2006
Seguir al Profeta
marzo de 2006


Tiempo para compartir

Seguir al Profeta

“Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).

Cuando George Albert Smith (1870–1951) era Presidente de la Iglesia, enseñó a los miembros de ella a donar trabajo, alimentos, ropa y dar de comer a los demás. Tras la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Europa se morían de hambre, por lo que el presidente Smith fue a ver al presidente de los Estados Unidos a fin de pedirle ayuda para enviar comida y ropa a esa gente. Debido a que los miembros de la Iglesia habían producido alimentos y habían donado ropa bajo el programa de bienestar, la Iglesia tenía suficiente para ayudar a los necesitados. El gobierno de los Estados Unidos estuvo de acuerdo en enviar comida y ropa, lo cual ayudó a mucha gente de Europa.

Los miembros de la Iglesia siguieron al profeta, y de buena gana donaron trabajo, comida y ropa. Cuando llegó el tiempo de gran necesidad, la Iglesia estuvo preparada para ayudar. Muchas personas de Europa fueron bendecidas porque los miembros de la Iglesia siguieron al profeta.

Somos bendecidos por tener un profeta viviente; nuestro profeta nos enseña a vestir de forma modesta, a leer, a ver y a escuchar únicamente las cosas que le son agradables a nuestro Padre Celestial. Cuando hacemos esas cosas, somos protegidos de las muchas cosas malas del mundo. Nuestro profeta nos enseña a ser amigables y bondadosos con todos. Jesús nos dice que cuando somos buenos y servimos a los demás, lo estamos sirviendo a Él. El profeta nos alienta a leer las Escrituras, porque en ellas aprendemos acerca de nuestro Padre Celestial y de Jesús. Aprendemos que si guardamos los mandamientos, seremos bendecidos. El profeta nos enseña lo que nuestro Padre Celestial desea que hagamos. Si seguimos al profeta, nuestro Padre Celestial nos bendecirá.

Figuras de profetas

Para armar las figuras de profetas, pega la página A4 sobre cartulina gruesa; recorta las figuras y pega cada una de ellas a un palito. Utiliza las figuras para contar relatos sobre cada profeta o para cantar “Sigue al Profeta” (Canciones para los Niños, pág. 58).

Nota: Si no desea retirar las páginas de la revista, se puede copiar o calcar esta actividad o imprimirla desde www.lds.org en Internet. Para el idioma inglés, haga clic en “Gospel Library”. Para otros idiomas, haga clic en el mapamundi.

Ideas del Tiempo para compartir

  1. 1. Invite a tres o cuatro miembros del barrio a participar en una deliberación de mesa redonda (véase La enseñanza: el llamamiento más importante, pág. 186), en cuanto a los profetas que hayan influido en ellos. De antemano, déles ejemplos de las preguntas que les hará, como por ejemplo: ¿Cuál profeta de las Escrituras les sirve de inspiración? ¿Qué les enseña ese profeta? En la vida de ustedes, ¿cuáles fueron algunos de los profetas de los últimos días? Relate alguna experiencia que haya tenido al escuchar a uno de esos profetas y llegar a saber lo que nuestro Padre Celestial deseaba que usted hiciera. Mencione alguna cosa que el profeta nos haya pedido hacer durante la última conferencia general. Deje tiempo al final de la deliberación para que los niños hagan preguntas o hablen acerca de los sentimientos o de las experiencias que hayan tenido con su familia al seguir al profeta. Testifique que usted sabe que el profeta habla en nombre del Señor.

  2. 2. Coloque en la pizarra el póster Mis Normas del Evangelio. De la revista Liahona (noviembre de 2005), donde aparecen los discursos de la última conferencia general, elija cuatro discursos pronunciados por el profeta o los apóstoles. Diga el nombre del discursante, muestre su fotografía y enseñe los principios de dichos discursos. Pida a los niños que, si es posible, hagan coincidir el principio a uno de los que se encuentran en Mis Normas del Evangelio. Haga que los niños se vayan pasando una pelota pequeña a medida que canten un himno o una canción acerca de los profetas; de vez en cuando detenga la música y pida al niño o a la niña que tenga la pelota que mencione algo que puede hacer para vivir los principios que se enseñan en los discursos de la conferencia. Aliente a los niños a escuchar la conferencia general.