2020
Las reuniones en casa, un refugio para nuestra familia
Diciembre de 2020


Voces de los Santos de los Últimos Días

Las reuniones en casa, un refugio para nuestra familia

En medio de todo lo que está ocurriendo actualmente, el día de reposo es un alivio, una terapia, un día para estar más cerca de nuestro Padre Celestial; es un día diferente.

Vivimos momentos impredecibles que a veces nos llenan de incertidumbre. Sin duda, nuestra experiencia como familia durante este tiempo será inolvidable.

Me siento muy agradecida por la guía que hemos recibido de la Iglesia al establecer con anticipación el estudio en casa de Ven, Sígueme. Esta fue una importante preparación y ha sido nuestro gran apoyo en este tiempo.

Los domingos los iniciamos con nuestra reunión familiar para participar de la Santa Cena. Nunca pensamos que pasaría algo así, pero es una realidad.

Toco el piano mientras cantamos algún himno. Aunque cantamos un poco desafinados, siempre decimos que es mejor seguir intentándolo.

Preparamos un mensaje o una lección. Nos gusta turnarnos para hacer que la enseñanza sea más equitativa y variada. También tratamos de participar y colaborar en equipo para dar lo mejor y crear unidad; y nos gusta reflexionar acerca de nuestro rol dentro de la familia.

Tomamos muy en serio esta reunión y disfrutamos mucho mientras compartimos juntos. Aun así, nos reímos mucho mientras compartimos los mensajes, pues la reverencia total no es nuestro fuerte. Incluso nuestro perrito nos acompaña.

En realidad, nuestras reuniones familiares no tienen que ser perfectas; pero si tenemos la intención de aprender y ser edificados, siempre habrá momentos que nos eleven espiritualmente.

En medio de todo lo que está ocurriendo actualmente, el día de reposo es un alivio, una terapia, un día para estar más cerca de nuestro Padre Celestial; es un día diferente. Los chicos se sienten protegidos y confiados en que lo que hacemos es lo correcto. Saben que vendrán días mejores y que mientras trabajamos en nuestra fortaleza espiritual, de alguna manera estamos creando carácter y recuerdos memorables.

No importa cuántos miembros tenga una familia o cómo esté conformada. Lo más importante es que todos nos sintamos parte de ella y que tengamos el deseo de ser pacificadores, voluntarios en crear buenos momentos. Es algo que todos necesitamos ahora.

Estas experiencias nos han ayudado a aprender a ser más empáticos y a nunca olvidar las promesas de nuestro Padre Celestial: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis”1.

Vendrán días mejores para todos. Pronto la tormenta pasará.

Nota

  1. Doctrina y Convenios 82:10.