2003
Una brújula para la espesa niebla
septiembre de 2003


Una brújula para la espesa niebla

Hace años fui llamado a servir en la marina de Taiwán como suboficial jefe y líder de pelotón en una embarcación de apoyo que ayudaba a los barcos que entraban y salían del puerto.

Una mañana de primavera, mis compañeros y yo recibimos la rutinaria instrucción de ayudar a un barco que se aproximaba. Al principio el tiempo era bueno, pero al salir del puerto nos adentramos en una espesa niebla y la visibilidad se redujo a menos de tres metros. Nos perdimos al instante y no sabíamos ni dónde estábamos ni en qué dirección ir.

Como yo era el que tenía más experiencia de los que iban a bordo y el que estaba más familiarizado con la zona, el capitán me mandó que empleara la brújula de la embarcación para ubicarnos, llevar a todos de regreso a la bocana del puerto y suspender las operaciones; de otro modo, en cualquier momento podríamos entrar en una zona de arrecifes sumergidos o navegar demasiado cerca de la China continental.

Yo nunca había estado en una niebla que requiriera la necesidad de una brújula, por lo que había desatendido la labor de inspeccionarla, mantenerla y repararla con frecuencia; así que cuando desesperadamente tuvimos necesidad de la brújula para determinar qué dirección tomar, ésta no funcionaba. Con un tono de reprimenda en su voz, el oficial al mando dijo: “Nos ha puesto en peligro. ¡Podríamos encallar contra un arrecife en cualquier momento!”.

Sabía que tenía razón. Entristecido, bajé la cabeza y ofrecí una oración en silencio, pidiendo a mi Padre Celestial que perdonara mi negligencia y me ayudara a encontrar una manera de salir de la niebla y regresar a puerto. Después de la oración, de repente se me ocurrió una idea. Recomendé al capitán que giráramos en cierto sentido, que fuéramos muy despacio y que encontráramos la costa. Estuvo de acuerdo y al rato llegamos a los acantilados de granito que se hallan al sur de la bocana del puerto, los seguimos lentamente y en unos minutos estábamos sanos y salvos en el puerto.

Gracias a esa experiencia, sé que mi Padre Celestial escucha mis oraciones. Me siento agradecido porque, a pesar de haber sido negligente con las medidas preventivas adecuadas, la brújula de la guía espiritual empezó a funcionar y nos condujo en el camino a casa.

Ahora me pregunto a menudo: ¿Estoy haciendo todo lo posible por prepararme para la niebla? ¿He revisado recientemente mi brújula espiritual? ¿Estoy en armonía con Dios? ¿Soy fiel a mi fe? ¿Soy sin mancha? Éstas son las cosas que debemos revisar; si no lo hacemos, cuando venga la niebla espiritual encallaremos en los arrecifes del pecado y tal vez nunca hallemos el camino de regreso.

Me siento agradecido porque mi Padre Celestial ha instalado en cada uno de nosotros una Liahona espiritual. Si somos diligentes y fieles, podemos confiar en el Espíritu Santo; luego podremos navegar hasta un puerto seguro y regresar a nuestro hogar celestial.

Lin Tsung-Ting es miembro del Barrio Taichung 4, Estaca Taichung, Taiwán.