Historia de la Iglesia
Una reunión impactante


Una reunión impactante

En 1985, el hijo de Julián Cruz falleció en un trágico accidente en Brasilito, Costa Rica. Los vecinos se unieron para acompañar en su dolor a la devastada familia. Uno de estos vecinos, un pescador llamado Francisco Orozco, fue testigo de la angustia del padre lamentándose por la pérdida de su hijo.

Dos de los amigos que acompañaron a los Cruz fueron Sandy y Dick Boucher, Santos de los Últimos Días expatriados, que residían temporalmente en la zona. Mientras Sandy consolaba a Julián, sosteniéndolo, compartió su testimonio de las familias eternas y dijo a Julián que su hijo estaba feliz y con los miembros de su familia que habían fallecido antes que él. Ella no podía imaginar que sus palabras, pronunciadas para consolar a Julián, tocarían el corazón de otra persona y que ayudarían a establecer la Iglesia en Brasilito.

Las palabras de Sandy conmovieron a Francisco. Él creyó que el mensaje era verdadero y quiso saber más. Se acercó a Sandy y le preguntó cómo podía aprender más sobre la fe que ella profesaba. Ella le respondió que regresaría en compañía de misioneros, quienes podrían enseñarle las doctrinas de la Iglesia.

Francisco difundió con entusiasmo las noticias de la próxima visita de los misioneros porque quería convocar a tantas personas como fuera posible para escuchar este mensaje sobre las familias eternas. Fue de puerta en puerta en Brasilito, invitando a cuantos veía a acompañarlo para cuando llegaran los misioneros. Cuando los misioneros llegaron a Brasilito a enseñar la primera lección, los esperaba un gran grupo de 145 personas que Francisco había convocado.

Para que todos pudieran entrar, la reunión se tuvo que trasladar de una vivienda a un restaurante de la localidad que estaba al aire libre. Después de escuchar las enseñanzas durante dos días, veintitrés de las personas que escuchaban el mensaje quisieron ser bautizadas y, en un plazo de dos semanas, otras cincuenta y tres personas manifestaron interés en unirse a la Iglesia. Poco después, gracias a los esfuerzos de Francisco, se estableció la Rama Brasilito.

El deseo de Francisco de difundir las buenas nuevas ayudó a establecer la Iglesia en la región. Posteriormente, cuando se cerró la Rama Brasilito, los miembros se mudaron a la vecina Santa Cruz para incorporarse a la rama recién establecida allí. En 1994, finalizó la construcción de una capilla en Santa Cruz, lo que marcó un hito para la Iglesia en la región. Más de cien santos asistieron a la dedicación, una reunión que fue posible, en parte, gracias a la reunión que Francisco había organizado nueve años antes en Brasilito.