2023
Conferencia General: Nuestro maná moderno
Octubre de 2023


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Conferencia General: Nuestro maná moderno

Por medio de los profetas y apóstoles modernos, Dios nos ha dado la manera de encontrar el sustento espiritual que buscamos.

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personas recogiendo maná

Ya sea por el desierto de calor y arena, o por la apostasía de confusión y duda, hubo hambre tras el éxodo en Egipto y hambre tras la muerte de Jesucristo.

Un hambre fue física; la otra, espiritual.

Para satisfacer las necesidades físicas de Sus hijos, Dios envió maná. Después de la Gran Apostasía, Él envió una semejanza espiritual de ese sustento: La palabra de Dios dada por medio de un profeta viviente para guiarnos hacia el maná, Jesucristo.

Así como a los israelitas se les enseñó a esperar el maná físico, nosotros podemos esperar el maná espiritual en la actualidad.

Nuestro maná espiritual proveniente de Dios

Mientras que los israelitas anduvieron errantes por el desierto, quienes vivieron durante la Gran Apostasía anduvieron “errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente […] buscando la palabra de Jehová y no la hallar[on]” (Amós 8:12).

Con el tiempo, ese estado errante llevó a que Jesucristo restaurara Su Evangelio por medio del profeta José Smith.

Así como el Señor reveló dónde el pueblo de Israel encontraría su maná físico, Él también nos ha revelado dónde podemos encontrar verdadero alimento espiritual: En las Escrituras y las palabras de nuestros profetas modernos, que nos enseñan sobre el verdadero maná —Jesucristo, el Pan de vida— y Su Evangelio y verdades restaurados.

No tenemos que andar errantes en busca de la verdad, porque se nos ha dado la promesa de que ciertamente “no hará nada Jehová el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “¡La verdad es que es mucho más agotador buscar la felicidad donde nunca podrán hallarla!”1. El consejo del Señor, que enseñan los profetas y apóstoles en las Escrituras y en la conferencia general, nos brindará gozo duradero y verdadero sustento. Así como los hijos de Israel se deben haber sentido exhaustos y desalentados al tratar de buscar alimento para mantenerse vivos, nosotros también nos sentiremos exhaustos y desalentados si nos dirigimos a otras fuentes en busca de la verdad.

Hallar maná mediante la obediencia

Así como los israelitas tuvieron que obedecer a Dios para ser alimentados físicamente, nosotros debemos seguirlo a Él para ser alimentados espiritualmente.

“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley o no” (Éxodo 16:4; cursiva agregada).

El Señor utilizó el maná como una oportunidad para descubrir si los israelitas serían obedientes a todos Sus mandamientos. Del mismo modo, la conferencia general es la oportunidad que tenemos de mostrar nuestra obediencia a Él mediante nuestra disposición a escuchar a Sus profetas. Y así como los israelitas no podían escoger qué obedecer y qué ignorar y aun así esperar las bendiciones prometidas, nosotros tampoco podemos hacerlo.

El pueblo de Israel aprendió rápidamente que el maná lo sustentaría, si lo recogían de acuerdo con las instrucciones de Dios: Debían recogerlo a diario. Nosotros también aprendemos que escuchar a los siervos escogidos de Dios nos sustentará espiritualmente en tanto demos oído a lo que se enseñe. El maná de las palabras de Jesucristo que se da durante la conferencia general no se debe consumir solo en un fin de semana. A medida que sigamos repasando los discursos de la conferencia e incorporando sus preciadas verdades a nuestro estudio diario, descubriremos que somos nutridos continuamente.

El verdadero maná que buscamos

Los hijos de Israel sabían que aquel milagroso maná provenía de Dios. Y nosotros podemos saber con certeza que los mensajes de la conferencia general provienen de Dios, conforme acudimos a Él en oración e invitamos al Espíritu a nuestra vida cada día. Tal como Moroni enseñó: “por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5).

Podemos saberlo gracias a lo que enseñan los profetas y apóstoles, Aquel de quien ellos enseñan y testifican constantemente, y Aquel a quien ellos en definitiva representan y por quien actúan: Jesucristo.

Así como Dios envió maná, envía profetas vivientes.

Ambos son una representación de Su Hijo, Jesucristo.

Jesucristo es el maná que los israelitas buscaron y a quien nosotros también buscamos hoy en día.

“Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

“Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

“Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

“Y le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

“Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre” (Juan 6:31–35).

Los profetas nos ayudan a participar del Pan de Vida, a participar de nuestro Salvador Jesucristo y de Su evangelio restaurado. A medida que escuchemos y prestemos atención a sus enseñanzas de modo constante, seremos nutridos, llenos y fortalecidos espiritualmente.

Espero que todos podamos ver u oír la conferencia general.