2005
Corazones sanados e historia familiar
diciembre de 2005


Corazones sanados e historia familiar

A unque vivimos en la costa este de Queensland, Australia, somos alemanes. Mi marido Siegfried nació en Danzig, y yo en lo que ahora es la República Checa. Al considerar servir en una misión, surgieron ciertas dudas. Nuestra familia seguía creciendo, la separación iba a resultar muy difícil, no podíamos alquilar nuestra casita y teníamos inquietudes económicas. Lo hablamos y analizamos los pros y los contras, pero al final nos arrodillamos y acudimos a nuestro Padre Celestial en busca de Su guía. Una vez hecho esto, todo resultó más fácil. Ambos teníamos un buen sentimiento y la certeza de que debíamos servir en una misión.

En la solicitud que nos entregó el obispo, podíamos anotar el país al que deseábamos ir. Obviamente escribimos Alemania. Si bien dudábamos de que nos fueran a enviar a la otra parte del mundo, nuestro Padre Celestial sabía exactamente qué era lo que necesitábamos. Se nos pidió cumplir una misión de templo en Freiberg, Alemania. Yo estaba animada porque aún entiendo el checo de mi juventud y puedo hablarlo un poquito. Además, sabía que los miembros de Europa del este acudían al Templo de Freiberg con frecuencia.

Comenzamos nuestra misión el 25 de febrero de 1992. Jiří Šnederfler era el presidente del templo y su esposa, Olga, era la directora de las obreras. Eran personas excelentes, cariñosas y siempre amables.

En Freiberg sólo vivimos buenas experiencias; todos eran atentos y cordiales. Trabajamos duro y éramos una gran familia de obreros del templo que se amaban unos a otros. De hecho, aún seguimos en contacto con muchos de ellos.

El punto culminante de nuestra misión lo constituyó la visita de los primeros miembros de Ucrania. Nos habíamos preparado para recibirlos. La esposa del presidente de misión hablaba ruso y yo me había aprendido parte de las ordenanzas en ese idioma. Cuánta reverencia mostraban aquellos miembros por la casa del Señor. Entraban y salían haciendo una reverencia de humildad. Estaban tan felices por recibir sus investiduras que muchos lloraban de gozo y no querían salir del templo.

Los miembros polacos también suelen ir al Templo de Freiberg. Al principio, mi esposo estaba un poco nervioso por el hecho de atenderles ya que su abuela había muerto de hambre en un campo de concentración polaco después de la Segunda Guerra Mundial, pero al reunirse con esos hermanos y hermanas y adorar con ellos, mi esposo fue curado emocionalmente. Ésa fue una gran bendición que recibimos por servir en la misión.

Mi gran bendición fue conocer a una hermana checa llamada Marie Smidova. Con su ayuda, pude comenzar a trabajar en mi historia familiar. No había microfilmes de la Iglesia de la región que necesitaba, y mi conocimiento de la lengua no bastaba para escribir solicitando información. La hermana Smidova me ha ayudado mucho y me siento muy agradecida por su ayuda.

Cuando regresamos a casa después de 18 meses, nos sorprendió ver que nuestra situación económica había mejorado. Allí estaba nuestra casita aguardándonos y nuestros hijos nos habían preparado una encantadora bienvenida. Después de un año, fuimos a Sydney, Australia, a servir en una misión de un año en el templo.

Estamos agradecidos por las experiencias que hemos tenido a través de nuestros esfuerzos. Deseamos recordar a todos los matrimonios mayores las palabras del presidente Spencer W. Kimball (1895–1985): “¡Háganlo ya!”.

Brunhilde Gehrmann es miembro del Barrio Kawana Waters, Estaca Nambour, Australia.