Volver a la senda de los convenios

Hace poco volví a la Iglesia y fue un camino largo, pero lleno de fe por mi parte y por parte de mis hermanos, quienes no dejaron de orar por mí.

A veces es difícil ayudar a volver a un hijo pródigo, pero la fe de mis hermanos nunca desfalleció.

Soy exmisionero y exobispo, y me sentía preparado para pasar cualquier prueba (o eso creía yo).

Comprendo la muerte y la vida eterna, pero no estaba preparado para un divorcio y una vida en otro país, lejos de mis padres y hermanos. Me sentía solo y triste. Fue difícil comprender el albedrío de mi esposa y aceptar que las personas pueden decidir su futuro.

No ha sido un camino fácil, pero esta experiencia me ha enseñado a desarrollar la compasión y a saber que no hay que perder la esperanza ni apurar los tiempos. Cada persona es diferente y necesita su tiempo.

Estoy agradecido a mi Padre Celestial por mis hermanos que, con su fe y perseverancia, nunca perdieron la esperanza de verme volver a abrazar la barra de hierro y comer del fruto del árbol de la vida.