2011
El llamamiento
Julio de 2011


El llamamiento

“…construi[d] una casa a mi nombre en este lugar, para que probéis ante mí que sois fieles en todas las cosas que os mando” ( D. y C. 124:55).

“Isaac, Isaac”. Era la voz de su madre. “Tu padre te necesita en el corral”.

Isaac levantó la cabeza y miró por la ventana. Efectivamente, el sol estaba saliendo y eso significaba que era la hora para realizar los quehaceres. Isaac salió de la cama torpemente y agarró su camisa. Podía oír el mugido de los bueyes.

Al salir por la puerta de la cocina, vio a su papá que guiaba al viejo Taurus por el portón.

“¿Adónde vas tan temprano, papá?”, preguntó Isaac.

“Sólo hasta el cerco. Necesito que sujetes el cubo del grano para que Taurus se quede quieto”.

El buey bramó, como preguntando: “¿Qué pasa esta mañana?”. Pero cuando Isaac le colocó el cubo debajo de la nariz, Taurus se calmó y comenzó a lamer el grano con su lengua larga. Mientras el buey comía, el papá ataba firmemente el cabestro al cerco.

Cuando la mamá salió por la puerta de entrada, el papá le preguntó: “Tengo un proyecto especial, Emeline. ¿Me podrías traer el lápiz ancho de carpintero del escritorio?”.

Cuando ella regresó con el lápiz, él colocó unas tablas en el piso. Entonces, después de mirar detenidamente a Taurus, comenzó a dibujar en la madera lisa y amarilla.

“¿Qué estás haciendo, papá?”, preguntó Isaac.

“Al hermano Fordham y a mí se nos ha dado una importante asignación para el templo”, le explicó el papá. “Vamos a ayudar a construir las doce estatuas de bueyes que sostienen la pila del bautisterio. Estoy dibujando el diseño, y Taurus es mi modelo”.

Al oír su nombre, Taurus levantó la cabeza, pero luego siguió comiendo.

Isaac observó a su padre trazar líneas largas y anchas. “Eso está pareciéndose a Taurus”, dijo Isaac. “Pero, ¿por qué lo elegiste a él?”.

“Porque es fuerte y el mejor buey que he visto. ¿Ves cómo está ahí de pie? Parece que se da cuenta de su importancia; y también es obediente”.

“Este proyecto es un llamamiento muy especial papá, ¿verdad?”.

“Sí, hijo, lo es. Estoy agradecido porque se me ha pedido que ayude”.

Isaac acarició el cuello de Taurus. Podía sentir los fuertes músculos del animal. “¡Qué honor para ti, viejo amigo!”, le susurró.

Isaac terminó rápidamente sus quehaceres; incluso hizo las acostumbradas dos docenas de pinzas de madera para la ropa más rápido de lo normal. Sabía que cuando terminara podría hacer lo que quisiera.

Ese día, Isaac quería dibujar. Sus padres le habían dado permiso para dibujar en la chimenea del hogar usando trozos de carbón de los troncos quemados. El carbón se lavaba fácilmente y lo podía usar para hacer líneas anchas o angostas.

Mientras Isaac dibujaba a Taurus, pensó en su padre y en el hermoso templo que se estaba construyendo en Nauvoo. Si Isaac era fuerte y obediente como Taurus, quizás el Señor lo eligiera para trabajar en el templo, igual que a su padre.

Ilustración por Jim Madsen.