¡Soy misionera de servicio!

¡Hola! Soy la hermana Parpal y soy misionera de servicio de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Estoy muy feliz por tener el Evangelio en mi vida y por poder compartir esta alegría con las personas que me rodean, sirviendo y dando un año y medio de mi vida a esta gran obra.

Quisiera compartir mis sentimientos y lo que he aprendido en dos meses de mi misión.

Al principio fue todo muy raro para mí, ya que la misión de servicio no es muy conocida, yo supe sobre ella cuando llegó mi llamamiento y al ser desconocida no entendía cuál iba a ser mi función en esta obra, eso hizo que en un principio me desanimara un poco. Luego de un mes de recibir mi llamamiento, fui apartada y empecé mis asignaciones (así se les llama a los lugares en los que vamos a servir en la misión de servicio). En mis primeras semanas de servicio obtuve respuestas a preguntas que jamás hice en oración, eran dudas internas que mi Padre Celestial sabía que me estaban inquietando, una de ellas era ¿Por qué era misionera de servicio y no de enseñanza? Esa respuesta la recibí jugando y enseñando a niños, ayudando y escuchando a personas que están enfermas y sin fuerzas, amando y sirviendo en mi hogar y a las personas que me rodean. Los planes de nuestro Padre Celestial son enormes y Su obra también lo es.

Me alegra que exista una maravillosa obra en la que podemos ayudar a otros a sentir el amor de Cristo. Este pequeño tiempo ha sido un trayecto increíble. Amo ser una representante del Señor como misionera de servicio; he podido ayudar y ser ayudada, amar y ser amada, pero sobre todo ahora sé que puedo esforzarme por servir como Cristo lo haría.

Sé que esta es la Iglesia verdadera, que tenemos un Padre Celestial que nos ama, Él sabe cuál es nuestro potencial y hasta donde podemos llegar, dejo toda mi confianza en Él, porque Él sabe lo que necesito para progresar y aprender.

Él nos ama tanto que dio a Su Hijo Unigénito para que todos logremos volver a Su lado algún día. ¡Jesucristo vive! Esta es Su Iglesia, Él la dirige. Su amor por mí es infinito, Él nos ayuda a lograr todo lo necesario para brindarnos felicidad ahora y para siempre. Sé que no hay un libro más verdadero que el Libro de Mormón, siento paz, consuelo, amor y gozo al leerlo. Sé que José Smith, ese jovencito valiente y lleno de preguntas, oró y vio al Padre y al Hijo, él restauró la Iglesia sobre la tierra nuevamente, estoy sumamente agradecida.

Amo ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Siempre lo voy a decir, gracias a que tengo el Evangelio en mi vida puedo ver este mundo de una manera diferente, con más claridad y eso me ayuda a actuar diferente. Quiero que las personas a las que vaya a servir y ayudar vean que soy muy feliz gracias a que tengo el Evangelio en mi vida.

Este es mi pequeño testimonio; lo dejo en el nombre de Jesucristo. Amén.