Voces de los miembros
Un reencuentro milagroso
Los reencuentros milagrosos son posibles al trabajar en nuestra historia familiar.
Gracias al hermoso ejemplo y ayuda que mi madre, Juana Padilla, nos dio a mis hermanos y a mí, empecé a trabajar en historia familiar.
En ese entonces, la información la escribíamos en hojas sueltas. Mientras recopilábamos los datos de nuestros familiares vivos y fallecidos, nos enfrentamos con el inconveniente de que no sabíamos mucho, así que recurrimos a nuestra abuela materna, Amelia del Carmen Padilla. Debido al hecho de que ella había salido de su hogar a muy corta edad, solo podía recordar el nombre de sus hermanos, la mayoría ya fallecidos. Sin embargo, recordó que su hermana, María Luisa Padilla todavía vivía, pero desconocía su dirección actual.
Fuimos completando la información de mi tía abuela, María Luisa. De forma inexplicable para mí, encontramos el número del teléfono celular de ella. Tuve la impresión de llamar y ¡qué sorpresa que ella contestó la llamada! Le expliqué nuestro parentesco e interés en irla a conocer. Luego, en un viaje que realizamos a Choloma, ciudad en el norte de Honduras, tuvimos el milagroso reencuentro con mi tía abuela.
El gozo indescriptible que sentí al presenciar la reunión de mi abuela con su hermana me hizo comprender el verdadero significado de la historia familiar. Vi el poder del espíritu de Elías de unir y hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres.
Testifico que el espíritu de Elías se manifiesta a cada persona que trabaja en historia familiar. Si lo hacemos con todo nuestro corazón, alma y mente, los milagros estarán allí.
Nosotros somos los que podemos unir a nuestras familias a ambos lados del velo.