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Sugerencias para diversas situaciones de enseñanza y grupos de alumnos


“Sugerencias para diversas situaciones de enseñanza y grupos de alumnos”, Enseñar a la manera del Salvador: Para todos los que enseñan en el hogar y en la Iglesia, 2022.

“Sugerencias para diversas situaciones de enseñanza y grupos de alumnos”, Enseñar a la manera del Salvador

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Hombres enseñando a una familia

Sugerencias para diversas situaciones de enseñanza y grupos de alumnos

Los principios de la enseñanza a la manera del Salvador pueden aplicarse a cualquier oportunidad de enseñanza: en el hogar, en la Iglesia y en cualquier otro lugar. Sin embargo, cada oportunidad tiene sus propias circunstancias. Esta sección ofrece sugerencias adicionales dirigidas a ciertos grupos de alumnos y situaciones de enseñanza en particular.

El hogar y la familia

El hogar es el mejor lugar para enseñar y aprender el Evangelio

El presidente Russell M. Nelson ha enseñado que el hogar debe ser el centro del aprendizaje del Evangelio (véase “Cómo ser Santos de los Últimos Días ejemplares”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 113). La enseñanza que se imparte en la Iglesia o en Seminario es valiosa y necesaria, pero tiene como fin apoyar la enseñanza que se imparte en el hogar. El entorno principal —y el mejor entorno— para el aprendizaje del Evangelio, tanto para nosotros como para nuestras familias, es el hogar.

Pero eso no significa que el buen aprendizaje del Evangelio ocurra automáticamente en el hogar, sino que requiere un esfuerzo diligente. El presidente Nelson ha sugerido que tal vez usted deba “transformar” o “remodelar su hogar”, no necesariamente derribando paredes o agregando nuevos pisos, sino quizás evaluando el espíritu general de su hogar, incluyendo su contribución a ese espíritu (véase “Cómo ser Santos de los Últimos Días ejemplares”, pág. 113). Por ejemplo, evalúe la música, los videos y otros medios de comunicación que se usan en su hogar, las imágenes en las paredes y la manera en que los miembros de su familia se hablan y se tratan entre sí. ¿Invitan a la influencia del Espíritu Santo? ¿Dedican tiempo a aprender el Evangelio individualmente y como familia? ¿Los miembros de la familia se sienten amados, seguros y cerca de Dios cuando están en su hogar?

Tal vez sienta que no tiene control sobre el ambiente espiritual que hay en su hogar. Si ese es el caso, procure ser la mejor influencia posible y pida ayuda al Señor. Él honrará sus esfuerzos justos. Cuando procura enseñar y aprender el Evangelio, aunque no vea los resultados deseados de inmediato, está teniendo éxito.

El aprendizaje en el hogar se basa en las relaciones

El principio “amar a quienes se enseña” se aplica a todos los entornos de enseñanza del Evangelio pero, en el hogar, el amor debe surgir de manera más natural y sentirse más profundamente. Aunque su hogar esté lejos de ser ideal, debe ser el centro de la enseñanza del Evangelio, porque allí es donde se forjan nuestras relaciones más duraderas. Puede que los maestros fuera del hogar tengan más experiencia o capacitación como maestros, pero nunca podrán replicar el potencial de las relaciones amorosas y eternas que existen en el hogar. Así que nutra esas relaciones, dedique el tiempo y el esfuerzo necesarios para escuchar a los miembros de su familia y desarrollar confianza y comprensión mutua. Esto ayudará a crear un cimiento firme para sus esfuerzos por enseñar y aprender el Evangelio en el hogar.

El aprendizaje en el hogar se puede planificar, pero también puede ser espontáneo

La mayoría de las clases de la Iglesia se imparten una vez a la semana, con un comienzo y un final programados, pero este no siempre es el caso en el hogar. Es posible que tenga una lección programada para la noche de hogar o el estudio familiar de las Escrituras, pero las oportunidades de enseñar en la familia con frecuencia surgen en momentos informales y cotidianos, mientras comen, hacen tareas, juegan, van al trabajo o a la escuela, leen un libro o ven una película juntos. Una tormenta puede ser una oportunidad para hablar del modo en que el Salvador nos protege de las tormentas espirituales. Un adolescente que debe tomar una decisión difícil puede estar listo para aprender acerca de la revelación personal. Un niño que tiene miedo puede beneficiarse de su testimonio acerca del Consolador. A los niños que se comportan mal o se maltratan unos a otros se les puede enseñar acerca del arrepentimiento y el perdón.

Dado que esos momentos surgen de forma inesperada, no es posible prepararse para ellos del mismo modo en que se prepararía para una típica lección pero, aun así, puede prepararse siendo sensible al Espíritu y esforzándose por “esta[r] siempre preparad[o]” (véase 1 Pedro 3:15). Cualquier momento puede convertirse en una oportunidad de enseñanza o aprendizaje.

El aprendizaje en el hogar consiste en esfuerzos pequeños, sencillos y constantes

A veces los padres se desaniman cuando sus intentos por enseñar el Evangelio en el hogar parecen no tener éxito. Si se toman en cuenta por separado, puede que una sola noche de hogar, una sesión de estudio de las Escrituras o una conversación sobre el Evangelio no parezcan dar mucho resultado, pero la acumulación de pequeños y sencillos esfuerzos que se repiten constantemente a lo largo del tiempo puede ser más potente y fortalecedora que un momento significativo ocasional o una lección histórica. “[T]odas las cosas tienen que acontecer en su hora”, ha dicho el Señor. “Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes” (véase Doctrina y Convenios 64:32–33; véase también Alma 37:6–7). Así que no se dé por vencido y no se preocupe por lograr algo grandioso cada vez. Simplemente sea constante en sus esfuerzos.

En el hogar, aprender y vivir van de la mano

En el hogar, el Evangelio cobra relevancia inmediata. Allí las personas con las que está aprendiendo el Evangelio son las personas con quienes lo vivirá todos los días. De hecho, vivir el Evangelio es el modo en que aprendemos el Evangelio la mayor parte del tiempo. Así que, a medida que aprenda y enseñe el Evangelio en el hogar, busque maneras de relacionar lo que está aprendiendo con lo que está haciendo. Permita que, en su hogar, el Evangelio sea algo que se esfuerzan por vivir, no solo algo de lo que habla.

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Mujer enseñando a niños

Las oportunidades de enseñar en la familia con frecuencia surgen en momentos informales y cotidianos.

Enseñar a los niños

Los niños necesitan variedad

Todos los niños son diferentes y, a medida que crecen, sus necesidades van cambiando. Variar sus métodos de enseñanza le ayudará a satisfacer esas necesidades diversas. Por ejemplo, podría utilizar las siguientes herramientas:

  • Relatos. Los relatos ayudan a que los niños comprendan la manera en que el Evangelio se aplica a la vida cotidiana. Utilice relatos de las Escrituras, de su propia vida, de su historia familiar o de las revistas de la Iglesia, especialmente relatos sobre el Salvador. Planifique maneras de hacer participar a los niños en el relato: sosteniendo láminas, repitiendo frases o representando algunas partes.

  • Ayudas visuales. Las láminas, los videos y los objetos pueden ayudar a los niños a comprender y recordar los principios del Evangelio. En la Biblioteca Multimedia de LaIglesiadeJesucristo.org se encuentran disponibles muchos videos e imágenes.

  • Música. Los himnos y otras canciones sagradas pueden ayudar a los niños a sentir el amor de Dios, a sentir el Espíritu y a aprender las verdades del Evangelio. Las melodías, los ritmos y las rimas sencillas les pueden ayudar a recordar verdades del Evangelio en el futuro. Al cantar con los niños, ayúdelos a descubrir y a comprender los principios que se enseñan en las canciones.

La mayoría de los niños aprenden mejor si hacen uso de varios sentidos. Busque maneras de ayudar a los niños a usar el sentido de la vista, el oído y el tacto mientras aprenden. ¡Incluso habrá situaciones en las que podrá encontrar la manera de usar también el sentido del olfato y del gusto!

Los niños son creativos

Cada vez que invita a los niños a dibujar, construir, colorear o escribir algo relacionado con un principio del Evangelio, les ayuda a comprender mejor ese principio y les brinda un recordatorio tangible de lo que han aprendido. Además, también pueden utilizar lo que han creado para compartir lo que aprendieron con otras personas. Cada ejemplar de la revista El Amigo incluye actividades creativas para los niños.

Los niños son curiosos

Cuando los niños hagan preguntas, considérelas como oportunidades, no como distracciones. Las preguntas de los niños son una indicación de que están listos para aprender, y sus preguntas le brindan perspectivas valiosas sobre lo que están pensando y sintiendo. Ayúdelos a entender que las respuestas a sus preguntas se pueden encontrar en las Escrituras y en las palabras de los profetas vivientes.

Los niños necesitan amor aun cuando están alborotados

En ocasiones, el comportamiento de algún niño interrumpe el aprendizaje de los demás. La mayoría de las alteraciones del comportamiento se deben necesidades que no están cubiertas. Cuando eso suceda, muestre paciencia, amor y comprensión hacia los desafíos que ese niño pudiera estar afrontando. Es posible que solo necesite que se le den más oportunidades de participar en la lección de forma positiva, ya sea sosteniendo una imagen, dibujando algo en la pizarra o leyendo un pasaje de las Escrituras.

Si el niño sigue alterado, podría resultar útil hablar con él en privado. Con un espíritu de amor y paciencia, explíquele las expectativas que usted tiene de él y dígale que confía en que puede cumplirlas. Elogie al niño o la niña cuando tome mejores decisiones.

Los niños tienen mucho que ofrecer

Cada vez que los niños aprenden algo nuevo, lo más natural es que deseen compartirlo con los demás. Estimule ese deseo dándoles oportunidades de enseñarse mutuamente los principios del Evangelio y de enseñárselos a sus familiares y amigos. Pídales también que compartan con usted sus ideas, sentimientos y experiencias relacionadas con los principios que les esté enseñando. Se dará cuenta de que sus contribuciones son sencillas, puras y poderosas.

Los niños pueden sentir el Espíritu, pero tal vez necesiten ayuda para reconocer Su influencia

Incluso los niños que aún no han recibido el don del Espíritu Santo pueden sentir Su influencia, especialmente cuando están aprendiendo acerca de Jesucristo y Su evangelio. Cuando toman decisiones correctas, ellos pueden sentir la aprobación del Salvador por medio del Espíritu. Enseñe a los niños acerca de las diferentes maneras en que el Espíritu se comunica con nosotros. Ayúdeles a reconocer Su voz a medida que Él les habla. Esto les ayudará a desarrollar el hábito de buscar y actuar de acuerdo con la revelación personal a lo largo de sus vidas.

Enseñar a los jóvenes

Los jóvenes tienen un gran potencial

Los jóvenes tienen el potencial de hacer cosas extraordinarias en el servicio al Señor. Muchas de las experiencias que se encuentran registradas en las Escrituras demuestran que Dios confía en la capacidad espiritual de los jóvenes. Si los jóvenes sienten que usted confía en ellos, aumentará su confianza en su propio potencial divino y le sorprenderá ver lo que ellos puedan lograr. Ayúdeles con amor a entender lo que el Padre Celestial sabe que ellos pueden llegar a ser. Siga el ejemplo del Salvador al continuar amándolos y animándolos, trabajando pacientemente con ellos y sin darse por vencido.

Los jóvenes están aprendiendo acerca de sí mismos

Los jóvenes a quienes usted enseña están estableciendo los cimientos de su testimonio; están en el proceso de descubrir sus creencias y convicciones; están tomando decisiones que afectarán el curso de sus vidas. Para sobrevivir espiritualmente en estos tiempos peligrosos y cumplir con la misión que el Señor tiene para ellos, los jóvenes a quienes enseña tendrán que saber cómo hallar fortaleza durante sus pruebas, respuestas a sus preguntas y valor para “ser testigos de Dios” (véase Mosíah 18:9).

Los jóvenes tienen un deseo cada vez mayor de aprender las cosas por medio del razonamiento y la experiencia, en lugar de aceptar simplemente lo que se les dice. Esto implica que, para enseñar a los jóvenes, se deben adquirir buenas técnicas para escuchar. Cuando los jóvenes se sientan comprendidos, serán más receptivos al consejo y a la guía. Asegúreles que el Señor los conoce y los ayudará a medida que luchen con dudas y pruebas. Ellos pueden ejercer su fe en Él al desarrollar el hábito diario de orar y estudiar las Escrituras, y al servir a los demás. Alentar a los jóvenes a participar en las clases de la Iglesia y a estudiar por sí mismos puede ayudarles a tener experiencias personales que edificarán su testimonio de su legado divino.

Muchos jóvenes se sienten cómodos con la tecnología

Si los jóvenes a quienes enseña tienen sus propios dispositivos electrónicos, recuerde que esos dispositivos también son herramientas para mejorar el aprendizaje. Enséñeles cómo utilizar las Escrituras en formato electrónico y otros recursos que se encuentran en Biblioteca del Evangelio. También puede enviar mensajes y vínculos a los jóvenes durante la semana a fin de ayudarles a prepararse para futuras lecciones.

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Una clase de Escuela Dominical

Los jóvenes necesitan comprender lo que el Padre Celestial sabe que ellos pueden llegar a ser.

Enseñar a los adultos

Los adultos pueden asumir la responsabilidad de su propio aprendizaje

Los alumnos adultos son capaces de actuar por sí mismos en lo que respecta al aprendizaje del Evangelio (véase 2 Nefi 2:26). Invítelos a prepararse para los análisis del Evangelio estudiando algo con anticipación y anímelos a compartir lo que están aprendiendo por el Espíritu. También podría preguntarles a qué principios del Evangelio les gustaría dedicar un tiempo para aprender juntos.

Los adultos recurren a sus propias experiencias cuando aprenden

Job afirmó: “En los ancianos está la sabiduría; y en la larga edad, el entendimiento” (véase Job 12:12). Por lo general, la sabiduría y el entendimiento espiritual se reciben después de años de experiencia. Al enseñar a los adultos, invítelos a compartir experiencias que hayan edificado su fe en el Padre Celestial y en Jesucristo. Esto les dará oportunidades de testificar de cómo han llegado a saber que los principios del Evangelio que están estudiando son verdaderos. Compartir experiencias también fortalecerá las relaciones entre las personas a quienes enseña, ayudando a que “todos sean edificados de todos” (véase Doctrina y Convenios 88:122).

Los adultos buscan una aplicación práctica

Los adultos a quienes enseña puede que desempeñen muchas funciones y responsabilidades en sus profesiones, comunidades, llamamientos de la Iglesia y familias. Cuando estudian el Evangelio, a menudo piensan en cómo lo que están aprendiendo puede ayudarles en esas funciones. Invítelos a reconocer el modo en que la palabra de Dios es relevante en sus circunstancias particulares. Para ello puede preguntarles de qué manera los principios del Evangelio son significativos para ellos y cómo se aplican a su vida.

Los adultos pueden pensar de maneras complejas

Debido a su experiencia y conocimiento, los adultos saben que no siempre hay respuestas fáciles a las preguntas sobre el Evangelio. Ellos pueden valorar que un pasaje de las Escrituras tenga varios significados y pueden aplicar un principio del Evangelio a diversas situaciones de la vida. Invítelos a meditar en la forma en que los principios del Evangelio se relacionan entre sí y con lo que está sucediendo en sus vidas. Fomente la participación y el análisis para que puedan aprender de las perspectivas únicas de los demás.

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Una mujer enseña una clase

Los adultos pueden compartir muchas experiencias que han edificado su fe en el Padre Celestial y en Jesucristo.

Enseñar a personas con discapacidades

Ayude a cada persona a crecer y progresar

José Smith enseñó: “Todas las mentes y todos los espíritus que Dios ha enviado al mundo son susceptibles de crecimiento” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 221). Dé por hecho que todos los hijos de Dios son capaces de aumentar en conocimiento y progresar. Pida al Señor que le ayude a saber cómo ayudar a cada persona.

Conozca las necesidades específicas

Hable con los alumnos o con sus padres o cuidadores. Averigüe de qué manera aprende mejor cada alumno y qué estrategias resultan más efectivas. También podría deliberar en consejo con otros líderes y maestros que tengan experiencia y conocimiento que aportar. Para ver estrategias de enseñanza útiles, consulte disabilities.ChurchofJesusChrist.org.

Cree un ambiente propicio para aprender

Cree una atmósfera positiva en el aula, donde cada persona se sienta segura y amada. No suponga que todos los alumnos con discapacidades son iguales, y trate a cada persona con amor y respeto. Aliente a los demás a ser amables y tolerantes.

Asegúrese de que todos puedan participar

Se pueden hacer pequeños cambios en las actividades para asegurarse de que todos los alumnos pueden aprender, incluso los que tienen limitaciones físicas o dificultades de aprendizaje. Por ejemplo, si una actividad sugiere mostrar una ilustración, podrían en cambio entonar una canción sobre el tema a fin de incluir a los alumnos que tengan discapacidad visual.

Establezca una estructura y rutinas consistentes

Una manera de establecer una rutina es crear un póster con un horario; en él se podrían incluir las oraciones, el tiempo de la lección y el tiempo para actividades. Seguir un horario puede ayudar a reducir los sentimientos de incertidumbre y ansiedad de algunos alumnos.

Comprenda el origen de las conductas que suponen un desafío

Aprenda sobre las discapacidades o las circunstancias que podrían hacer que una persona se comportara de manera inapropiada. Ponga mucha atención a lo que está sucediendo cuando surge una conducta que supone un desafío. Estudie en oración cómo modificar la situación a fin de apoyar mejor a los alumnos.

Para obtener más información en cuanto a la manera de enseñar a personas con discapacidades, consulte disabilities.ChurchofJesusChrist.org.

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Una clase de Mujeres Jóvenes

Los maestros pueden crear un ambiente de aprendizaje positivo donde todos se sientan aceptados y amados.

Enseñanza virtual

Familiarícese con la tecnología

Antes de la clase o de la reunión, dedique algo de tiempo a familiarizarse con la tecnología que va a utilizar. Explore algunas de sus características, por ejemplo cómo compartir videos o imágenes. Considere la posibilidad de organizar una reunión “de prueba” con familiares o amigos.

La mayoría de los barrios y las estacas tienen un especialista en tecnología, y puede que usted conozca a otras personas que tengan experiencia con reuniones virtuales; pídales consejo y ayuda.

Elimine posibles distracciones

Si es posible, busque un lugar tranquilo para llevar a cabo la reunión. Los ruidos de fondo pueden provocar distracciones. Anime a los alumnos a hacer lo mismo y a mantener sus micrófonos en silencio si no están hablando.

Use la cámara

Si es posible, mantenga su cámara encendida para que los alumnos puedan ver su rostro. Invite a los alumnos (pero no les exija) a mantener sus cámaras encendidas también. Esto puede ayudar a crear un espíritu de unidad y apoyo mutuo.

Utilice la función de chat virtual

Muchos programas de reunión virtual permiten a los participantes escribir preguntas o comentarios en una ventana de chat. Algunos también permiten que los participantes levanten la mano de forma virtual. Explique estas funciones a los alumnos. Tal vez desee dar a alguien la asignación de estar pendiente de los comentarios del chat o de las manos en alto para que usted pueda centrar su atención en el análisis.

Busque maneras de hacer que los alumnos participen

En ocasiones, los entornos virtuales de aprendizaje dificultan que las personas se vean y escuchen. Haga un esfuerzo consciente para que quienes tengan el deseo de participar puedan hacerlo. A veces eso significa crear grupos más pequeños (por ejemplo, dividir una clase grande de la Escuela Dominical); otras veces significa pedir de antemano a los alumnos que participen de una manera específica. No permita que las limitaciones de la tecnología le hagan olvidar o pasar por alto a personas que están ansiosas y dispuestas a aprender.