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Capítulo 44: 3 Nefi 20–22


Capítulo 44

3 Nefi 20–22

Introducción

La esperanza de todos los padres rectos es que sus descendientes lleguen a conocer a Dios por sí mismos y que le sean fieles. Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que en los últimos días su posteridad contaría con las bendiciones del Evangelio y que sería congregada en lugares seguros. El Padre mandó al Salvador enseñar estas promesas a los nefitas.

El principio del recogimiento abarca más que reunir personas en ciertas tierras; también incluye un recogimiento espiritual que se produce cuando alguien entra en contacto con la Iglesia y se une a ella. En su condición esparcida, Israel perdió el conocimiento de su Dios, su Evangelio, el sacerdocio, el templo y las verdades de la salvación. El Padre, sin embargo, prometió que Él extendería la mano a Israel en los últimos días y le ofrecería Su evangelio, Su sacerdocio, el templo y el sendero a la vida eterna. El Padre Celestial desea ofrecer las bendiciones del Evangelio a todos Sus hijos y está ayudando a llevar a cabo este recogimiento de los últimos días.

Comentario

3 Nefi 20:1. Debemos orar continuamente en nuestro corazón

  • Cuando terminaron de orar, el Salvador dio a los nefitas el importante consejo de llevar continuamente una oración en sus corazones. El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo algo parecido:

    “Durante mucho tiempo los profetas nos han dicho que debemos orar humildemente y con frecuencia…

    “Incluso, es posible ofrecer oraciones en silencio. Se puede pensar una oración, en especial cuando las palabras supusieran una interferencia” (véase Liahona, mayo de 2003, pág. 7).

  • El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

    “Aprendan a orar; oren seguido; oren con la mente, con el corazón; oren de rodillas…

    “La oración es la llave personal que tiene cada uno de acceso al cielo; la cerradura está del lado del velo donde ustedes están [Apocalipsis 3:20]” (véase Liahona, enero de 1995, pág. 69).

3 Nefi 20:8–9. La promesa de la Santa Cena de ser llenos del Espíritu

  • El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente respecto a las bendiciones de participar de la Santa Cena: “La asistencia a la Iglesia cada semana proporciona la oportunidad de participar de la Santa Cena, como el Señor nos lo ha mandado (véase D. y C. 59:9). Si actuamos con la debida preparación y actitud, el participar de la Santa Cena renueva el efecto purificador de nuestro bautismo y nos hace acreedores de la promesa de que siempre tendremos Su Espíritu con nosotros. Una de las misiones de ese Espíritu, el Espíritu Santo, es el testificar del Padre y del Hijo y el llevarnos hacia la verdad (véanse Juan 14:26; 2 Nefi 31:18). El testimonio y la verdad, que son esenciales para nuestra conversión personal, son la cosecha especial de esa renovación semanal de nuestros convenios. Yo he disfrutado del cumplimiento de esa promesa en las decisiones cotidianas de la vida, así como en mi progreso espiritual personal” (Liahona, mayo de 2002, pág. 37).

  • El élder Oaks además aconsejó: “A aquellos hermanos y hermanas que se hayan dejado llevar por la negligencia con respecto a esta renovación vital de los convenios de la Santa Cena, les ruego, con las palabras de la Primera Presidencia, que ‘regresen a saciarse en la mesa del Señor, y a probar otra vez los dulces y satisfactorios frutos de la hermandad con los santos’ (‘An Invitation to Come Back’, Church News, 22 de diciembre de 1985, pág. 3). Hagámonos dignos de la promesa de nuestro Salvador de que, al participar de la Santa Cena, seremos ‘llenos’ (3 Nefi 20:8; véase también 3 Nefi 18:9), lo que significa que seremos ‘llenos del Espíritu’ (3 Nefi 20:9). Ese Espíritu, el Espíritu Santo, es nuestro consolador, nuestro orientador, nuestro comunicador, nuestro intérprete, nuestro testigo y nuestro purificador: nuestro guía y santificador infalible en el viaje hacia la vida eterna” (véase Liahona, enero de 1997, pág. 68).

3 Nefi 20:11–13. Isaías escribió sobre el recogimiento de Israel

  • Jesús mandó a los nefitas, y a nosotros también, escudriñar las palabras de Isaías. Al ver el cumplimiento de las profecías de Isaías, sabremos que Dios cumple Su convenio con la casa de Israel. La Guía para el Estudio de las Escrituras explica que “muchas de las profecías de Isaías hablan de la venida del Redentor” (“Isaías”, pág. 100). Otro par de temas principales de Isaías son el esparcimiento y el recogimiento de Israel.

    Las enseñanzas sobre el Redentor y sobre el recogimiento de Israel están estrechamente vinculadas. Dios esparció a Israel porque sus integrantes pecaron y lo rechazaron a Él. No obstante, la Expiación, les brinda la oportunidad de reconciliarse con Dios, de que se les perdonen los pecados y de congregarse con Él, tanto espiritual como físicamente.

  • Para obtener más información sobre el recogimiento de Israel, obsérvese el cuadro “El recogimiento de Israel” en el apéndice (página 436).

  • El Salvador habló sobre el cumplimiento del convenio que hizo Su Padre de recoger a Israel. ¿Quiénes forman Israel, y por qué están esparcidos? El Señor le prometió a Abraham que sus descendientes tendrían el Evangelio y el sacerdocio, y que por medio de ellos serían bendecidas todas las familias de la tierra (véase Abraham 2:9–11). Esta promesa fue renovada con Isaac, hijo de Abraham (Génesis 26:3–5); con Jacob, hijo de Isaac (véase Génesis 28:12–15), y con los descendientes de Jacob, los hijos de Israel.

    Lamentablemente, los hijos de Israel pecaron contra Dios y renunciaron a esas promesas. En su momento, en cumplimiento de las advertencias de Dios, fueron expulsados de su tierra prometida y esparcidos por toda la tierra. Sin embargo, el Señor no los ha olvidado. El Padre Celestial prometió que un día se les enseñaría el Evangelio y que serían congregados en la tierra de promisión. Esta promesa es parte del convenio que hizo de recoger y enseñar a los hijos de Israel.

  • El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) explicó que cuando aceptamos el convenio del Evangelio, cumplimos la ley del recogimiento: “Ahora bien, el recogimiento de Israel consiste en unirse a la iglesia verdadera y en llegar a un conocimiento del Dios verdadero… Cualquier persona, por lo tanto, que haya aceptado el evangelio restaurado y que ahora trate de adorar al Señor en su propia lengua y con los santos en la nación donde viva ha cumplido con la ley del recogimiento de Israel y es heredera de todas las bendiciones prometidas a los santos en estos últimos días” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball, 1982, pág. 439).

  • En los primeros días de la Iglesia, los líderes instaban a los conversos a unirse a los santos en lugares centrales, como Ohio, Misuri, Illinois y Utah. En la actualidad a los santos se les da la instrucción de edificar la Iglesia en el lugar donde vivan. El presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia, explicó:

    “‘En nuestros días, el Señor ha tenido a bien proveer las bendiciones del Evangelio a muchas partes del mundo, incluso un número de templos que va en aumento. Por lo tanto, deseamos reiterar el consejo que ya se ha dado a los miembros de la Iglesia de que permanezcan en sus respectivas tierras en lugar de emigrar a los Estados Unidos…

    “‘Si los miembros de todo el mundo se quedan en su tierra natal, trabajando para hacer progresar la Iglesia en su país, tanto ellos como la Iglesia recibirán grandes bendiciones…’ (Carta de la Primera Presidencia, 1º de dic. de 1999)” (Liahona, noviembre de 2005, pág. 102).

  • El élder Douglas L. Callister, de los Setenta, describió los propósitos y procesos del recogimiento de Israel en los últimos días: “El recogimiento actual es principalmente espiritual, no geográfico. Cristo declaró que en los últimos días, Él ‘establece[ría] [Su] iglesia’, ‘establece[ría] a [Su] pueblo’ y ‘establece[ría]… entre ellos [Su] Sión’ (3 Ne. 21:22; 3 Ne. 20:21; 3 Ne. 21:1). A medida que establece Su iglesia en nuestros días, a las personas se les puede enseñar el Evangelio, y son ‘lleva[das] al conocimiento del Señor su Dios’ (3 Ne. 20:13) sin tener que salir de sus casas. A diferencia de los pronunciamientos que se hicieron durante los primeros días de la Iglesia restaurada, nuestros líderes han decretado que ahora el recogimiento debe tener lugar en cada país y en todos los idiomas. Nuestra necesidad de estar físicamente cerca de un gran número de santos es menor que la de hace un siglo, debido a que las revistas de la Iglesia y las transmisiones vía satélite disminuyen la distancia y el tiempo, creando un sentido de unidad a lo largo de toda la Iglesia. Todos tienen acceso a las mismas llaves, ordenanzas, doctrina y dones espirituales” (“Book of Mormon Principles: The Gathering of the Lord’s Faithful”, Ensign, octubre de 2004, pág. 59).

3 Nefi 20:14, 22. Una tierra de herencia

  • Jesús les enseñó a los nefitas que el Padre Celestial les daba la tierra de América como herencia. Lehi también recibió esta promesa cuando llegó a la tierra prometida (véase 2 Nefi 1:5). Esto confirmó la bendición que Jacob le dio a José cuando dijo: “Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos” (Génesis 49:26). La frase “hasta el término de los collados eternos” hace referencia al hemisferio occidental. El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) explicó: “El Señor dio… América… como posesión sempiterna a José el hijo de Jacob. La posteridad de José, una vez purificada del pecado y cuando haya salido en la resurrección, heredará esta parte de la tierra, la cual será suya para siempre” (Doctrina de Salvación, comp. de Bruce R. McConkie, tres tomos, 1995, tomo I, pág. 84).

3 Nefi 20:21–22; 21:23–29. Se edificará la Nueva Jerusalén en América

  • Sión, la Nueva Jerusalén, debe ser un lugar de seguridad, tanto física como espiritual. El Salvador, al hablar de los últimos días, nos aconsejó “es[tar] en lugares santos” (véase D. y C. 45:32) y nos prometió que estaremos a salvo en Sión y sus estacas (véase D. y C. 115:6). El Salvador enseñó a Sus discípulos que la ciudad de Sión, la Nueva Jerusalén, será “una tierra de paz, una ciudad de refugio, un lugar de seguridad” en la época previa a la Segunda Venida (véase D. y C. 45:66–71).

    El décimo Artículo de Fe declara: “Creemos en la congregación literal del pueblo de Israel y en la restauración de las Diez Tribus; que Sión (la Nueva Jerusalén) será edificada sobre el continente americano; que Cristo reinará personalmente sobre la tierra, y que la tierra será renovada y recibirá su gloria paradisíaca”.

    En otra ocasión, el profeta José Smith (1805–1844) enseñó: “El establecimiento de Sión es una causa que ha interesado al pueblo de Dios en todas las épocas; es un tema que los profetas, reyes y sacerdotes han tratado con gozo particular… a nosotros nos es permitido verla, participar en ella y ayudar a extender esta gloria de los últimos días, ‘la dispensación del cumplimiento de los tiempos’… una obra que está destinada a ejecutar la destrucción de los poderes de las tinieblas, la renovación de la tierra, la gloria de Dios y la salvación de la familia humana” (History of the Church, tomo IV, págs. 609–610).

3 Nefi 20:22. Dios morará en medio de nosotros

  • Cuando enseñaba a los nefitas acerca de Sión, o la Nueva Jerusalén, el Salvador prometió que “esta[ría] en medio” de Su pueblo (3 Nefi 20:22). El Señor empleó una frase parecida en Doctrina y Convenios:

    “Pero he aquí, de cierto, de cierto os digo, que mis ojos están sobre vosotros. Estoy en medio de vosotros y no me podéis ver;

    “pero pronto vendrá el día en que me veréis, y sabréis que yo soy; porque el velo de tinieblas en breve será rasgado, y el que no esté purificado no soportará el día.

    “Por tanto, ceñid vuestros lomos y estad apercibidos…” (D. y C. 38:7–9).

    La promesa de que Dios morará en medio de Sión puede ser una referencia al hecho de que estará en el templo de Sión (la Nueva Jerusalén) y de que “todos los de corazón puro que [en el templo] entren verán a Dios” (véase D. y C. 97:16).

3 Nefi 20:23–24. “El Señor vuestro Dios os levantará a un profeta”

3 Nefi 20:25–27. Llegar a ser hijos del convenio

  • Jesús indicó que los nefitas eran “hijos del convenio” (3 Nefi 20:26). El élder Russell M. Nelson explicó a qué convenio se refería el Salvador y de qué forma esa frase se aplica a nosotros:

    “El convenio que el Señor hizo primeramente con Abraham y que confirmó a Isaac y a Jacob es de importancia trascendental…

    “Nosotros también somos hijos del convenio, ya que, como los de antaño, hemos recibido el santo sacerdocio y el Evangelio sempiterno. Abraham, Isaac y Jacob son nuestros antepasados, y nosotros somos de Israel. Tenemos derecho a recibir el Evangelio, las bendiciones del sacerdocio y la vida eterna. Las naciones de la tierra serán bendecidas por nuestros esfuerzos, así como por la laboriosidad de nuestra posteridad. La descendencia literal de Abraham y los que son congregados con su familia por adopción reciben esas bendiciones prometidas, las cuales se basan en el hecho de que aceptemos al Señor y obedezcamos Sus mandamientos” (véase Liahona, julio de 1995, pág. 36).

3 Nefi 20:29. Una profecía sobre la restauración de Jerusalén

  • La restauración de la tribu de Judá y de la ciudad de Jerusalén figura como tema importante en las profecías del Antiguo Testamento y el Libro de Mormón. En nuestra dispensación, el Señor ha declarado:

    “Huyan, pues, a Sión los que se hallan entre los gentiles.

    “Y huyan a Jerusalén los que son de Judá, a los montes de la casa del Señor” (D. y C. 133:12–13).

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    Cristo lamentándose por Jerusalén

    En lo referente a la restauración de Judá, el profeta José Smith testificó: “Judá debe regresar, Jerusalén debe ser reconstruida, así como el templo, y aguas deben brotar de debajo del templo, y las aguas del Mar Muerto deben ser sanadas. Llevará algún tiempo volver a levantar las murallas de la ciudad y del templo… y todo esto se debe efectuar antes de que el Hijo del Hombre haga Su aparición” (History of the Church, tomo V, pág. 337).

3 Nefi 20:29–33. Los judíos creerán y serán recogidos

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    Orson Hyde dedicando Palestina

    Clark Kelley Price, © 1996 IRI

    El 24 de octubre de 1841, el élder Orson Hyde (1805–1878), del Quórum de los Doce Apóstoles, ofreció una oración apostólica en la cima del Monte de los Olivos a favor de las personas judías que estaban esparcidas por el mundo. Cuando ofreció dicha oración eran pocos los judíos que vivían en Palestina, y el clima político era de características tales que no había mucha esperanza de que jamás se les permitiera congregarse allí. A partir de ese entonces, sucedieron muchos acontecimientos sobresalientes, como el establecimiento del país moderno de Israel, que se convirtió en la “patria” del pueblo judío. Si bien es evidente que las bendiciones del Señor ayudaron a que se efectuara ese “recogimiento”, queda claro que no se trata de la plenitud del recogimiento de los judíos que profetizaron los profetas del Libro de Mormón.

    El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que el recogimiento actual de judíos en su patria no es el cumplimiento de esa profecía sino una congregación política: “Como sabe todo el mundo, muchos judíos actualmente se están congregando en Palestina, donde tienen su propia nación y modo de adoración, todo sin referencia alguna a creer en Cristo o a aceptar las leyes y ordenanzas de Su evangelio sempiterno. ¿Es éste el recogimiento de los judíos en los últimos días del que hablan las Escrituras? ¡No! No lo es; que no se malinterprete este asunto en ninguna mente capaz de discernir. Este recogimiento de los judíos en su patria, y su organización como estado y reino, no es el que fue prometido por los profetas. No cumple las promesas de la antigüedad. Quienes se han reunido de esta forma no han sido recogidos en la Iglesia verdadera y el rebaño de su antiguo Mesías” (The Millennial Messiah, 1982, pág. 229).

  • El presidente Marion G. Romney (1897–1988), de la Primera Presidencia, habló acerca del recogimiento de Judá. Leyó pasajes seleccionados del Libro de Mormón que enseñan lo que los judíos deben hacer antes de que el Padre los recoja en la tierra de su herencia. De estos pasajes aprendemos que cuando los judíos “no vuelvan más sus corazones contra el Santo de Israel” (1 Nefi 19:15); cuando “lleguen al conocimiento de su Redentor” (2 Nefi 6:11); cuando “sean restaurados a la verdadera iglesia y redil de Dios” (2 Nefi 9:2); cuando “crean en mí, que yo soy Cristo” (2 Nefi 10:7); cuando crean que Cristo es el Hijo de Dios y cuando crean en la Expiación y “adoren al Padre en su nombre, con corazones puros y manos limpias, y no esperen más a otro Mesías” (2 Nefi 25:16); cuando “les se[a] predicada la plenitud de mi evangelio” y “o[ren] al Padre en [el] nombre” del Salvador (3 Nefi 20:30–31), entonces serán recogidos en Jerusalén, la tierra de su herencia.

    “Estas predicciones que hicieron los profetas del Libro de Mormón dejan perfectamente claro que la restauración de la casa de Israel a las tierras de su herencia marcará la aceptación por parte de ellos de Jesucristo como su Redentor, de lo cual testifico, en el nombre de Jesucristo” (en Conference Report, abril de 1981, pág. 21; véanse también las págs. 19–20; o Ensign, mayo de 1981, pág. 17; véase también la pág. 16).

3 Nefi 20:35. Dios desnudará Su santo brazo

  • ¿Qué quiere decir la frase “el Padre ha desnudado su santo brazo”? (3 Nefi 20:35). “En la antigüedad, los hombres se preparaban para la batalla corriendo la capa del hombro que correspondía al brazo con el que iban a pelear (Sal. 74:11). En la segunda venida de Cristo, Dios desnudará Su brazo cuando muestre Su poder para que todos lo vean (D. y C. 133:2–3)” (Donald W. Parry, Jay A. Parry, Tina M. Peterson, Understanding Isaiah, 1998, pág. 466).

  • En la actualidad, el Señor revela Su poder mediante la gran obra de la Restauración de los últimos días. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que esto es tan cierto hoy como lo fue durante los grandes acontecimiento ocurridos durante los primeros días de la Iglesia: “Ahora bien, mis hermanos, éstos son los días de ustedes (véase Helamán 7:9) en la historia de la Iglesia. Fíjense bien en la clase de días que serán, días en que el Señor, de forma muy visible, ‘desnudará su santo brazo ante los ojos de todas las naciones’ (D. y C. 133:3). Dios también ‘apresurará’ Su obra (D. y C. 88:73). Él además hará que sean ‘acortados’ los últimos días ‘por causa de los escogidos’ (Mateo 24:22), por lo que se comprimirán los acontecimientos (véase José Smith—Mateo 1:20). Además, ‘todas las cosas estarán en conmoción’ (D. y C. 88:91). Únicamente los que estén en el proceso de llegar a ser hombres y mujeres de Cristo podrán conservar su equilibrio espiritual” (véase Liahona, julio de 1992, pág. 46).

3 Nefi 20:36–37. “Vístete de tu fortaleza” y “suéltate las ataduras de tu cuello”

  • Doctrina y Convenios 113 explica que la frase “vístete de tu fortaleza” quiere decir que los poseedores del sacerdocio en los últimos días se vestirán “con la autoridad del sacerdocio, al que [ellos tienen] derecho por linaje” (D. y C. 113:7–8). “Las ataduras de su cuello son las maldiciones de Dios sobre ella, o sea, sobre el resto de Israel en su estado de esparcimiento entre los gentiles” (D. y C. 113:10).

    Al tratar el tema del movimiento final hacia la era milenaria, el élder Bruce R. McConkie explicó las palabras del Salvador: “Hemos visto ya que Jesús colocó el capítulo 52 de Isaías en un contexto milenario. En él aparece esta expresión: ‘¡Despierta, despierta, vístete de tu poder, oh Sión! ¡Vístete de tus ropas hermosas, oh Jerusalén, ciudad santa! Porque nunca más vendrá a ti el incircunciso ni el impuro’. En el día del que hablamos no habrá ningún impuro, en el sentido celestial de la palabra, porque los inicuos serán destruidos por el fulgor de Su venida. Ni habrá quienes sean incircuncisos, por así decirlo, ya que todos los que procuren obtener las bendiciones de la Ciudad Santa estarán en armonía con los planes y propósitos de Aquél a quien pertenece la ciudad” (Millennial Messiah, pág. 315).

3 Nefi 20:40. “¡Cuán hermosos sobre las montañas…!”

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    Misioneros compartiendo el Evangelio

    © 1987 Scott Snow

    El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que esta frase extraordinariamente descriptiva, “cuán hermosos sobre las montañas son los pies del que les trae buenas nuevas; que publica la paz”, se refiere a quienes dan a conocer el mensaje del Evangelio, pero que de forma más específica se refiere al mismísimo Salvador: “Estos conocidos pasajes, escritos primero por Isaías pero inspirados por Jehová mismo y que hablan de Él, se aplican comúnmente a cualquiera —especialmente a los misioneros— que traiga las buenas nuevas del Evangelio y que publique la paz a las almas de los hombres. Darle esa aplicación no tiene nada de indebido, pero es importante que nos demos cuenta, como el profeta Abinadí, de que en su forma más pura y en su sentido más original, este salmo de agradecimiento se aplica específicamente a Cristo. Él, y sólo Él, es el que en última instancia nos trae las buenas nuevas de salvación. Sólo mediante Él se publica la paz verdadera y perdurable. Es a Sión, tanto en la antigua como en la Nueva Jerusalén, a quien Cristo declara: ‘¡Tu Dios reina!’. Son Sus pies los que son hermosos sobre el monte de la redención [3 Nefi 20:40]” (Christ and the New Covenant, 1997, pág. 286).

3 Nefi 20:41. “Sed limpios los que lleváis los vasos del Señor”

  • El élder Jeffrey R. Holland enseñó qué quiere decir para los poseedores del sacerdocio ser limpios: “Como poseedores del sacerdocio no sólo habremos de manipular los vasos sagrados y los emblemas del poder de Dios —piensen en la preparación, bendición y repartición de la Santa Cena, por ejemplo— sino que también habremos de ser un instrumento santificado… A propósito, debido a lo que habremos de hacer, pero más importante aún, debido a lo que habremos de ser, los profetas y apóstoles nos dicen que ‘[huyamos]… de las pasiones juveniles’ e ‘[invoquemos] al Señor’ los que somos limpios de corazón. Ellos nos dicen que seamos puros” (Liahona, enero de 2001, pág. 48).

    El mandato “sed limpios los que lleváis los vasos del Señor” (3 Nefi 20:41), que se dio en los tiempos antiguos a quienes manejaban los utensilios sagrados de adoración, se aplica igualmente a los poseedores del sacerdocio contemporáneos. El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) recordó este importante mandamiento a un grupo de poseedores del sacerdocio cuando dijo: “‘Sed limpios los que lleváis los vasos del Señor’ (D. y C. 133:5), así nos ha dicho en una revelación moderna. Limpios de cuerpo y mente; limpios en el lenguaje; limpios en la manera de vestir y en la conducta” (Liahona, julio de 1996, págs. 51–52).

    El presidente Hinckley además dio este consejo: “Un tatuaje es grafiti en el templo del cuerpo. Por el estilo es el perforarse el cuerpo” (Liahona, enero de 2001, pág. 67).

    El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, aconsejó a los hombres y mujeres jóvenes “evitar las malas conversaciones, …elegir a sus amigos con más cuidado, …mantenerse alejados de la pornografía y de las drogas ilícitas, …no asistir a conciertos maléficos y a fiestas peligrosas, …respetar sus cuerpos y …mantenerse moralmente limpios en todos sentidos” (Liahona, julio de 2001, pág. 81).

3 Nefi 21:1–9. El recogimiento de Israel en los últimos días

  • Jesús les dijo a los nefitas que les daría “una señal” (3 Nefi 21:1) para que supieran en qué momento había empezado el recogimiento de Israel, y entonces predijo la restauración del Evangelio, la aparición del Libro de Mormón, el establecimiento de una nación libre en América y que se llevaría el Evangelio a su descendencia (véanse los versículos 1–7). A la Restauración de los últimos días le llamó “una obra grande y maravillosa” (véase el versículo 9). En los primeros días de la Restauración, el Salvador dijo “una obra maravillosa está a punto de aparecer” (véase D. y C. 4:1).

    El presidente Gordon B. Hinckley habló acerca del milagro de la Restauración y de la responsabilidad que tenemos de ayudar a hacer que la obra avance:

    “[Este] glorioso Evangelio se introdujo con la aparición del Padre y del Hijo al joven José. El alba de la dispensación del cumplimiento de los tiempos se alzó sobre el mundo. Todo lo bueno, lo bello, lo divino de todas las dispensaciones pasadas fue restaurado en esa época tan extraordinaria…

    “¿Comprendemos y entendemos de verdad la tremenda importancia de lo que poseemos?…

    “Nosotros, los de esta generación, somos la última cosecha de todo lo que nos ha antecedido. No es suficiente con sólo ser conocidos como miembros de esta Iglesia; sobre nosotros descansa una solemne obligación; aceptémosla y esforcémonos por llevarla a cabo.

    “Debemos vivir como verdaderos discípulos del Cristo, con caridad hacia todos, haciendo un bien por el mal que recibamos, enseñando por medio del ejemplo los caminos del Señor, y llevando a cabo el extenso servicio que Él nos ha señalado” (Liahona, mayo de 2004, págs. 83–84).

  • Para obtener más información sobre el recogimiento de Israel, obsérvese el cuadro “El recogimiento de Israel” en el apéndice (página 436).

3 Nefi 22. Isaías utilizó símbolos sagrados para enseñar acerca del recogimiento

  • El Salvador citó todo Isaías 54 para enseñar más acerca del recogimiento de Israel. Valiéndose de imágenes simbólicas que son comunes en los escritos proféticos, Isaías presentó a Israel como una mujer cuyo marido es el Señor. Aunque quedó abandonada por un tiempo debido a la iniquidad, llegará el día en que ella se reconcilie con su “Marido” con gran misericordia. Utilizando estas imágenes, Isaías bellamente retrató el milagro evolutivo de la Restauración. Prometió que en la medida en que aumentara el número de sus hijos, su tienda tendría que ensancharse y sus estacas tendrían que hacerse más fuertes para dar cabida a su familia en crecimiento (véase 3 Nefi 22:1–3). Se recuerda el compromiso sagrado del convenio matrimonial cuando el Señor declara la enormidad de Su entrega a Israel (véanse los versículos 4–10). A Israel se le prometen lugares de seguridad y belleza (véanse los versículos 11–12) y de protección de sus enemigos (véanse los versículos 13–17).

3 Nefi 22:13. “Tus hijos serán instruidos por el Señor”

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    Una madre estudiando las Escrituras con dos niñitos

    Longin Lonczyna, © 1985 IRI

    Cuando servía en calidad de presidenta general de la Primaria, la hermana Patricia P. Pinegar explicó de qué modo se emplea 3 Nefi 22:13 en la actualidad para guiarnos en la enseñanza de nuestros hijos: “El mundo no es un lugar seguro; no es un lugar en donde los niños sientan paz, esperanza y orientación a menos que se les enseñe a amar y seguir al Salvador. Les ruego que los ayuden a saber que ellos pueden recibir esas grandes bendiciones y que les muestren lo que ellos deben hacer para recibirlas” (véase Liahona, enero de 2000, págs. 81–82).

3 Nefi 22:17. “Ninguna arma forjada en contra de ti prosperará”

  • Siempre ha habido personas que han luchado en contra de la obra del Señor, y, como prometió Isaías, no han prosperado en sus esfuerzos en contra de nosotros. El presidente Gordon B. Hinckley enseñó que sus obras no darán resultados:

    “Tan cierto como que ésta es la obra del Señor, es cierto que habrá oposición. Habrá personas, tal vez bastantes, que con la elocuencia de las palabras engatusadoras y un plan astuto tratarán de diseminar las dudas y minar los cimientos sobre los que esta obra se basa. Tendrán su breve momento de gloria; durante una corta temporada gozarán del aplauso de los incrédulos y los escépticos y los críticos. Pero se desvanecerán y se los olvidará, como les ha pasado ya a otros como ellos.

    “Mientras tanto, nosotros seguiremos adelante, a pesar de sus críticas, atentos pero imperturbables ante sus palabras y acciones” (véase Liahona, julio de 1994, pág. 67).

Para meditar

  • El Salvador prometió que recogería a Israel para cumplir el convenio que el Padre Celestial hizo con sus padres (véase 3 Nefi 16:5, 11; 20:12–13). Ésta es una promesa mundial que tiene repercusiones muy personales. ¿Qué sabe usted sobre las experiencias de los primeros conversos que hay entre sus familiares? ¿Qué sacrificios hicieron ellos para poder congregarse con los santos?

  • ¿Cuándo ha sentido que el Padre Celestial ha extendido el brazo para tocarle el corazón y llevarlo a usted más cerca de Él?

Tareas sugeridas

  • Diseñe un plan para hacer que la Santa Cena tenga un papel más significativo en su vida diaria. Comparta dicho plan con alguien que pueda ayudarlo a cumplir su meta.

  • Haga una lista de por lo menos tres actividades de las que pueda participar usted para ayudar al recogimiento de Israel en estos últimos días.