2017
Puntos destacados de la Conferencia General de octubre de 2017
Noviembre de 2017


Puntos destacados de la Conferencia General de octubre de 2017

Bendice, Dios, a él,

nuestro profeta fiel

con bienestar.

Sea grabada

en todas las almas

Su santa palabra

de luz y verdad.

(“Bendice, Dios, a nuestro Profeta”, Himnos, Nº 13, cantado en la sesión del sábado por la mañana)

Desde hace más de 50 años, los relatos personales y conmovedores del presidente Thomas S. Monson, y su poderoso testimonio de Jesucristo, han formado parte de la Conferencia General. Pero por motivo de su deteriorada salud, el Presidente Monson y el élder Robert. D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles estuvieron visiblemente ausentes de la conferencia.

Ausentes pero no olvidados.

Si bien el presidente Monson vio la conferencia desde su casa y el élder Hales falleció pacíficamente en el hospital justo antes de la última sesión, ambos no solo estuvieron en nuestros pensamientos y en nuestras oraciones, sino que su influencia también fue evidente en los discursos.

El presidente Monson fue citado por más de doce discursantes, incluyendo el presidente Russell M. Nelson (véase la página 60), quien hizo particular referencia a la invitación del presidente Monson de la pasada conferencia de que “cada día todos estudiemos y meditemos en el Libro de Mormón con espíritu de oración”1.

El élder Neil L. Andersen, el último orador (véase la página 122), compartió algunas palabras que el élder Hales había estado preparando para la conferencia, pero que no pudo discursar: “Cuando elegimos tener fe, estamos preparados para estar ante la presencia de Dios”, escribió el élder Hales. Ciertamente el élder Hales eligió la fe.

Ausentes, y a la vez presentes, el presidente Monson y el élder Hales no estuvieron en el púlpito, pero jugaron un importante papel al hacer que la conferencia fuera muy significativa para muchos.

Pedimos hoy por ti, Profeta fiel;

que halles felicidad en tu vejez;

que Dios te dé salud, gozo y paz;

que haga Él brillar siempre tu faz,

que haga Él brillar siempre tu faz.

(“Pedimos hoy por ti”, Himnos, Nº 12, cantado en la sesión general del sacerdocio)