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CAPÍTULO 12: EL OBSERVAR LAS LEYES DE LA SALUD FÍSICA


CAPÍTULO 12

EL OBSERVAR LAS LEYES DE LA SALUD FÍSICA

INTRODUCCIÓN

Cada uno de nosotros es un hijo o hija espiritual de Dios que viene a la vida terrenal con el fin de obtener un cuerpo físico. Nuestro cuerpo físico es un don de Dios y finalmente se convertirá en un cuerpo resucitado.

El apóstol Pablo describe el cuerpo como el templo de Dios (véase 1 Corintios 3:16–17; 6:19–20; véase también D. y C. 93:33–35). Todos nosotros debemos comer adecuadamente, hacer ejercicio con regularidad, buscar la ayuda médica competente y vivir la Palabra de Sabiduría con el fin de mantener nuestro cuerpo saludable. Eso nos ayudará en nuestro trabajo, nuestra familia y el servicio en la Iglesia.

PRINCIPIOS PARA COMPRENDER

  • Los buenos hábitos de salud son importantes para vivir el Evangelio.

  • La Palabra de Sabiduría es una parte importante de la ley del Señor sobre la salud.

  • Una dieta adecuada, el descanso y el ejercicio proporcionan beneficios significativos en la salud.

  • Debemos evitar las sustancias y las prácticas que dañan el cuerpo y la mente.

CITAS Y ESCRITURAS CORROBORATIVAS

Los buenos hábitos de salud son importantes para vivir el Evangelio.

“…el hombre es el tabernáculo de Dios, a saber, templos; y el templo que fuere profanado, Dios lo destruirá” (D. y C. 93:35).

Presidente Thomas S. Monson de la Primera Presidencia: “El apóstol Pablo dijo: ‘¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?… el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es’ (1 Corintios 3:16–17). Así como las comidas nutritivas, el ejercicio en forma regular y el descanso apropiado vigorizan el cuerpo; el estudio constante de las Escrituras y la oración fortalecen la mente y el espíritu” (véase “Para tocar el cielo”, Liahona, enero de 1991, pág. 51).

Presidente David O. McKay, noveno Presidente de la Iglesia:

“La persona saludable, que se cuida físicamente, tiene fortaleza y vitalidad; su cuerpo es un templo adecuado para que en él resida su espíritu…

“…Las enfermedades nos privan del ejercicio pleno de nuestras facultades y privilegios y a veces nos privan de la vida misma. Es necesario, por lo tanto, cuidar nuestro cuerpo y observar las normas de la salud y de la felicidad” (véase “The ‘Whole’ Man”, Improvement Era, abril de 1952, pág. 221; citado en Mujeres Jóvenes: Manual 2, pág. 163).

Presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia: “El cuerpo es el templo del Espíritu. El cuerpo es sagrado; fue creado a imagen de Dios, por lo que debe cuidarse y utilizarse para buenos fines. Es preciso cuidar bien de él y eso que denominamos la Palabra de Sabiduría, que es un código de salud, nos ayuda a lograrlo” (véase “…pues no se ha hecho esto en algún rincón”, Liahona, enero de 1997, pág. 54).

Patricia T. Holland, que fue consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes:

“A todo aquel que lee periódicos o revistas se le recuerda constantemente que la dieta y el ejercicio apropiado, y un buen descanso aumenta nuestro rendimiento diario así como también la duración de nuestra vida. Sin embargo, demasiados de nosotros no hacemos ni el más mínimo esfuerzo, con la idea de que nuestra familia, nuestros vecinos y nuestras demás responsabilidades vienen primero. Y al hacerlo, ponemos en riesgo lo que esas personas necesitan más de nosotros: nuestra salud, nuestra felicidad y nuestra fortaleza…

“Para mí entonces, el asunto es aceptar que somos merecedores del tiempo y del sacrificio que sea necesario para alcanzar la medida de nuestra creación, y creer que no es egoísta, equivocado ni malo. En realidad, es esencial para nuestro desarrollo espiritual.

“Años atrás, mi hijo mayor trató de enseñarme ese principio. Ese día no me sentía muy bien, pero había prometido a mi hijo, en ese entonces de tres años, llevarlo al zoológico. Al sentirme cada vez peor, con dolores y malestar, finalmente le dije exasperada: ‘Matthew, no sé si debemos ir al zoológico y cuidarte a ti o si debiéramos quedarnos en casa y cuidar a mamá’. Me miró por un momento con sus grandes ojos negros y me dijo enérgicamente: ‘Mamá, yo creo que debes cuidarte a ti misma, para que puedas cuidar de ’. Él fue lo bastante sabio, aun a su edad, de saber que lo mejor para él era tener una madre saludable. Si no cuidamos de nosotros, es prácticamente imposible cuidar de los demás” (véase “The Many Faces of Eve”, en Jeffrey R. Holland y Patricia T. Holland, On Earth As It Is in Heaven, 1989, págs. 66–67).

La Palabra de Sabiduría es una parte importante de la ley del Señor sobre la salud.

“Una Palabra de Sabiduría para el beneficio… [de] los santos…

“…demostrando el orden y la voluntad de Dios en la salvación temporal de todos los santos en los últimos días—

“dada como un principio con promesa” (D. y C. 89:1–3).

“Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en el ombligo y médula en los huesos;

“y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos;

“y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar.

“Y yo, el Señor, les prometo que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará” (D. y C. 89:18–21 [Dominio de las Escrituras]).

Presidente Gordon B. Hinckley: “No consideren la Palabra de Sabiduría como un asunto trivial. En mi opinión, es el documento más extraordinario que conozco acerca de la salud. El profeta José Smith la recibió en el año 1833, cuando se sabía relativamente muy poco de cuestiones dietéticas. Ahora, cuanto más avanza la investigación científica, más pruebas hay de los principios de la Palabra de Sabiduria” (“Sean dignos de la joven con la cual se van a casar algún día”, Liahona, julio de 1998, pág. 53–54).

Presidente Boyd K. Packer, Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles:

“La Palabra de Sabiduría puso restricciones sobre los miembros de la Iglesia y, hasta el día de hoy, esos requisitos se aplican a todo miembro y a toda persona que desee unirse a ella. Dichos requisitos son tan importantes que nadie será bautizado en la Iglesia a menos que esté de acuerdo con vivir en base a ellos. A nadie se le llamará a enseñar ni a dirigir a menos que los acepte. Cuando quieran entrar en el templo, se les preguntará si guardan la Palabra de Sabiduría. Si no lo hacen, no podrán entrar en la Casa del Señor hasta que sean completamente dignos.

“Sabemos que, por lo general, a los jóvenes no les gustan las restricciones. Aunque no lo crean, nosotros también fuimos jóvenes una vez y nos acordamos.

“Nuestra sociedad se ve plagada por un sentido de resistencia a todo lo que limite nuestra conducta. La obsesión de separar la libertad de la responsabilidad, donde se supone que de alguna forma las decisiones no están sujetas a las consecuencias, podría llegar a destruir por completo el orden de nuestra sociedad…

“La Palabra de Sabiduría fue ‘dada como un principio con promesa’ (D. y C. 89:3). El término principio es muy importante en la revelación, ya que un principio es una verdad perdurable, una ley, una regla que se puede adoptar como una guía para tomar decisiones. Por lo general, los principios no se aplican en detalle. De ese modo tenemos la libertad de decidir cómo habremos de proceder, usando esa verdad o principio como punto de referencia” (véase “La Palabra de Sabiduría: El principio y las promesas”, Liahona, julio de 1996, pág. 18).

Élder Boyd K. Packer del Quórum de los Doce Apóstoles:

“…He llegado a creer que el propósito fundamental de la Palabra de Sabiduría está íntimamente ligado a la revelación.

“Desde que eran muy pequeñitos les enseñamos a abstenerse del uso del té, del café, de las bebidas alcohólicas, del tabaco, de las drogas y de todo aquello que pueda afectar la salud.

“Y nos preocupa sobremanera cuando nos enteramos de que alguno de ustedes está involucrado con esas cosas.

“Si una persona ‘bajo los efectos del alcohol’ apenas puede entender unas simples palabras, ¿cómo podría percibir los susurros del Espíritu que penetran hasta lo más íntimo de su ser?

“Pese a lo valioso de la Palabra de Sabiduría como la ley de salud, puede resultar para ustedes de mayor valor en el aspecto espiritual que en el físico” (véase “El don de saber escuchar”, Liahona, enero de 1980, pág. 30).

Presidente Gordon B. Hinckley, en ese entonces Primer Consejero de la Primera Presidencia:

“¿Es necesario el cumplimiento de la Palabra de Sabiduría? Los miembros de la Primera Presidencia han considerado que sí. La observancia de la Palabra de Sabiduría se relaciona con el cuidado del cuerpo, el cual el Señor ha asegurado que es en sí un templo, un tabernáculo del espíritu. Él ha dicho: ‘Sí, el hombre es el tabernáculo de Dios, a saber, templos; y el templo que fuere profanado, Dios lo destruirá’ (D. y C. 93:35).

“Recuerdo que un obispo me contó de una hermana que fue a pedir su recomendación. Cuando le preguntó si cumplía con la Palabra de Sabiduría, ella le contestó que de vez en cuando tomaba una taza de café. ‘Espero, obispo, que usted no me impida entrar al templo por eso’. A lo que él contestó: ‘Hermana, estoy seguro de que usted no va a permitir que una taza de café se interponga entre usted y la Casa del Señor’ ” (“Mantengamos sagrados los templos”, Liahona, julio de 1990, pág. 66).

Una dieta adecuada, el descanso y el ejercicio proporcionan beneficios significativos en la salud.

“Cesad de ser ociosos; cesad de ser impuros; cesad de criticaros el uno al otro; cesad de dormir más de lo necesario; acostaos temprano para que no os fatiguéis; levantaos temprano para que vuestros cuerpos y vuestras mentes sean vigorizados” (D. y C. 88:124 [Dominio de las Escrituras, D. y C. 88:123–24]).

La fruta, las verduras, los granos y las hierbas saludables son alimentos buenos para nosotros. Debemos comer carne con moderación. (Véase D. y C. 89:10–17.)

Élder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Por medio del ejercicio hecho en forma regular, se logra una condición física adecuada; sin embargo, ésta debe ser apropiada para las habilidades y preferencias de cada persona…

“Como muchas otras cosas buenas, uno se beneficia con el ejercicio cuando éste se lleva a cabo con prudencia y moderación. Me gustaría advertirles en cuanto al exceso; es incorrecto pensar que si un poquito de algo es bueno, entonces mucho es mejor” (véase Twenty Questions, discurso pronunciado a los maestros de religión, 13 de septiembre de 1985, pág. 4).

Élder Joe J. Christensen, entonces en la Presidencia de los Setenta:

“Elijan algún deporte o cualquier ejercicio enérgico que se ajuste a su situación y a su condición física y realícenlo en forma regular. Hagan que la sangre les circule y ejerciten los músculos más importantes. Un tiempo y un empeño apropiado que dediquen al ejercicio los ayudará a ser más eficaces en otros aspectos de su vida.

“No sé qué van a elegir; a mí personalmente me gusta más el frontenis o caminar, que correr… Claro está que cada uno necesita escoger por sí mismo, pero tomen la resolución de hacer algo físico en forma regular…

“Algunos de ustedes no descansan lo suficiente. Hay también quienes están habituados a acostarse tarde y dormir más de lo que en realidad el sistema necesita y por consiguiente se pierden de recibir parte de la inspiración personal que de otra forma recibirían.

“Cuando se ha descansado en forma adecuada, es de gran valor levantarse temprano. Años atrás, a Bárbara y a mí se nos solicitó que lleváramos al presidente Marion G. Romney y a su esposa desde Provo hasta su casa en Salt Lake City. Durante el camino, el presidente Romney compartió con nosotros algunas de las experiencias personales que tuvo cuando fue llamado para prestar servicio como Autoridad General, allá por el año 1941. En esa época, él se encontraba prestando servicio como presidente de estaca y se encontraba asistiendo a la conferencia general cuando se le llamó como Autoridad General, sin habérsele dicho nada previamente. Él se sintió muy asombrado y nervioso y sintió que necesitaba que le aconsejaran; por lo tanto, fue a ver al élder Harold B. Lee, nuevo miembro del Quórum de los Doce, quien había sido compañero como presidente de estaca y le pidió que le aconsejara sobre cómo tener éxito en calidad de Autoridad General.

“El élder Lee le dijo:

” ‘Para tener éxito como Autoridad General le daré un consejo, acuéstese temprano y levántese temprano. Si lo hace, su cuerpo y su mente se sentirán descansados y entonces, en la quietud de las horas tempranas de la mañana, recibirá más destellos de conocimiento e inspiración que en ningún otro momento del día’.

“El presidente Romney agregó:

” ‘Desde ese día, he puesto en práctica ese consejo, y sé que es innegable. Siempre que tengo un problema grave o alguna asignación de naturaleza creativa para lo cual deseo recibir la influencia del Espíritu, siempre recibo más ayuda en las primeras horas de la mañana que en ningún otro momento del día.

El seguir ese consejo me ha ayudado mucho a lo largo de los años’ (véase, Joe J. Christensen, To Grow in Spirit [Salt Lake City: Deseret Book Co., 1983], págs. 27–28).

“Ustedes también pueden tener una experiencia similar y cambiar, aún cuando piensen que se desenvuelven mejor durante la noche. En 21 días pueden acostumbrarse y cuando decidan hacerlo todo es cuestión de una resolución firme y de la determinación de dejar la comodidad de la cama’ ” (véase Resolutions, charla fogonera del SEI para los jóvenes adultos de edad universitaria, llevada a cabo el 9 de enero de 1994, pág. 5).

Debemos evitar las sustancias y las prácticas que dañan el cuerpo y la mente.

“He aquí, de cierto, así os dice el Señor: Por motivo de las maldades y designios que existen y que existirán en el corazón de hombres conspiradores en los últimos días, os he amonestado y os prevengo, dándoos esta palabra de sabiduría por revelación” (D. y C. 89:4).

Presidente Gordon B. Hinckley:

“Algunos hasta han utilizado la excusa de que las drogas no se mencionan en la Palabra de Sabiduría. ¡Qué excusa de poco valor! Tampoco se menciona saltar desde una altura a una piscina vacía o saltar desde un puente a una autopista. Pero, ¿quién pone en duda las consecuencias de tales actos? El sentido común debe prevenir tales comportamientos.

“Sin considerar la Palabra de Sabiduría, existe una razón divina para evitar esas substancias ilegales.

“Estoy seguro de que su uso es una afrenta a Dios; Él es nuestro Creador y hemos sido creados a Su imagen; estos maravillosos cuerpos son Su obra maestra. ¿Cree alguien que puede dañar deliberadamente su cuerpo sin ofender a su Creador? Se nos ha dicho una y otra vez que el cuerpo es el tabernáculo del espíritu; que es un templo, sagrado para el Señor. Durante los terribles conflictos entre los nefitas y los lamanitas se nos dice que los nefitas, que habían sido fuertes, ‘se habían vuelto débiles como sus hermanos los lamanitas, y que el Espíritu del Señor no los preservaba más; sí, se había apartado de ellos, porque el Espíritu del Señor no habita en templos inmundos’ (Helamán 4:24).

“Alma enseñó a la gente de Zarahemla: El Señor ‘no habita en templos impuros; y ni la suciedad ni cosa inmunda alguna pueden ser recibidas en el reino de Dios’ (Alma 7:21). ¿Puede alguien dudar que el uso de estas drogas que destruyen el cuerpo y la mente sea un acto profano? ¿Cree alguien que el Espíritu de Dios puede morar en el templo de un cuerpo contaminado por esos elementos destructivos? Si hay alguien que esté escuchando y esté usando estas cosas, que se decida ahora mismo, y con la más firme determinación, a no volver a tocarlas” (véase “El azote de las drogas ilícitas”, Liahona, enero de 1990, págs. 50–51).

Élder Boyd K. Packer:

“La adicción a los narcóticos es un factor por demás contribuyente al plan del príncipe de las tinieblas, pues interfiere con la línea de comunicación que nos une al Santo Espíritu de la verdad. En la actualidad, el adversario cuenta con una ventaja injusta. La adicción tiene la capacidad de desconectar la voluntad del ser humano y de anular su libertad moral individual, pudiéndole privar de su poder de decisión. El albedrío es una doctrina demasiado fundamental para someterla a un riesgo de esa naturaleza…

“Les ruego que oren con sinceridad de corazón, para que, en algún lugar, de alguna manera, se pueda descubrir la forma de erradicar las adicciones del cuerpo humano.

“No es sólo la salud ni la misma vida lo que se arriesga, sino todas las libertades personales, sociales, políticas y espirituales, en defensa de las cuales la humanidad ha luchado en todas las épocas. Se pone en peligro todo lo que se ganó por medio de la sangre de los mártires. ¡El mismo albedrío está en juego! Si todos oramos fervientemente, el Señor seguramente nos ayudará. Por medio de esas oraciones, enseñemos a nuestros hijos a obedecer la Palabra de Sabiduría, la cual es la armadura que los protegerá contra los hábitos que obstruyen los canales de la revelación personal” (véase “La revelación en un mundo inconstante”, Liahona, enero de 1990, pág. 14).

Élder Russell M. Nelson:

“De un simple experimento considerado inofensivo, puede desencadenarse un serio vicio. De las pruebas emergen los hábitos; de los hábitos sale la dependencia; de la dependencia resulta la adicción. Sus cadenas pesan sobre la persona en forma gradual, y sus eslabones esclavizantes son demasiado pequeños para que se les perciba, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlos. Por cierto que las drogas son el “guiso” moderno por el cual se venden las almas. Ninguna familia está exenta de ese riesgo…

“Tenemos la libertad de habituarnos a las drogas o no, pero una vez que decidamos usar alguna sustancia que forma hábito, estamos sujetos a las consecuencias de esa decisión…

“ ‘El espíritu y el cuerpo son el alma del hombre’ (D. y C. 88:15). Tanto el espíritu como el cuerpo tienen apetitos. Uno de los mayores desafíos que nos presenta la vida es hacer que prevalezcan las necesidades espirituales sobre los apetitos físicos. Tu fuerza de voluntad será más grande cuando esté unida a la voluntad del Señor.

“La adicción a cualquier tipo de sustancia esclaviza no solamente al cuerpo físico, sino también al espíritu” (véase “Vicio o libertad”, Liahona, enero de 1989, págs. 6–8).

Élder Dallin H. Oaks del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Hace unos años, uno de nuestros hijos me preguntó por qué no era una buena idea probar las bebidas alcohólicas y el tabaco para saber cómo eran; él conocía la Palabra de Sabiduría y sabía los efectos que tienen esas substancias en la salud, pero ponía en telo de juicio la razón por la cual no debía experimentar él mismo con ellas. Le contesté que si tenía deseos de probar algo, fuera al establo y probara un poco de estiércol. Él exclamó con horror: ‘¡Ah, pero eso es asqueroso!’

“ ‘Me alegro de que opines así’, le dije, ‘pero ¿por qué no pruebas un poco sólo para experimentar tú mismo el sabor? Si piensas que está bien probar una cosa que sabes que no es buena para ti, ¿por qué no aplicar ese principio a otras?’ Mi ilustración de la necedad de ‘probar uno mismo’ fue sumamente persuasiva para un muchacho de dieciséis años” (véase “El pecado y el sufrimiento”, Liahona, abril de 1994, pág. 32).

APLICACIÓN Y EJEMPLOS

A Pedro lo han invitado a una fiesta después de la ceremonia de graduación. Por lo que le han dicho parece que va a ser muy divertida, pero él no sabe si habrá bebidas alcohólicas. En verdad, le gustaría mucho estar con sus amigos esa noche.

  • ¿Qué debe hacer Pedro?

A Ngozi su hermana menor le preguntó “¿Por qué no puedo probar bebidas alcohólicas y tabaco por lo menos una vez para saber por mí misma cómo son? Nunca más lo volveré hacer. ¿Qué daño me puede hacer una sola vez?”

  • ¿Qué le sugerirías a Ngozi que dijera a su hermana?

La familia de José no es miembro de la Iglesia. Ellos no aprobaron plenamente que él se uniera a la Iglesia y ahora piensan que él los mira con aire de suficiencia. A menudo tratan de tentarlo a que tome o fume; pero a pesar de sentirse frustrado, está decidido a guardar sus normas. No desea pensar mal de sus padres, pero a la vez desea que ellos se cuiden mejor.

  • ¿Qué consejo le darías a José?

RESUMEN ANALÍTICO

  • ¿Qué haces para mantenerte saludable? ¿Debes mejorar alguno de tus hábitos de salud? Si fuera así, ¿qué debes hacer para tener éxito en lograr esos cambios?

  • ¿De qué modo tu salud física afecta tu salud espiritual?

  • ¿Cómo puedes determinar cuánto necesitas dormir?

  • ¿En qué forma es tu cuerpo un templo de Dios (véase 1 Corintios 3:16)? ¿Qué puedes hacer para respetar y cuidar ese templo?

NOTAS E IMPRESIONES: