Historia de la Iglesia
Hallar refugio


“Hallar refugio”, Historias mundiales: Alemania, 2021

“Hallar refugio”, Historias mundiales: Alemania

Hallar refugio

A finales de la década de 1930, en Alemania vivían 13 500 Santos de los Últimos Días. La Misión Alemana Oriental, con sede en Berlín, brindó apoyo a más de 7000 Santos de los Últimos Días de habla alemana que vivían en partes de Prusia, Silesia, Sajonia, Pomerania, Lituania y Polonia.

Con el ascenso del partido nazi y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los funcionarios del Gobierno y del partido asistían ocasionalmente a las reuniones. Se prohibieron las Escrituras, los himnos y otros materiales que hacían referencia a Sion o Israel. Ernst Eichler, que vivía en Danzig, en Prusia Occidental (Gdansk, Polonia, hoy en día), fue interrogado por la Gestapo tres veces en relación con su “iglesia estadounidense”. Confiando en que el Señor proporcionaría las mejores respuestas, Ernst fue liberado en cada ocasión.

En 1945, Paul Langheinrich, consejero de la presidencia de la Misión Alemana Oriental, escribió desde Berlín aconsejando a los santos de Danzig que huyeran a Occidente. Sin embargo, al presidente de rama, Willi Horn, le preocupaba que los miembros ancianos hicieran un viaje tan difícil, por lo que aconsejó a los santos que tuvieran fe y permanecieran en Danzig. Algunos de ellos se quedaron.

Los alimentos, la ropa y el combustible, que ya eran escasos, se hicieron aún más difíciles de conseguir. El agua la obtenían de la nieve derretida. Las sirenas que alertaban de ataques aéreos sonaban por la noche y, posteriormente, también durante el día, hasta que, según Margarete Eichler, los bombardeos no dejaron a nadie que pudiera hacer sonar la alarma.

Una mañana, a pesar del peligro, unos niños, Lilly y Ernst Eichler, salieron a recoger patatas abandonadas en el camino. Los aviones aliados los vieron y bombardearon la calle. Los niños se refugiaron en los arbustos y escaparon del primer ataque. Tomando su bolsa de patatas, corrieron hacia su casa, tomando atajos a través de los jardines del vecindario. Cuando los aviones regresaron, los niños se agazaparon en la entrada de una casa hasta que pudieron regresar a casa a salvo.

Al terminar la guerra, muchos santos que vivían en el este se vieron obligados a huir. Junto con muchos otros santos, los Eichler emprendieron el difícil viaje hacia el oeste. “Lo hemos perdido todo”, le dijo Ernst a Elsa Langheinrich, la esposa de Paul, cuando llegaron a la casa de la misión en Berlín. “No tenemos casa ni comida, y suplicamos ayuda”. Elsa respondió: “No tenemos mucha comida, pero cualquiera que pase por aquí recibe al menos un plato de sopa. Y mi esposo les buscará refugio”.

Paul Langheinrich utilizó los apartamentos abandonados de su edificio como estación de paso para cientos de santos y obtuvo el permiso del Gobierno para albergar a refugiados en edificios de Cottbus y Wolfsgrün. Esos edificios formaban parte de una red que los santos alemanes establecieron para dar alojamiento y empleo a las familias que querían restablecerse en Occidente. Paul les dio a los Eichler un billete de tren y los envió a Wolfsgrün, donde se unieron a casi doscientos refugiados más.

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Viviendas en construcción

Hogares en construcción para los santos refugiados, en Langen, 1949.

Imagen cortesía de Deseret News

Luego, los Eichler se trasladaron a Langen, cerca de Fráncfort, donde se instalaron en uno de los dos barracones de madera enviados por los santos suizos. Con el tiempo, 150 santos desplazados, entre ellos la familia del élder Dieter F. Uchtdorf, se establecieron en Langen. Para albergar a esos santos, los miembros de la rama no solo construyeron diez edificios de cuatro apartamentos para familias cada uno, sino que también extrajeron la piedra necesaria, talaron árboles para obtener la madera y construyeron una carpintería.