Liahona
Di un salto de fe hacia los brazos de Dios
Abril de 2024


Voces de los miembros

Di un salto de fe hacia los brazos de Dios

Desde pequeño, mis padres me enseñaron lo que es sentirse amado y amar a otros, sin importar las circunstancias. También desarrollé el deseo de servir en una misión de tiempo completo, todo marchaba muy bien. Por ciertas situaciones familiares empecé a trabajar cuando cumplí dieciocho años, las pruebas abundaban y necesitaba ayudar a mi familia económicamente.

Mi trabajo requería de un esfuerzo físico agotador, incluía trabajar los domingos, situación que me entristecía mucho. Por más que busqué, no encontré otro trabajo que me permitiera estudiar y cuidar a mis hermanos, así como gozar del domingo como día de reposo.

Me sentía solo, como si no le importara a nadie ni sentía el amor que siempre me había rodeado, parecía que todos se habían ido.

Un día, mientras leía el Libro de Mormón, sentí que debía hablar con el presidente de la rama, así que lo busqué. Mientras conversábamos le compartí que aún deseaba servir en una misión, pero mi situación actual lo hacía casi imposible: no podía dejar mis deberes como hermano mayor y como hijo.

El presidente de rama me dijo que debía tener fe y dar un salto: un salto de fe.

En ese momento comprendí que la decisión más importante que podía tomar en mi vida era seguir a Dios y cumplir Sus mandamientos, debía cumplir un deber más importante como Su hijo.

En mis oraciones pedí que el Señor se encargara de mi vida y pusiera todo en orden, incluso pedí que me hiciera saber el momento apropiado para renunciar a mi trabajo. El Espíritu Santo dirigía las decisiones que tomaba, incluso sentí su inspiración en el momento que renuncié, esa semana asistí a la Iglesia y llené mi carpeta misional.

Los milagros empezaron a llegar y sé que seguirán viniendo. Las pruebas también siguen, pero sé que solo reafirman el salto de fe que di. Nunca es demasiado tarde para decidir hacer lo correcto, no importa qué tan solos podamos sentirnos, siempre tendremos el amor de Jesucristo. Yo siento Su amor a diario.

Si decidimos ver con los ojos de la fe y recibir Su inspiración todo será más fácil. Dar un salto de fe es la mejor decisión que he tomado, porque no salté al vacío, sino que salté a los brazos de Dios.