2022
Fui llamado y preparado
Octubre de 2022


Voces de los miembros

Fui llamado y preparado

Sé que el Señor siempre estuvo a mi lado, siempre lo estará y guiará a todo aquel que quiera hacer Su obra, solo requiere que tengamos fe y la decisión de seguir adelante.

Cuando recibí mi llamamiento misional estaba muy ansioso y preocupado. A pesar de que no tenía ningún problema de hablar con personas desconocidas, había compartido el Evangelio muy poco y no me sentía preparado.

No dejaba de pensar en lo que me esperaba en la misión Argentina, Neuquén; pero siempre tuve el sentimiento de que el Señor se encargaría de que mi compañero y yo estuviéramos bien.

El Señor nos prepara

Mi entrenador, el élder Oakeson, fue un gran misionero que dejó una marca en mí. Algo que me llamó la atención fue que no se preocupaba demasiado porque las cosas salieran mal, siempre tenía una buena actitud. Quería ser como él, mas no sabía cómo.

Cuando llegó el tercer cambio, se me avisó que yo entrenaría. En ese momento tuve este pensamiento, “acabo justo de terminar mi entrenamiento ¿cómo podré entrenar a otro misionero?” Al recurrir a las Escrituras y a la oración, encontré un pasaje que me dio mucha paz: “Ni os preocupéis tampoco de antemano por lo que habéis de decir; más atesorad constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y os será dado en la hora precisa la porción que le será medida a cada hombre”1.

Mi nuevo compañero no hablaba español, pensé que iba a ser muy difícil compartir el Evangelio. Sentí que seríamos grandes compañeros, porque sabía que Dios siempre estaría pendiente para ayudarnos. Un día, mientras leía una revista Liahona, encontré una anécdota de uno de los apóstoles actuales, cuando fue llamado a servir al Cuórum de los Doce. Me sorprendió mucho que no se sentía preparado para tal llamamiento, pero las palabras del presidente Thomas S. Monsón tocó mi corazón: “A quien el Señor llama, el Señor prepara y capacita”2. Sentí como si era el Señor diciéndome que no me preocupara, que Él me ayudaría y capacitaría para cualquier llamamiento.

A partir de ahí, aumentó mi confianza en el Señor y en mí mismo. Nunca dudé que el Señor proveería, sin importar que tuviese que aprender una nueva habilidad, compartir con nuevas personas o cumplir con el objetivo de invitar a las personas a venir a Cristo, el Señor me llamó porque sabía que podía hacerlo. Con mi nuevo compañero me llevé muy bien. Aunque a veces tenía dificultad con el idioma, tenía buena disposición para aprender. Ayudamos a un joven a entrar a las aguas del bautismo, un gran joven, Facundo, quien también tiene deseos de servir una misión. No olvidaré esta experiencia que me ayudó a crecer espiritualmente.

Sé que el Señor siempre estuvo a mi lado, siempre lo estará y guiará a todo aquel que quiera hacer Su obra. Él solo requiere que tengamos fe y la decisión de seguir adelante.