2022
¿Que he hecho hoy por alguien?
Octubre de 2022


Mensaje del Área

¿Que he hecho hoy por alguien?

Mientras el Profeta José se hallaba preso en la cárcel de Liberty, después de estar meses en prisión y tras muchas aflicciones, él eleva una súplica al Señor y pregunta: “Oh Dios, ¿En dónde estás?” (Doctrina y Convenios 121:1).

Recuerdo particularmente un día cuando me sentía sobrepasada por los desafíos que me estaba tocando enfrentar. Hice la misma pregunta al Señor y al instante vino a mi mente los pasajes de las Escrituras que se encuentran en Doctrina y Convenios 121:7–9.

“Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento;

“Y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos.

“Tus amigos te sostienen, y te saludarán de nuevo con corazones fervientes y manos amistosas”.

De estos versículos tuve tres enseñanzas que quiero compartir:

Primero: Podemos sentir paz; es la paz que proviene de confiar en Jesucristo con fe, la cual nos permite avanzar en medio de nuestras aflicciones, dejar a un lado las cosas que no podemos controlar y centrarnos en lo eterno. Es saber que no estamos solos. El Salvador enseñó: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da…” (Juan 14:27).

Segundo: Debemos aprender a sobrellevar bien nuestra adversidad y aflicciones. El presidente Woodruff enseñó: “No importa cuáles sean las pruebas y las tribulaciones que tengamos que pasar, la mano de Dios estará con nosotros para sostenernos”1.

A lo largo de mi vida, he visto cómo en medio del dolor la confianza en Jesucristo permite sobrellevar las aflicciones y desafíos de la vida. Lo he visto de una joven esposa, mientras su matrimonio de pocos años terminaba en divorcio. También lo he visto en un padre de familia al orar día tras día para encontrar un trabajo. En tres hermosas hijas cuidando a su madre enferma hasta su último aliento. En una maravillosa hermana dando batalla al cáncer de mama y en una madre angustiada por la determinación de su hija de intentar quitarse la vida. Todas estas personas, aún en medio del dolor pusieron su confianza en Cristo, y pudieron y siguen sobrellevando bien sus aflicciones.

“Jesús… descendió debajo de todo para ascender por encima de todo y comprender todas las cosas” (Doctrina y Convenios 88:6).

Tercero: Nuestros amigos nos sostendrán, ellos pueden ser nuestros líderes, hermanas ministrantes y miembros de la Iglesia.

Hace unos meses tuve un problema con el auto que manejaba; este se detuvo en medio de una avenida principal en Provo, Utah y necesitaba moverlo de ahí. Para salir de la situación de peligro, le pedí a mi hija que bajara el vidrio y sacara la mano y pidiera ayuda. Mientras los vehículos pasaban, dos jóvenes detuvieron su auto en un costado y luego colocaron el mío en un lugar seguro. Para mi fortuna el joven que me ayudo había servido la misión en Chile Concepción y hablaba español.

Le di las gracias, conversamos unos minutos y él me contó que la semana anterior había una persona pidiendo ayuda en la carretera, pero no pudo detenerse y tomó la decisión de que si alguien otra vez llegara a necesitar ayuda él lo auxiliaría. Le agradecí por su decisión, ya que fue una bendición para nosotras.

Podemos seguir el ejemplo de mi joven amigo Mateo en tomar la decisión de ayudar a quien lo requiera con antelación. También podríamos orar para encontrar a quienes estén suplicando en silencio por ser ministrados, o seguir las impresiones del Espíritu para encontrar las mejores formas de cuidar a los demás.

El presidente M. Russell Ballard nos enseñó: “Grandes cosas se logran por medio de cosas pequeñas y sencillas… nuestros actos de bondad y de servicio pequeños y sencillos se acumularán para crear una vida llena de amor hacia nuestro Padre Celestial, de devoción a la obra del Señor Jesucristo, y de un sentido de paz y alegría cada vez que nos acerquemos con amor el uno del otro”2.

¿Cuáles pueden ser estos actos pequeños y sencillos?

La hermana Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, enseñó que Jesucristo “sonrió, habló, caminó, escuchó, dedicó tiempo, animó, enseñó, alimentó y perdonó a los demás. Dio servicio a familiares y amigos, vecinos y extraños por igual”3.

Podemos ministrarnos uno a uno, así como lo hizo nuestro Salvador, con palabras que eleven y fortalezcan, con actos que lleven consuelo a quienes hoy están sufriendo, siendo el amor el principal motivador de nuestras acciones. Ruego que al terminar el día podamos meditar en cada acto de bondad realizado al responder la pregunta: ¿Qué he hecho hoy por alguien?

Sé que nuestro Padre Celestial nos ama, nos conoce y está pendiente de nosotros. He podido sentir su amor y compañía en medio de aflicciones y desafíos. Sé que a medida que pongamos toda nuestra confianza en Su hijo Jesucristo, podremos encontrar paz y fortaleza para aligerar nuestras cargas y la de los demás.