Eso invitará a las personas a examinar sus recuerdos buscando sentimientos. Después de preguntar, convendría esperar unos instantes antes de pedirle a algún alumno en particular que responda. Incluso los que no hablen estarán pensando en experiencias espirituales. Esto invitará la presencia del Espíritu Santo” (véase “El Señor multiplicará la cosecha”, pág. 103).

Tales preguntas invitan a los alumnos a reflexionar sobre el pasado, “a examinar sus recuerdos en busca de sentimientos” y a pensar en experiencias espirituales relacionadas con la doctrina o el principio del Evangelio que se está analizando. A menudo, estas preguntas hacen que los alumnos compartan esos sentimientos y experiencias o den testimonio de una doctrina o un principio. Estas preguntas ayudan a llevar el Evangelio desde la mente de los alumnos a su corazón. Y cuando ellos sientan en el corazón la veracidad y la importancia de una doctrina o un principio del Evangelio, estarán más inclinados a ponerlo en práctica en su vida.

A continuación se muestran algunos ejemplos de preguntas que pueden inspirar sentimientos y testimonio:

  • ¿Cuándo han sentido la paz y el gozo que provienen de perdonar a alguien?

  • Piensen en alguna ocasión en la que el Señor guio sus decisiones porque confiaron en Él antes de fiarse de su propio conocimiento (véase Proverbios 3:5–6). ¿Cómo fueron bendecidos por hacerlo?

  • Si tuvieran la oportunidad de expresar su gratitud personalmente al Salvador por el sacrificio que ha hecho por ustedes, ¿qué le dirían?

  • ¿En qué forma su vida es diferente por motivo de lo que ocurrió en la Arboleda Sagrada?

  • ¿Cuándo han visto a otras personas reaccionar con fidelidad ante las pruebas? ¿Cómo ha influido eso en ustedes?

Pero hay que tener cuidado: Las respuestas a preguntas de esta naturaleza pueden tener un carácter particularmente personal y confidencial. Los maestros deben asegurarse de que los alumnos nunca se sientan forzados a contestar una pregunta, compartir sus sentimientos o experiencias o a dar testimonio. Además, los maestros deben ayudar a los alumnos a entender la naturaleza sagrada de las experiencias espirituales personales y animarlos a compartir esas experiencias de manera apropiada (véase Doctrina y Convenios 63:64).

Preguntas que fomentan la aplicación

En definitiva, el objeto de la enseñanza del Evangelio es ayudar a los alumnos a poner en práctica los principios y las doctrinas que se hallan en las Escrituras y a hacerse merecedores de las bendiciones prometidas a quienes sean fieles y obedientes. Los alumnos que están en capacidad de ver cómo han sido bendecidos por haber vivido los principios del Evangelio en el pasado estarán más deseosos y mejor preparados para ponerlos en práctica con éxito en el futuro. Las preguntas pueden desempeñar una función vital para ayudar a los alumnos a darse cuenta de cómo pueden aplicar esos principios en sus situaciones actuales y a pensar en cómo las pueden poner en práctica en el futuro.

A continuación se dan algunos ejemplos de preguntas que pueden ayudar a los alumnos a pensar específicamente sobre maneras en las que pueden poner en práctica los principios y las doctrinas en su vida:

  • ¿Qué cambios necesitarían hacer para santificar mejor el día de reposo a fin de conservarse más íntegramente sin mancha del mundo? (véase Doctrina y Convenios 59:9–13).

  • ¿Qué sería algo que el profeta haya aconsejado y que ustedes podrían seguir con mayor exactitud? (véase Alma 57:1–27).

  • ¿Cómo puede ayudarlos a priorizar sus metas y actividades de los próximos dos o tres años el principio que dice que si buscamos primeramente el Reino de Dios, seremos bendecidos en otras áreas de nuestra vida? (véase Mateo 6:33).

El análisis en clase

Los análisis significativos en clase desempeñan una función vital en la enseñanza y el aprendizaje del Evangelio. Un análisis en clase se lleva a cabo cuando el maestro intercambia verbalmente ideas con los alumnos, y estos entre sí, en una forma que estimule el aprendizaje. Un buen análisis puede ayudar a los alumnos a descubrir la importancia de buscar respuestas a las preguntas relevantes y el valor que tiene escuchar y aprender de los comentarios, las ideas y las experiencias de los demás. También puede ayudar a los alumnos a mantener un nivel de concentración y participación en clase, que a menudo redunda en una comprensión más profunda de las doctrinas y los principios del Evangelio que se analizan, así como en un deseo más genuino en el corazón de poner en práctica las cosas que aprenden y sienten.

Imagen
análisis en clase

A continuación se presentan algunas ideas para ayudar a los maestros a dirigir análisis en clase inspiradores y participativos:

Planificar el análisis. Al igual que otros métodos de enseñanza, un análisis se debe preparar cuidadosamente y luego dirigirlo bajo la influencia del Espíritu. El maestro debe pensar en cómo ayudará el análisis a los alumnos a entender lo que ellos deben aprender, qué series de preguntas conducirán a ese propósito, cómo formular esas preguntas de la forma más eficaz y cómo reaccionar ante una respuesta de un alumno que desvíe el análisis en una dirección no anticipada.

Evitar demasiados comentarios por parte del maestro. Los maestros que hacen demasiados comentarios sobre un tema de análisis podrían disuadir a los alumnos de hacer el esfuerzo por participar, porque se dan cuenta de que su maestro, por lo general, está ansioso por dar la respuesta. Los comentarios excesivos por parte del maestro pueden hacer sentir a los alumnos que sus contribuciones son menos valoradas y hacer que pierdan interés.

Invitar a todos los alumnos a participar. Los maestros deben procurar hallar maneras apropiadas de invitar a todos los alumnos a participar en análisis significativos, aun aquellos que, por diversas razones, no se deciden a participar. Los maestros deben cuidarse de no avergonzar a los alumnos, pidiéndoles que respondan algo cuando saben que no están preparados para responder.

En ocasiones, un alumno o un pequeño número de alumnos tienden a dominar el análisis en clase y podría ser necesario que los maestros conversen en privado con esas personas, les agradezcan su deseo de participar, les expresen cuán importante es animar a todos los integrantes de la clase a participar y les expliquen por qué no siempre se les dará la palabra cada vez que ellos se ofrezcan para responder.

Llamar a los alumnos por su nombre. El llamar a los alumnos por su nombre para que respondan una pregunta o hagan un comentario fomenta un ambiente de aprendizaje de amor y respeto.

No tener temor al silencio. A veces, al hacerles una pregunta eficaz, puede que los alumnos no respondan inmediatamente. Este silencio no debe preocupar al maestro, si no dura demasiado. Hay veces en que los alumnos necesitan una oportunidad para reflexionar sobre lo que se les ha preguntado y cómo pueden responder. Esa reflexión puede facilitar la instrucción por parte del Espíritu Santo.

Reformular la pregunta. En ocasiones, los alumnos podrían tener dificultades para responder la pregunta porque esta no es clara. El maestro podría tener que reformular la pregunta o preguntar a los alumnos si la comprenden. Los maestros deben evitar formular una serie de preguntas sucesivas sin permitir a los alumnos el debido tiempo para pensar sus respuestas en profundidad.

Escuchar atentamente y hacer preguntas de seguimiento. A veces, los maestros están tan preocupados por lo que van a decir o hacer, que no prestan atención a lo que los alumnos están diciendo. Al observar y escuchar atentamente a los alumnos, los maestros pueden discernir sus necesidades y conducir el análisis bajo la dirección del Espíritu Santo. Los maestros pueden asegurarse de entender las respuestas de los alumnos haciendo preguntas como estas: “¿Me puedes ayudar a entender lo que quieres decir?” o “¿Puedes darme un ejemplo de lo que quieres decir?”. El hacer estas preguntas de seguimiento invitará con frecuencia al alumno a hablar más acerca de lo que está pensando y sintiendo, y muchas veces propiciará un espíritu de testimonio en la respuesta. Los maestros deben recordar a los alumnos que se escuchen unos a otros y no conversen mientras alguien esté hablando.

Redirigir los comentarios o las preguntas de los alumnos. Muchas veces, los análisis en clase siguen un modelo en el cual el maestro formula una pregunta, un alumno responde y luego el maestro agrega sus reflexiones a la respuesta del alumno antes de proseguir con la siguiente pregunta. Los análisis pueden llegar a ser mucho más significativos, animados y eficaces cuando un maestro redirige una respuesta o un comentario de un alumno a otros alumnos. Las preguntas sencillas como “¿Qué agregarían a eso?” o “¿Qué piensan en cuanto a ese comentario?” pueden crear un modelo en el que los alumnos se respondan entre ellos. A menudo, esto expande significativamente la experiencia de aprendizaje. Por lo general, a menos que haya limitaciones de tiempo, todos los alumnos que deseen hacer un comentario deben tener la oportunidad de hablar.

Reconocer la respuesta en forma positiva. Cuando un alumno da una respuesta, el maestro debe reconocerla de alguna manera. Puede decir sencillamente “muchas gracias” o hacer algún comentario sobre la respuesta. Si se da una respuesta incorrecta, el maestro debe ser cuidadoso de no avergonzar al alumno. Un maestro eficaz puede desarrollar una parte del comentario del alumno que sea correcta o hacer otra pregunta que permita al alumno repensar su respuesta.

Leer juntos las Escrituras en clase

Leer las Escrituras en clase puede ayudar a los alumnos a familiarizarse con los versículos que están estudiando y a comprenderlos mejor. También los puede ayudar a sentirse más seguros de su habilidad de leer las Escrituras por sí solos. Los maestros deben cuidarse de no avergonzar a quienes no lean bien o sean muy tímidos. No se debe forzar a leer en voz alta a los alumnos que no lo deseen, pero los maestros deben animarlos a participar de otras maneras que les resulten más cómodas. Por ejemplo, el asignar a un alumno un breve pasaje de las Escrituras por anticipado, para que pueda practicar su lectura, puede ser una manera apropiada para ese alumno de participar en la clase.

Hay varias maneras de leer juntos las Escrituras en clase:

  • Pedir a los alumnos que lean en voz alta, bien sea uno por uno o al unísono.

  • Pedir que se lean unos a otros.

  • Pedir que lean un pasaje en silencio.

  • Asignar a varios alumnos para que lean las palabras que pronuncian los diversos personajes de un relato.

  • Leer en voz alta a los alumnos, mientras ellos siguen la lectura en su ejemplar de las Escrituras.

Presentación por el maestro

Si bien el hecho de que los alumnos participen de manera activa en el proceso de enseñanza es significativo para su comprensión y aplicación de las Escrituras, no sustituye la necesidad de que el maestro presente información en forma apropiada y en diversas ocasiones, mientras los alumnos escuchan. Para los fines de este manual, esos momentos en que el maestro habla y los alumnos escuchan los llamaremos “presentación por el maestro”. Bien empleada, la presentación por el maestro puede realzar los otros métodos de enseñanza; sin embargo, si se utiliza en exceso, esta actividad centrada en el maestro puede reducir la eficacia de la enseñanza y limitar las oportunidades de un alumno para aprender por el estudio y por la fe.

La presentación por el maestro puede resultar muy eficaz para resumir grandes cantidades de materia, presentar información nueva para los alumnos, hacer transiciones entre las diversas partes de la lección o extraer conclusiones. Un maestro podría tener que explicar, clarificar e ilustrar a fin de que los alumnos puedan comprender más claramente el contexto de un bloque de las Escrituras. Un maestro también podría hacer hincapié en doctrinas y principios fundamentales y exhortar a los alumnos a ponerlos en práctica. Quizás lo más importante sea que los maestros pueden testificar de las verdades del Evangelio y expresar su propio amor por el Padre Celestial y por Su Hijo.

Al usar la presentación por el maestro, al igual que con cualquier otro método de enseñanza, los maestros deben evaluar continuamente la receptividad de los alumnos, preguntándose cosas como: “¿Están mis alumnos interesados y enfocados?” y ¿Entienden mis alumnos lo que les estoy presentando?”. En definitiva, se determinará que este y cualquier otro método de enseñanza es eficaz si los alumnos están aprendiendo por el Espíritu, entendiendo las Escrituras y deseando poner en práctica lo que están aprendiendo.

Las ideas siguientes pueden ayudar a un maestro a emplear este método más eficazmente.

Planificar las partes de la lección en las que el maestro hará una presentación. En ocasiones, los maestros preparan meticulosamente otras partes de la lección, pero no prestan la misma atención a esas partes de la clase donde ellos serán quienes más hablen. Una de las preocupaciones en cuanto a las presentaciones por el maestro es que los alumnos puedan convertirse fácilmente en participantes pasivos en la experiencia de aprendizaje. Por lo tanto, la presentación por el maestro también requiere una cuidadosa planificación y preparación que abarca decidir cómo iniciar y cómo desarrollar la instrucción de manera lógica.

Imagen
una joven tomando notas

Al planificar la presentación, los maestros deben valorar detenidamente en qué partes es de particular importancia que los alumnos asuman una función activa. Por lo general, la importancia de que los alumnos participen de forma activa aumenta a medida que la lección avanza desde la comprensión del contexto y el contenido de un bloque de las Escrituras hasta el descubrimiento, el análisis y la aplicación de los principios y las doctrinas.

Combinar la presentación por el maestro con otros métodos. Un uso eficaz de las presentaciones por el maestro en el salón de clases consiste en usarlas como partes de un plan general de la lección que incorpora otros métodos y enfoques a la instrucción. La presentación debe ser lo suficientemente flexible como para permitir cambios si resulta evidente que los alumnos están aburridos o confundidos. De esta forma, aunque el maestro esté hablando, la atención permanece centrada en los alumnos y en el aprendizaje, y el maestro puede hacer las adaptaciones que sean necesarias. Alguien una vez asemejó las presentaciones por el maestro al hilo de un collar de perlas. Las perlas son los diversos métodos que emplea un maestro (preguntas, análisis, trabajo en grupos, presentaciones audiovisuales, etc.), pero están ensartadas y sostenidas juntas gracias a la presentación por el maestro y a sus explicaciones. El hilo por sí solo no hace que el collar resulte atractivo.

Imagen
un hombre enseñando

Utilizar una variedad apropiada. Hay maneras de introducir variedad a las presentaciones por el maestro. Los maestros pueden evitar la monotonía cambiando la inflexión, el tono y el volumen de la voz, y moviéndose por el salón a medida que avanza la presentación. También puede haber variedad en las clases de material que se presenten. Por ejemplo, los maestros pueden contar historias, emplear humor de manera apropiada, hacer referencias a imágenes u otras ilustraciones en el salón, leer citas, utilizar la pizarra y otras presentaciones audiovisuales y dar testimonio. La variedad apropiada en la presentación por el maestro siempre debería aumentar la habilidad de los alumnos para entender y poner en práctica las Escrituras.

Los relatos

Los relatos pueden ayudar a edificar la fe de los alumnos en el Evangelio de Jesucristo. Pueden despertar interés y ayudar a los alumnos a entender el Evangelio a través de experiencias vividas por otras personas. Los relatos pueden ser particularmente eficaces para ayudar a los alumnos a entender los principios del Evangelio que se han identificado dentro de un bloque de las Escrituras. Al ilustrar un principio del Evangelio en un contexto actual, además del contexto de las Escrituras, los relatos pueden ayudar a los alumnos a entender cómo se relaciona un principio del Evangelio con su vida, a la vez que los ayuda a sentir el deseo de ponerlo en práctica.

El élder Bruce R. McConkie enseñó: “Desde luego, no hay nada de malo en contar un relato moderno que promueva la fe, uno que haya ocurrido en nuestra dispensación. […] De hecho, se debe alentar esto fuertemente. Debemos hacer todo lo posible por mostrar que están ocurriendo las mismas cosas en las vidas de los santos hoy en día, como sucedió entre los fieles de la antigüedad. […]

“Quizás la forma perfecta de presentar relatos que promuevan la fe sea enseñar lo que se encuentra en las Escrituras y luego imprimirle un toque de la vida real relatando algo similar ocurrido en nuestra dispensación y a nuestra gente y, lo que sería ideal, a nosotros mismos” (“The How and Why of Faith-promoting Stories”, New Era, julio de 1978, págs. 4–5).

Los maestros pueden compartir relatos de la vida de los profetas y de la historia de la Iglesia, así como los que se encuentran en discursos de conferencia general y en las revistas de la Iglesia. También pueden compartir relatos verídicos de sus propias experiencias. Algunas de las experiencias de aprendizaje más significativas e impactantes se presentan cuando los maestros invitan a los alumnos a compartir relatos de sus propias vidas que ilustran en qué forma fueron bendecidos al vivir un principio del Evangelio.

Se deben tener en cuenta ciertas advertencias y consejos en cuanto al uso de los relatos:

  • Si el relatar historias se convierte en el método o la técnica dominante de enseñanza, los relatos pueden pasar a ser el centro de la lección, minimizando el tiempo para las Escrituras y dejando en segundo plano las doctrinas y los principios que estas enseñan.

  • El contar demasiados relatos de la vida del maestro puede resultar en su engrandecimiento personal y que este “se [constituya] a sí [mismo] como una luz al mundo” (2 Nefi 26:29).

  • Si bien los relatos pueden iluminar y dar vida a las enseñanzas de las Escrituras, y ayudan a los alumnos a sentir el poder del Espíritu, nunca deben utilizarse para ejercer manipulación emocional.

  • Los maestros deben tener cuidado de no exagerar los hechos de un relato de la vida real con el fin de hacerlo más espectacular o impactante.

  • Si un relato no es cierto (como los relatos humorísticos que ilustran un tema), se debe aclarar de entrada que no es una historia real.

Los análisis y asignaciones en grupos pequeños

A veces resulta beneficioso dividir la clase de dos en dos o en grupos pequeños para que los alumnos puedan participar en una actividad de aprendizaje o analizar algo juntos. Por lo general, las actividades en grupos pequeños permiten la participación de un número mayor de alumnos y proveen un ambiente seguro donde los alumnos pueden compartir sus sentimientos, ideas y testimonios los unos con los otros. Estas actividades pueden brindar oportunidades para que los alumnos se enseñen el Evangelio unos a otros, ayudándolos así a prepararse para enseñar el Evangelio en el futuro. Los análisis en grupos pequeños pueden involucrar eficazmente a quienes parecen estar perdiendo el interés y la concentración, así como permitir que los alumnos desarrollen habilidades para la comunicación y fortalezcan las relaciones sociales y espirituales apropiadas. También pueden infundir confianza en alumnos muy reservados, haciendo que participen más significativamente.

Imagen
estudio en grupo

Cuando se trabaja con los alumnos de dos en dos o en grupos pequeños, puede ser útil tener presente lo siguiente:

  • Antes de separar a los alumnos en grupos pequeños, los maestros deben proporcionar instrucciones claras de lo que se espera que hagan los alumnos durante la actividad. Suele ser útil tener estas instrucciones escritas en la pizarra o impresas en un volante que los alumnos puedan consultar durante la actividad.

  • Por lo general, las actividades de aprendizaje en grupos pequeños que son relevantes para las circunstancias y la vida de los alumnos fomentan más interés y participación.

  • Asignar a un alumno como líder en cada grupo, así como fijar un límite de tiempo, ayuda a que el grupo se concentre en la tarea. Las actividades en grupo muy extensas a menudo resultan en que los grupos terminen en diferentes momentos y se genere desorden en el salón de clases.

  • Generalmente, los alumnos participan en la actividad con mayor interés si previamente el maestro los invita a prepararse para compartir o enseñar en la clase algo de lo que hayan aprendido en la actividad. Esto también les brinda la oportunidad de practicar la enseñanza del Evangelio a los demás.

  • Muchas veces, los alumnos trabajan mejor en grupos si antes de dividirse escudriñan las Escrituras, leen una cita o realizan alguna tarea de manera individual.

  • En grupos de cinco alumnos o más, puede resultar difícil la participación individual significativa. Además, los grupos grandes usualmente tienen más dificultad para concentrarse en la tarea.

  • Trabajar en grupos pequeños puede que no sea el mejor método para contestar preguntas sencillas, debido al tiempo que requiere organizar a los alumnos en grupos.

  • Cuando las actividades en grupo se emplean en exceso, estas se vuelven menos eficaces.

Durante las asignaciones en grupos pequeños, los alumnos pueden distraerse del objetivo de la actividad, conversar sobre cuestiones personales o volverse superficiales en sus esfuerzos por aprender. Un maestro que se mantiene involucrado activamente, yendo de un grupo al otro y supervisando la actividad de aprendizaje, puede ayudar a los alumnos a centrarse en la tarea y a sacar el máximo provecho de la asignación.

Los ejercicios escritos

Los maestros deben invitar a los alumnos a participar en ejercicios escritos, tales como la toma de apuntes, asignaciones para el diario, hojas de ejercicios, reflexiones personales y ensayos. En ocasiones, el pedir a los alumnos que respondan por escrito a una pregunta que fomente la reflexión ayuda a profundizar y a aclarar sus ideas. Cuando se pide a los alumnos que respondan por escrito una pregunta antes de compartir sus pensamientos con la clase, se les concede tiempo para formular sus ideas y recibir impresiones del Espíritu Santo. Los alumnos podrían sentirse más inclinados a compartir sus ideas si las han escrito previamente, y lo que compartan, por lo general, será más significativo. Entre otras cosas, las asignaciones de redacción brindan a los alumnos la oportunidad de participar personalmente, recibir inspiración, prepararse para enseñar y compartir sus sentimientos con los demás, reconocer la mano del Señor en su vida y expresar su testimonio. Al decidir qué ejercicios escritos son apropiados para una experiencia de aprendizaje, los maestros deben considerar este principio que enseñó el élder David A. Bednar: “El anotar lo que aprendamos, lo que pensemos y sintamos al estudiar las Escrituras es otra forma de meditar y una invitación poderosa que extendemos al Espíritu Santo para que continúe dándonos instrucción” (“Porque las tenemos ante nuestros ojos”, Liahona, abril de 2006, pág. 20).

Imagen
un alumno escribiendo

Con alumnos más jóvenes o que tienen limitaciones en sus habilidades, hay que adaptar los ejercicios escritos a fin de ayudarlos a que puedan lograrlo. Por ejemplo, un maestro podría preparar un ejercicio de completar espacios en blanco en el que se proporciona más información al alumno y se requiere menos de su parte. Los maestros pueden ayudar a estos alumnos al enfocar la asignación de redacción en breves pasajes de las Escrituras o en preguntas específicas, y concediéndoles suficiente tiempo para completar la asignación.

Por lo general, los alumnos se benefician más de los ejercicios de redacción cuando se hace lo siguiente:

  • Los maestros proporcionan instrucciones claras por escrito que los alumnos pueden consultar durante la asignación.

  • La actividad centra sus pensamientos en verdades del Evangelio que son relevantes para sus circunstancias personales.

  • La actividad los ayuda a aplicar personalmente esas verdades.

  • Los alumnos reciben el apoyo y la asistencia del maestro durante todo el ejercicio de redacción.

  • Se fijan límites de tiempo acordes con la dificultad del ejercicio.

  • Se invita a los alumnos a explicar, compartir o testificar de algo que hayan aprendido de la actividad.

  • Se garantiza a los alumnos que los ejercicios escritos que se centren en sentimientos o compromisos personales no se compartirán con los demás, ni con el maestro, sin el permiso del alumno.

  • La actividad es una parte importante del plan de la lección y no se hace para “mantenerlos ocupados” ni como castigo por mal comportamiento.

  • Se proveen métodos alternativos para registrar las ideas y los pensamientos a los alumnos que tengan dificultad para escribir. Esto podría incluir el pedir a otro alumno que escriba o hacer una grabación de audio, entre otras posibilidades.

  • Este tipo de actividad no se debe utilizar en exceso.

La pizarra normal o blanca

Una pizarra normal o blanca bien preparada puede ser una evidencia de la preparación del maestro y contribuir al sentido de propósito en el salón de clases. El uso eficaz de la pizarra durante la lección prepara a los alumnos para aprender y fomenta la participación significativa, en especial de aquellos que tienden a aprender visualmente. Al usar la pizarra, los maestros deben recordar escribir de manera legible y suficientemente grande como para que todos lo vean, asegurándose de que todo esté bien espaciado y ordenado y resulte fácil de leer. Donde no haya una pizarra disponible, se puede utilizar en su lugar una hoja grande de papel, de cartón o de cartulina.

Imagen
una maestra delante de una pizarra blanca

El maestro puede hacer en la pizarra una reseña de los puntos principales o de los principios de la lección, elaborar un esquema de una doctrina o un acontecimiento, trazar mapas, dibujar diagramas, mostrar o dibujar ilustraciones de cosas de las Escrituras, crear gráficas de acontecimientos históricos, anotar aspectos relacionados con las Escrituras a medida que los alumnos los vayan hallando o realizar un sinfín de otras actividades que fomenten el aprendizaje.

Los objetos y las imágenes

Con frecuencia resulta difícil enseñar los aspectos intangibles del Evangelio. El utilizar objetos e imágenes puede ser una manera eficaz para que los maestros ayuden a los alumnos a entender principios espirituales. Por ejemplo, un objeto familiar como el jabón puede ayudar a los alumnos a entender un principio más abstracto como el arrepentimiento. El Salvador se refirió a menudo a objetos terrenales (tales como el pan, el agua, las velas y las perlas) para ayudar a quienes lo escuchaban a comprender los principios espirituales.

Imagen
una alumna sosteniendo una lámina

Se pueden utilizar objetos e imágenes con el fin de ayudar a los alumnos a visualizar el aspecto de las personas, los lugares, los acontecimientos, los objetos y los símbolos mencionados en las Escrituras. En lugar de limitarse a hablar acerca del yugo (véase Mateo 11:28–30), el maestro podría llevar un yugo a la clase, mostrar una fotografía o dibujarlo en la pizarra. Los alumnos podrían oler y tocar una flor al leer acerca de los “lirios del campo” (Mateo 6:28–29) o podrían probar el pan sin levadura.

Los objetos y las imágenes, incluidos los mapas y diagramas, pueden resultar eficaces para ayudar a los alumnos a visualizar, analizar y entender las Escrituras, en especial cuando se utilizan para fomentar el análisis. El exhibir un objeto o una imagen mientras los alumnos entran al salón de clases puede realzar el clima de aprendizaje e incentivar un espíritu de investigación entre los alumnos.

Se deben considerar dos advertencias en cuanto al uso de los objetos y las imágenes: primero, estos deben servir para reforzar el propósito de la lección y no distraer del mismo; segundo, el texto de las Escrituras debe ser la fuente del análisis en clase del contexto y los detalles de un acontecimiento, y no la interpretación de un artista sobre dicho acontecimiento o relato.

Las presentaciones audiovisuales y por computadora

Las Escrituras contienen numerosos relatos en los que el Señor ayuda a Sus hijos a entender Sus enseñanzas por medio de la vista y el sonido (véanse 1 Nefi 11–14; Doctrina y Convenios 76; Moisés 1:7–8, 27–29). Los recursos audiovisuales y tecnológicos, cuando se utilizan en forma apropiada y eficaz, pueden ayudar a los alumnos a entender mejor las Escrituras, así como a aprender y poner en práctica las verdades del Evangelio.

Los recursos audiovisuales pueden representar acontecimientos importantes de las Escrituras y pueden ayudar a los alumnos a visualizar y experimentar esos acontecimientos. Estos recursos pueden escenificar maneras en que las personas ponen en práctica los principios del Evangelio para superar sus desafíos y problemas, y pueden brindar oportunidades al Espíritu para dar testimonio de la verdad.

La tecnología informática permite a los maestros mostrar segmentos de video, exponer preguntas importantes, imágenes o citas de las Autoridades Generales, o resaltar principios y doctrinas reconocidos durante la lección. Las presentaciones por computadora se pueden usar en forma similar a las pizarras normales o blancas para reseñar los puntos principales de la lección, mostrar referencias de las Escrituras y dar instrucciones visuales en las actividades de aprendizaje en pares, grupos o individuales. El empleo de la tecnología de esta manera puede beneficiar a los alumnos que aprenden visualmente y puede ayudarlos a organizar y entender mejor lo que están aprendiendo.

Imagen
un maestro mostrando un video en una computadora portátil

El uso de recursos audiovisuales, informáticos o de otras tecnologías debe servir para hacer que la lección sea clara, interesante y memorable; no debe distraer a los alumnos de modo que no perciban las impresiones del Espíritu.

Las presentaciones audiovisuales sirven mejor al propósito de ayudar a los alumnos a aprender y poner en práctica los principios del Evangelio cuando se utilizan para estimular las ideas y los sentimientos, y para involucrar a los alumnos en el texto de las Escrituras. Puede ser de utilidad anotar en la pizarra cosas específicas que los alumnos deben buscar, o preguntas que deben considerar mientras miran o escuchan la presentación. También puede ser valioso hacer una pausa durante la presentación para hacer preguntas o dar información que ayude a los alumnos. Muchas veces, se necesita solo una parte de un recurso audiovisual para lograr el objetivo del maestro. Los maestros que incorporan otros métodos, tales como el análisis y los ejercicios escritos, en conjunto con el uso de medios tecnológicos, aumentan la probabilidad de que se entiendan e interioricen los principios del Evangelio. Donde esté disponible, el uso de los subtítulos en las presentaciones audiovisuales puede aumentar la comprensión y retención de los alumnos, en particular de los que tienen dificultad para oír.

Cuando se utilicen recursos audiovisuales o tecnología informática en una lección, los maestros deben instalar los equipos antes del inicio de la clase y asegurarse de que todo funcione correctamente. También deben asegurarse de que todos los alumnos puedan escuchar la presentación y verla desde sus asientos. Antes de la clase, los maestros deben preparar los recursos audiovisuales o la computadora para empezar en la ubicación correcta cuando se necesite en la lección. Asimismo, puede ser una buena idea que los maestros practiquen el uso de la tecnología para la presentación antes de usarla en la lección.

Pautas

Quizás más que cualquier otro método de enseñanza, el uso de los recursos audiovisuales y la tecnología conlleva algunos desafíos inherentes y posibles dificultades. Los maestros deben ser prudentes al decidir si una presentación audiovisual o en computadora sería apropiada y útil para la experiencia de aprendizaje. Apoyarse demasiado en estos recursos tecnológicos puede llevar a lecciones basadas en los recursos tecnológicos y mediáticos, en vez de estar basadas en las Escrituras y centradas en el alumno. Las preguntas siguientes pueden ayudar al maestro a decidir con prudencia en cuanto al uso de los recursos audiovisuales y computadoras:

  1. ¿Ayudará el recurso a los alumnos a aprender lo que es importante? Las presentaciones audiovisuales pueden resultar muy entretenidas o impresionantes para los alumnos, pero ¿contribuyen directamente a los propósitos de la lección y a lo que los alumnos necesitan aprender? Utilizar estos recursos para entretener o llenar el tiempo no son razones suficientes para su uso. Los maestros deben mirar o escuchar toda la presentación antes de utilizarla en la clase y asegurarse de que refuerce o apoye las Escrituras, las doctrinas y los principios enseñados en la lección.

  2. ¿Es un recurso de la lección o es su principal foco de atención? El élder Boyd K. Packer aconsejó: “Las ayudas audiovisuales en un salón de clases pueden llegar a ser una verdadera bendición o también una maldición, según la forma en que se usen. Se las puede comparar a condimentos que se emplean para cocinar, que se deben utilizar con cuidado para acentuar o agregar interés a una lección” (Teach Ye Diligently, edición revisada, 1991, pág. 265).

  3. ¿Es apropiado y está de acuerdo con las normas de la Iglesia? ¿Es edificante? Muchos materiales que se producen en el mundo ofrecen un buen mensaje, pero a menudo vienen con contenidos que no son deseables, que pueden ofender al Espíritu o que toleran conceptos que no están en armonía con las enseñanzas del Evangelio. No se debe utilizar un video o un segmento de audio, aun cuando fuere apropiado, si proviene de una fuente que contiene material inapropiado. Los materiales controversiales o sensacionalistas no edifican la fe ni el testimonio.

  4. ¿Se están vulnerando las leyes de derechos de autor u otras leyes pertinentes? Muchos videos, canciones y otros materiales de audio e imagen tienen restricciones de uso en virtud de las leyes de derechos de autor y los acuerdos de usuario. Es importante que todos los maestros y los líderes de Seminarios e Institutos respeten las leyes de derechos de autor del país en el que enseñan y acaten las leyes y obligaciones correspondientes, para que ni ellos ni la Iglesia se vean implicados en problemas legales.

Las pautas siguientes se aplican a los maestros y líderes de Seminarios e Institutos en todos los países.

El uso de materiales producidos por la Iglesia

A menos que se indique lo contrario en los materiales producidos por la Iglesia, los maestros y los líderes pueden copiar y exhibir películas, videos, imágenes y grabaciones musicales que fueron producidos por la Iglesia con fines no comerciales en la Iglesia y en Seminarios e Institutos. La música de Himnos, de Canciones para los niños y de las revistas de la Iglesia se puede utilizar con fines no comerciales en la Iglesia y en Seminarios e Institutos, excepto en los casos en que figure expresamente una restricción en el himno o canción. Los maestros y los líderes de Seminarios e Institutos pueden descargar y mostrar en clase materiales producidos por la Iglesia, a menos que una restricción indique lo contrario.

El uso de materiales no producidos por la Iglesia

Como regla general, no se deben descargar de internet programas, software y material audiovisual, ni mostrar en clase desde internet, a menos que se hayan adquirido las licencias correspondientes. A menos que un video, una canción u otro material audiovisual sea propiedad de la Iglesia, hay un riesgo significativo, en cualquier país, de que al mostrar ese material en clase se estén vulnerando las leyes de derechos de autor. Por lo tanto, como regla general, los líderes y los maestros de Seminarios e Institutos en todo el mundo no deberán mostrar en sus clases materiales que no sean producidos por la Iglesia.

La duplicación de material multimedia protegido por derechos de autor (tales como partituras y grabaciones musicales) constituye una vulneración directa de las leyes de derechos de autor, a menos que se tenga el permiso por escrito del propietario de los derechos de autor. El copiar la letra de una canción protegida por las leyes de derechos de autor también es ilegal si no se tiene el permiso correspondiente.

Las pautas siguientes reseñan específicamente algunas excepciones a las leyes de derechos de autor en los Estados Unidos, que permitirían a los maestros y a los líderes de Seminarios e Institutos en los Estados Unidos mostrar segmentos de video en clase sin obtener antes una licencia del propietario de los derechos de autor del video. Aunque existen excepciones similares en otros países, los maestros de Seminarios e Institutos deberán contactar con la Oficina de Propiedad Intelectual para determinar las leyes específicas y las excepciones que se aplican a su país en particular, antes de exhibir segmentos de videos producidos comercialmente o programas grabados cuando se emiten o desde internet.

El uso de videos producidos comercialmente. Las leyes de los Estados Unidos incluyen una excepción que permite a maestros y alumnos utilizar en clase videos producidos comercialmente sin comprar una licencia para ello. En este sentido, sin embargo, los videos producidos comercialmente se pueden usar de acuerdo con esta excepción únicamente si se cumplen todas las condiciones siguientes. El segmento de video mostrado debe: (a) ser de una copia hecha legalmente; (b) utilizarse en una situación de enseñanza cara a cara, lo que significa que un líder o un maestro de Seminarios e Institutos debe estar presente mientras se exhibe el segmento de video; (c) mostrarse en un salón de clases o un lugar similar dedicado a la instrucción; (d) mostrarse por parte de una organización educativa sin fines de lucro, tal como una clase de Seminario o Instituto; y (e) mostrarse con un fin educativo que esté directamente relacionado con el curso de estudio y no con fines de entretenimiento. La exhibición de productos multimedia comerciales, alquilados o comprados, antes, durante o después de la clase como mero entretenimiento es ilegal y deshonesto. Este sería casi siempre el caso cuando se exhibe una película completa.

El uso de programas grabados cuando se emiten. En los Estados Unidos, un programa de televisión que se ofrece al público general sin cargo alguno, y se graba cuando se emite o por cable, puede usarse en el salón de clases solamente si se cumplen las condiciones siguientes: (a) la grabación se guarda por menos de cuarenta y cinco días, tras lo cual se debe borrar inmediatamente; (b) la grabación se utiliza en el salón de clases solo durante los primeros diez días después de haber sido grabada (después de los primeros diez días, pero dentro del plazo de cuarenta y cinco días, se puede utilizar la grabación solo para su evaluación por parte del maestro o para determinar si se debe usar el programa en futuras lecciones); (c) se muestra la grabación solo una vez (dos veces solo en caso de ser necesario un refuerzo en la instrucción); (d) la grabación se muestra solamente en un salón de clases o en un lugar similar dedicado a la instrucción; (e) no se altera la totalidad del mensaje ni el contenido del programa; (f) la grabación no se debe duplicar con el fin de dársela a otras personas; (g) todas las copias deben tener el aviso de derechos de autor del programa, tal como se grabó; (h) el programa no se combina con segmentos (física o electrónicamente) de diferentes programas para crear un material compilado de enseñanza u otro producto.

Además de los requisitos mencionados, los fragmentos de videos producidos con fines comerciales y los programas grabados cuando se emiten o desde internet: (a) deben mostrar solamente una porción del video o programa; (b) deben utilizarse sin alteración alguna y no debe editarse el programa en sí; (c) no deben utilizarse de manera tal que sugiera que los creadores o propietarios del programa apoyan a la Iglesia, a Seminarios e Institutos o sus enseñanzas, ni que la Iglesia o Seminarios e Institutos apoyan el programa o a sus creadores o propietarios; (d) no deben utilizarse de manera que presuntamente hagan promoción de la Iglesia o de Seminarios e Institutos; y (e) deben utilizarse en consonancia con todas las restricciones de contenido conocidas y con las normas de la Iglesia.

Si los maestros o los líderes de Seminarios e Institutos tienen preguntas que no se hayan respondido en estas pautas, pueden consultar la sección 38.8.11, “Materiales con derecho de autor”, en Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Intellectual Property Office
50 E. North Temple Street, Room 1888
Salt Lake City, UT 84150-0018
Teléfono: 1-801-240-3959 o 1-800-453-3860, extensión 2-3959
Fax: 1-801-240-1187
Correo electrónico: cor-intellectualproperty@ldschurch.org

La música

La música, en especial los himnos de la Iglesia, puede desempeñar un papel importante para ayudar a los alumnos a sentir la influencia del Espíritu Santo en su experiencia de aprendizaje del Evangelio. En el prólogo del himnario de la Iglesia, la Primera Presidencia declaró: “La música inspiradora es una parte esencial de nuestras reuniones de la Iglesia. Los himnos invitan la presencia del Espíritu del Señor, inducen a la reverencia, nos ayudan a sentirnos más unidos y nos dan la oportunidad de alabar al Señor.

Imagen
una clase cantando un himno

“El canto de los himnos muchas veces es en sí un elocuente sermón. Los himnos nos instan a arrepentirnos y a hacer buenas obras, fortalecen nuestro testimonio y nuestra fe, nos consuelan cuando nos sentimos tristes o desesperanzados y nos inspiran a perseverar hasta el fin” (véase Himnos, pág. IX). El presidente Dallin H. Oaks enseñó: “Me pregunto si estamos aprovechando bien este elemento enviado del cielo en nuestras reuniones y clases y en nuestros hogares. […]

Imagen
una joven tocando el piano

“Nuestra música sacra es una preparación poderosa para la oración y para la enseñanza del Evangelio” (véase “Adoremos por medio de la música”, Liahona, enero de 1995, págs. 10, 13). Los maestros deben ayudar a los alumnos a entender la importancia de la música en la adoración y cómo puede contribuir a crear un clima donde el Espíritu puede actuar más eficazmente.

A continuación se indican algunas maneras en que los maestros pueden usar la música para acrecentar la experiencia de aprendizaje del Evangelio:

  • Tener música de inspiración de fondo cuando los alumnos entren en el salón de clases o mientras están trabajando en una asignación escrita.

  • Invitar y animar a los alumnos a participar en forma significativa cuando canten los himnos como clase.

  • Repasar los principios del Evangelio y ofrecer reflexiones adicionales durante la lección al cantar un himno o una estrofa de un himno que esté directamente relacionado con lo que se enseña ese día. Al final del himnario se encuentran un índice de referencias de las Escrituras y un índice de temas que pueden ser de gran utilidad en este sentido.

  • Proporcionar a los alumnos la oportunidad de leer las palabras de los himnos cuando esto los ayude a aumentar y expresar su testimonio de las doctrinas y los principios de Evangelio.

  • Invitar a los alumnos a presentar números musicales apropiados en clase.

Al tomar decisiones en cuanto al tipo de música que se usará en el salón de clases con cualquier propósito (música de fondo, Dominio de la doctrina o memorización), es importante recordar la siguiente advertencia del élder Boyd K. Packer: “Ha habido una serie de intentos de tomar los temas sagrados del Evangelio y unirlos con música moderna con la esperanza de atraer a nuestros jóvenes al mensaje […]. No sé cómo se puede hacer eso y producir un aumento de espiritualidad. Considero que no se puede hacer” (That All May Be Edified, 1982, pág. 279). En definitiva, es la responsabilidad del maestro asegurarse de que toda la música que se use en la experiencia de aprendizaje se ciña a las normas de la Iglesia y en ningún modo ofenda al Espíritu del Señor.

Consejos generales y advertencias

Si bien el deseo de establecer una buena relación con los alumnos es apropiado, el deseo de ser admirado, si no se reconoce ni se controla, podría causar que los maestros se preocupen más por lo que los alumnos piensan de ellos que por ayudarlos a aprender y progresar. Esto conduce a menudo a que los maestros utilicen métodos alternativos, con el fin de acrecentar su imagen a la vista de los alumnos, en vez de los métodos que invitan al Espíritu Santo. Los maestros que caen en esta trampa son culpables de superchería sacerdotal, porque “se constituy[e]n a sí mismos como una luz al mundo, con el fin de obtener lucro y alabanza del mundo” (2 Nefi 26:29). Los maestros deben cuidarse de que su uso del humor en clase, cuando cuentan relatos o emplean cualquier otro método, no sea para entretener, impresionar o ganar las alabanzas de los alumnos. La mira de todos los maestros de religión debe estar puesta en glorificar al Padre Celestial y conducir a sus alumnos a Jesucristo.

El presidente Howard W. Hunter enseñó: “Estoy seguro de que reconocen el peligro latente de tener tanta influencia y ser tan persuasivos, que sus alumnos lleguen a establecer una alianza con ustedes en lugar de hacerlo con el Evangelio. Bien, ese es un problema grande con el que tenemos que luchar; tenemos la esperanza de que todos ustedes sean maestros carismáticos, pero en ello existe un peligro muy real. Es por eso que ustedes deben invitar a sus alumnos a acudir ellos mismos a las Escrituras y no simplemente darles ustedes su interpretación y presentación de ellas. Es por eso que ustedes deben invitar a los alumnos a sentir el Espíritu del Señor, no solo darles la reflexión personal de ustedes en cuanto a ello. Por eso, en definitiva, deben invitar a sus alumnos a venir directamente a Cristo, no a alguien que enseñe Sus doctrinas, por muy hábilmente que lo haga. Ustedes no estarán siempre a disposición de esos alumnos. No pueden llevarlos de la mano después que han salido de la escuela secundaria o de la universidad. Y ustedes no necesitan discípulos personales” (véase “Inversiones eternas”, La enseñanza en Seminario, Lecturas de preparación para el maestro, 2006, pág. 22).

Adicionalmente, los consejos y advertencias siguientes se aplican a una variedad de métodos y situaciones de enseñanza:

  • El uso de la competencia. Los maestros deben tener cuidado con la utilización de la competencia en el salón de clases, en particular cuando los alumnos compiten individualmente entre ellos. La competencia puede conducir a la contención, el desaliento, la burla y la vergüenza, y hacer que el Espíritu se retire.

  • El refuerzo negativo. Los maestros deben ser prudentes a la hora de mostrar su desilusión con una clase o con un alumno en particular. La mayoría de los alumnos se sienten incompetentes hasta cierto punto y necesitan ser alentados y edificados, en vez de que se haga hincapié en sus defectos.

  • El sarcasmo. Expresado por un maestro hacia un alumno o por un alumno hacia otro, el sarcasmo casi siempre resulta negativo e hiriente, y puede llevar a la burla y a la pérdida del Espíritu.

  • La comunicación y el lenguaje inapropiados. Los maestros deben evitar gritar o discutir con los alumnos. Las blasfemias y las vulgaridades no tienen cabida en el ambiente de la educación religiosa.

  • El empleo de la fuerza física. Los maestros nunca deben emplear su fuerza física ni su estatura para intimidar ni obligar a un alumno a comportarse bien. Incluso los intercambios físicos en forma de juego pueden ser malinterpretados o convertirse en algo más grave. Los maestros solo deben involucrarse físicamente con un alumno cuando sea necesario proteger a otro alumno.

  • El género que se utiliza en el lenguaje. Los maestros deben estar alerta y ser sensibles al género que se utiliza en el lenguaje de las Escrituras. Algunos pasajes de las Escrituras están escritos en género masculino debido a los idiomas de los cuales se derivan. Los maestros deben indicar a los alumnos que algunos términos masculinos se refieren tanto a hombres como a mujeres. Cuando a Adán se le dijo que era preciso que “todos los hombres, en todas partes, se arrepientan” (Moisés 6:57), ciertamente el Señor estaba hablando tanto de los hombres como de las mujeres. Hay ocasiones en que las formas masculinas son específicas y precisas; por ejemplo, los miembros de la Trinidad son masculinos y las referencias a los deberes del sacerdocio se aplican a los hermanos.