Historia de la Iglesia
“Dios sabe cómo llegar al corazón de cada uno”


“Dios sabe cómo llegar al corazón de cada uno”

En 1947, los misioneros Santos de los Últimos Días de la Misión Mexicana comenzaron a predicar el Evangelio restaurado en Costa Rica. Ese mismo año, Uriel Quesada fue bautizado. En 1948, los misioneros visitantes abandonaron el país debido a la guerra civil, pero en 1949 llegaron nuevos misioneros y la obra continuó en San José. Eufemia Jiminez, Misael Alfaro y Surama Segura y su hermana menor, Deera, fueron algunas de las personas que se bautizaron en la Rama San José en esa época.

Deera Segura trabajaba en una oficina con su amiga Alicia Brenes. Alicia provenía de una familia combinada con veintiún niños. Ella ayudaba a mantenerlos con su trabajo. Antes de que Deera fuera bautizada, a ella y a Alicia les gustaba ir juntas al cine o ir de tiendas los domingos que no trabajaban. Sin embargo, cuando Deera comenzó a asistir a la Iglesia, solo veía a Alicia en el trabajo.

Deera quería pasar tiempo con su amiga e invitarla a la Iglesia, pero sabía que Alicia, una católica devota, no estaría interesada en asistir a las reuniones sacramentales. Deera prefirió invitarla a una actividad durante la semana y le aseguró que no se trataba de un servicio religioso. Más bien, los participantes tocaban la guitarra y cantaban.

Cuando Alicia asistió a la actividad, los resultados no fueron los esperados. “No me gustó”, dijo sinceramente. Sin embargo, cuando se marchaba esa noche, pasó junto a un buzón con folletos que contaban la historia de José Smith, la Primera Visión y la Restauración. Ella tomó uno al salir, sin pensar que esa simple acción cambiaría el curso de su vida. “Dios sabe cómo llegar al corazón de cada uno”, señaló ella.

Lo que siguió fue “una experiencia inolvidable”. En lugar de asistir a la misa católica habitual esa noche, Alicia leyó el folleto. Ella sintió al Espíritu testificar de la veracidad de la Primera Visión y del llamamiento profético de José Smith. “Me tocó profundamente el corazón”, comentó ella. Poco después, se puso en contacto con los misioneros.

Alicia quería recibir las lecciones en su casa, pero cuando llegaron los misioneros, su madre, Leticia Brenes, les exigió que se fueran. Sin desanimarse, Alicia caminó todos los días desde el trabajo hasta el lugar de reuniones de la Iglesia para asistir a las lecciones con los misioneros.

Leticia no estaba de acuerdo con el interés de su hija en la Iglesia y pensó que Alicia tal vez estaba siendo influida por el diablo. Durante más de un año, Leticia se negó a otorgar a Alicia el permiso para ser bautizada. Alicia entró en las aguas del bautismo en 1951, cuando tenía veinte años.

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Alicia Brenes con la Rama San José

No mucho después de unirse a la Iglesia, Alicia se sintió triste cuando uno de los misioneros le preguntó si le gustaría servir en una misión. “Solo dije que sí”, contó Alicia, “sin pensar que yo ayudaba a proveer para mi familia”. Ella dejó su puesto de trabajo y se convirtió en la primera mujer costarricense en servir en una misión de tiempo completo en la Iglesia. Prestó servicio en Guatemala y El Salvador en 1953 y 1954. Para su sorpresa, cuando regresó a casa, su antiguo trabajo estaba esperándola.