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CAPÍTULO 2: LA GUÍA DEL ESPÍRITU


CAPÍTULO 2

LA GUÍA DEL ESPÍRITU

INTRODUCCIÓN

A lo largo de nuestra vida, tomamos muchas decisiones importantes; algunas de ellas se relacionan con las cosas del diario vivir, para las cuales quizás no necesitemos la dirección del Señor para decidir cada detalle. Sin embargo, el Señor nos ha prometido que podemos dirigirnos a Él para obtener ayuda y guía. El Espíritu Santo cumple una misión especial dentro del plan de salvación para bendecir e inspirar a los hijos de nuestro Padre Celestial. Se nos ha prometido que “por el poder del Espíritu Santo [podremos] conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5).

El presidente Ezra Taft Benson, decimotercer Presidente de la Iglesia, explicó: “El Espíritu Santo es un don de nuestro Padre Celestial… [El Espíritu Santo] nos ayuda a elegir lo correcto; los protegerá de la maldad y les dice con una voz muy suave que hagan lo correcto. Cuando hacen lo correcto, se sienten bien, y ése es el Espíritu Santo que les habla; es un compañero maravilloso y está siempre cerca para ayudarles” (véase “A los niños de la Iglesia”, Liahona, julio de 1989, pág. 98).

Esa guía espiritual está a nuestro alcance en lo que concierne a todos los aspectos de nuestra vida, incluso la educación, el empleo y el matrimonio.

PRINCIPIOS PARA COMPRENDER

  • El Espíritu Santo puede brindarnos consuelo, paz y guía.

  • La guía del Espíritu Santo está al alcance de todos los miembros dignos de la Iglesia.

  • La oración es el medio para recibir la guía del Espíritu.

CITAS Y PASAJES CORROBORATIVOS

El Espíritu Santo puede brindarnos consuelo, paz y guía

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo… os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).

“…te ha iluminado el Espíritu de verdad;…

…¿No hablé paz a tu mente…? ¿Qué mayor testimonio puedes tener que de Dios?” (D. y C. 6:15, 23).

“Porque he aquí, os digo otra vez, que si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:5).

Élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Necesitamos que el Espíritu Santo sea nuestro compañero constante para que nos ayude a tomar mejores decisiones en nuestro diario vivir. Nuestros jóvenes y jovencitas se ven bombardeados por las cosas feas del mundo; pero la compañía del Espíritu les dará la fortaleza para resistir el mal y, si fuera necesario, arrepentirse y regresar al sendero estrecho y angosto. Ninguno de nosotros es inmune a las tentaciones del adversario. Todos necesitamos la fortaleza que se obtiene por medio del Espíritu Santo. Las madres y los padres deben suplicar con devoción que el Espíritu Santo more en los hogares que han dedicado. El tener el don del Espíritu Santo ayuda a los miembros de la familia a tomar decisiones correctas, decisiones que les ayudarán a regresar, junto con sus familias, al lado de su Padre Celestial y su Hijo Jesucristo para vivir con Ellos eternamente” (“El convenio del bautismo: Estar en el reino y ser del reino”, Liahona, enero de 2001, pág. 8).

Élder James E. Faust, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles: “Creo que el Espíritu Santo es la mayor garantía que tenemos de lograr la paz interior en este mundo inestable. Más que cualquier sustancia química u otro producto terrenal, puede expandir nuestra mente y darnos una grata sensación de bienestar, puede calmar nuestros nervios e instilar paz a nuestra alma. Este Consolador puede acompañarnos en nuestro esfuerzo por mejorar; puede ser una fuente de revelación para advertirnos de un peligro inminente y para evitar que cometamos errores; puede aguzar nuestros sentidos para que veamos con más nitidez, escuchemos con más claridad y recordemos lo que debemos recordar; su influencia puede aumentar nuestra felicidad” (“El don del Espíritu Santo: una brújula segura”, Liahona, abril de 1996, pág. 6).

Presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia: “Si son dignos, los que poseen este don espiritual pueden llegar a disfrutar mayor entendimiento y progreso y recibir guía en todas las actividades de la vida, tanto espirituales como temporales. El Espíritu Santo nos testifica de la verdad y estampa con tanta seguridad en nuestras almas la realidad de Dios el Padre y de Su Hijo, Jesucristo, que ningún poder o autoridad terrenal puede separarnos de ese conocimiento. De hecho, el no tener el don del Espíritu Santo es algo parecido a tener un cuerpo sin un sistema inmunológico” (“Nacer de nuevo”, Liahona, julio de 2001, pág. 70).

La guía del Espíritu Santo está al alcance de todos los miembros dignos de la Iglesia.

“A quien se bautice en mi nombre, el Padre dará el Espíritu Santo” (2 Nefi 31:12).

“Dios confiere [el Espíritu Santo] a los que lo aman y se purifican ante él” (D. y C. 76:116).

Élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Para disfrutar de la compañía del Espíritu Santo, usted debe ser digno, purificado por medio de la expiación de Jesucristo; de hecho, la obediencia a los mandamientos [de Dios], el deseo que tenga de hacer Su voluntad y el pedir con fe determinarán la claridad con que el Maestro lo guiará” (véase “Elévense a la altura de su llamamiento”, Liahona, noviembre de 2002, pág. 76).

Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles:

“El Espíritu Santo puede serles de utilidad en cualquier tarea justa que hayan emprendido, incluso en los estudios y en los asuntos relacionados con sus amigos.

“Sin embargo, la misión principal del Espíritu Santo es testificar de nuestro Padre Celestial y de Su Amado Hijo, Jesucristo. Si tienen cuidado en guardar los mandamientos, el Espíritu Santo les ayudará a aprender más sobre nuestro Padre Celestial y sobre Jesucristo y, a medida que estudien las Escrituras y mediten en ellas todos los días, recibirán iluminación en su mente.

“Es posible que reciban la inspiración del Espíritu Santo como una voz suave y apacible. No pueden llegar a ser [la persona] que deben ser a menos que se eleven primero por encima de las cosas del mundo que reclaman su atención. Por ejemplo, cierta música del mundo es degradante, vulgar e impropia, y ahogará las impresiones del Espíritu Santo. El ingerir sustancias que el Señor ha prohibido en la Palabra de Sabiduría les impedirá sentir y reconocer las impresiones del Espíritu Santo.

“El no llevar una vida limpia y casta apaga la inspiración del Espíritu. Eleven sus pensamientos por encima de lo vulgar y de lo inmoral. Eviten las películas y los programas de televisión censurables, los lugares depravados de Internet y toda forma de entretenimiento que muestre o aliente la inmoralidad y la violencia. Huyan de la pornografía como si fuera un pecado y una enfermedad contagiosa y fatal; no se pueden permitir el lujo de quedar adictos a su esclavitud. Eso alejaría de ustedes al Espíritu Santo y Su influencia” (véase “El crecer dentro del sacerdocio”, Liahona, enero de 2000, pág. 48).

Élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Al obedecer los mandamientos de Dios, al orar y al prestar atención a las enseñanzas de los profetas vivientes nos volvemos receptivos a la inspiración y a la revelación” (“Scripture Reading and Revelation”, Ensign, enero de 1995, pág. 7).

La oración es el medio para recibir la guía del Espíritu.

“Pedid al Padre en mi nombre, con fe, creyendo que recibiréis, y tendréis el Espíritu Santo, que manifiesta todas las cosas que son convenientes” (D. y C. 18:18).

“…mediante la oración recibís el Espíritu” (D. y C. 63:64).

Presidente James E. Faust: “Para recibir revelación e inspiración del Espíritu Santo, son necesarias algunas pautas y reglas; entre ellas: (1) tratar de manera honrada y sincera de guardar los mandamientos de Dios, (2) estar espiritualmente preparados para recibir un mensaje divino, (3) pedir a Dios en oración ferviente y humilde y (4) buscar respuestas con una fe inquebrantable” (véase “Comunión con el Espíritu Santo”, Liahona, marzo de 2002, pág. 7).

Élder Henry B. Eyring: “Yo he tenido respuestas a mis oraciones, respuestas que han sido más claras cuando lo que yo quería ha quedado eclipsado por la irresistible necesidad de conocer la voluntad de Dios. Es entonces cuando la respuesta de nuestro amoroso Padre Celestial se recibe en nuestra mente a través de la voz apacible y delicada, y se escribe en el corazón” (“Que Dios escriba en mi corazón”, Liahona, enero de 2001, pág. 100).

Élder Dallin H. Oaks:

“No siempre recibimos inspiración o revelación cuando la solicitamos. Algunas veces, tenemos que esperar para recibirla, otras, se nos deja para que empleemos nuestro propio juicio basado en el estudio y el razonamiento. No podemos forzar las cosas espirituales; y así debe ser. El propósito que tiene nuestra vida de obtener experiencia y desarrollar la fe quedaría truncado si nuestro Padre Celestial nos iluminara inmediatamente después de cada pregunta y nos dirigiera en cada uno de nuestros actos. Es preciso que saquemos conclusiones y tomemos decisiones y experimentemos las consecuencias a fin de poder desarrollar la autosuficiencia y la fe.

“Aun en aquellas decisiones que consideremos muy importantes, algunas veces no recibimos una respuesta a nuestras oraciones. Eso no quiere decir que éstas no hayan sido escuchadas, sino que hemos orado por alguna decisión que, por una u otra causa, debemos tomar sin la guía de la revelación.

“Quizás hayamos pedido guía para elegir entre alternativas que son igualmente aceptables o inaceptables. No existe lo correcto y lo incorrecto en todas las decisiones; en muchos casos, existen sólo dos respuestas incorrectas o dos respuestas correctas…

“No es probable que reciba respuesta una persona que busca la guía del Espíritu para elegir entre dos alternativas que sean igualmente aceptables para el Señor; por ejemplo, hay veces en que podemos servir productivamente en dos diferentes campos de trabajo. En este caso cualquiera de las dos respuestas es la correcta. De igual manera, es improbable que el Espíritu del Señor nos brinde revelación en asuntos que no tienen mucha importancia… Creo que el Señor espera que utilicemos la inteligencia y la experiencia que nos ha dado para que sepamos tomar la mayoría de las decisiones. Cuando alguien le pidió al profeta José Smith que le aconsejara en cuanto a un asunto particular, él le contestó: ‘Es cosa grave preguntar a Dios o allegarse a Su presencia; y sentimos temor de acercarnos a Él sobre temas que son de poca o ninguna importancia’ [Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 20]” (véase “La revelación”, Liahona, diciembre de 1983, págs. 40–41).

Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles:

  1. ¿Cuándo contesta Dios nuestras oraciones?

    “La mujer sentada frente a mí sollozaba. Con los ojos llenos de lágrimas, me dijo: ‘¡Ya no sé en qué creo!’ Me habló de que había luchado y orado durante muchos días para saber cómo tomar una decisión vitalmente importante, sin lograr nada. Y me rogó angustiada: ‘¡No sé qué hacer! Si usted me dice qué hacer, lo haré’. Poniendo la mano sobre las Escrituras, me dijo: ‘Dios ha prometido ayudarnos. Él contesta las oraciones de todos los demás; ¿por qué no contesta las mías?‘

    “Cuando se está atrapado en un torbellino de emociones, es difícil escapar solo. Ruego que yo pueda ayudar a aquel que tenga esos sentimientos.

    “Cuando no parezca que se reciba respuesta a oraciones apremiantes, quizás sea porque no entendamos algunas verdades sobre la oración; o tal vez porque no reconozcamos la respuesta cuando la recibimos.

    “Nuestro Padre Celestial no nos puso en la tierra para que fracasáramos, sino para triunfar gloriosamente. Puede parecer paradójico, pero por ese mismo motivo a veces puede ser muy difícil reconocer la respuesta a las oraciones. Algunos se enfrentan a la vida contando sólo con su propia experiencia y capacidad; otros buscan la inspiración divina por medio de la oración a fin de saber qué hacer. Cuando es necesario, son dignos de recibir un poder mucho mayor que su propia capacidad.

    “La comunicación con nuestro Padre Celestial no es un asunto trivial; es un privilegio sagrado, y está basada en principios inalterables. Cuando recibimos la ayuda de Él, es en respuesta a la fe, la obediencia y el uso apropiado del albedrío.

    “Es un error creer que todas nuestras oraciones recibirán respuesta inmediata; algunas requieren considerable esfuerzo de nuestra parte. Es cierto que a veces recibimos impresiones sin haberlas buscado. Éstas generalmente conciernen algo que necesitamos saber y que no podríamos averiguar de otra manera.

    “Estamos aquí en la tierra para ganar experiencia que de otro modo no obtendríamos. Se nos da la oportunidad de progresar, desarrollarnos y adquirir madurez espiritual; para hacerlo, debemos aprender a aplicar la verdad. La forma en que enfrentemos los problemas y dificultades y los resolvamos es crucial para nuestra felicidad”.

  2. ¿Cómo debemos orar?

    “Para comprender mejor la oración, he escuchado consejos al respecto, he meditado en las Escrituras y he estudiado la vida de los profetas y de otras personas. Pero lo que me ha sido más útil es imaginar a un niño que se acerca confiado a un Padre amoroso, bondadoso, sabio y comprensivo que desea que tengamos éxito.

    “No se preocupen si expresan con torpeza sus sentimientos. Recuerden que Él es su Padre; háblenle. Él escucha toda oración y siempre la contesta a Su modo.

    “Cuando le explicamos el problema y la solución que proponemos, a veces el Padre contesta “Sí” y otras veces nos dice que no. A menudo se reserva la respuesta, no por falta de interés en nosotros sino porque Él nos ama con un amor perfecto y quiere que apliquemos las verdades que nos ha dado. Para progresar, debemos confiar en nuestra capacidad de tomar buenas decisiones, y hacer lo que sintamos que es correcto. A su debido tiempo, Dios contestará. Él no nos fallará.

    “He descrito la absoluta realidad de la relación que tenemos con nuestro Padre. No hay nada que Él no sepa de nosotros; conoce todas nuestras necesidades y podría darnos todas las respuestas; sin embargo, como Su propósito es nuestra felicidad eterna, Él nos insta a tomar buenas decisiones.

    “A veces, como niños, nos portamos mal, somos imprudentes, y pensamos que no podemos acercarnos al Padre con un problema. Cuando la comunicación es difícil, es maravilloso tener un Mediador que arregle la situación si obedecemos Sus consejos y nos arrepentimos. Ese Mediador es nuestro Hermano Mayor, el Salvador”.

  3. ¿Cómo reconocer las respuestas a nuestras oraciones?

    “Quizás las experiencias de Oliver Cowdery se hayan registrado para que podamos entender cómo orar y cómo reconocer la respuesta. A él se le dijo:

    “ ‘…Vive el Señor… que ciertamente recibirás un conocimiento de cuantas cosas pidiereis en fe, con un corazón recto, creyendo que recibirás

    “ ‘…hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo…’ (D. y C. 8:1–2; cursiva agregada).

    Cuando recibimos una impresión en el corazón, podemos emplear la mente para tratar de justificar el rechazarla o para hacer un esfuerzo por obedecerla. Ten cuidado de lo que hagas con esa impresión que recibas del Señor”.

  4. ¿Qué función cumple la fe en el recibir respuestas a nuestras oraciones?

    “Se le enseñó a Oliver Cowdery: ‘Recuerda que sin fe no puedes hacer nada; por tanto, pide con fe. No juegues con estas cosas; no pidas lo que no debes.

    ” ‘…y según tu fe te será hecho’ (D. y C. 8:10–11; cursiva agregada).

    “Pedir con fe significa pedir con confianza en nuestro santo Padre. Como muchos de nosotros, el hermano Cowdery no vio la evidencia de las respuestas que el Señor ya había dado a sus oraciones. Para abrir sus ojos y los nuestros, Él dio esta revelación mediante José Smith:

    “ ‘…bendito eres por lo que has hecho; porque me has consultado, y he aquí, cuantas veces lo has hecho, has recibido instrucción de mi Espíritu. De lo contrario no habrías llegado al lugar donde ahora estás.

    “ ‘He aquí, tú sabes que me has preguntado, y yo te iluminé la mente, y ahora te digo estas cosas para que sepas que te ha iluminado el Espíritu de verdad’ (D. y C. 6:14–15; cursiva agregada).

    “Si pensáis que Dios no ha contestado vuestras oraciones, meditad sobre estos pasajes de las Escrituras; después, buscad concienzudamente en vuestra propia vida las evidencias de que Él ya os haya contestado”.

  5. ¿De qué modo llegan las respuestas al corazón y a la mente?

    “Para ayudarnos a reconocer Sus respuestas, el Señor dijo:

    “ ‘…Si deseas más testimonio, piensa en la noche que me imploraste en tu corazón, a fin de poder saber tocante a la verdad de estas cosas.

    “ ‘¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto?… (D. y C. 6:22–23; cursiva agregada).

    “El Señor nos da mayor comprensión aconsejándonos estudiar el problema que tengamos y luego debemos preguntarle si la solución que nos proponemos darle es la correcta.

    ” ‘…y si [está bien], haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien.

    “ ‘Mas si no estuviere bien, no sentirás tal cosa, sino que te sobrevendrá un estupor de pensamiento…’ (D. y C. 9:8–9; cursiva agregada)”.

  6. ¿Qué sucede si la respuesta que buscamos tarda en llegar?

    “Es vital reconocer que el Señor también tiene una tercera forma de responder a la oración: la de reservarse la respuesta en el momento de la oración. ¿Y por qué lo hace?

    “Él es nuestro Padre perfecto y nos ama mucho más de lo que podamos comprender; Él sabe lo que es mejor para nosotros, porque ve el fin desde el principio. Su deseo es que actuemos para ganar experiencia.

    “Cuando contesta “Sí”, es para darnos confianza;

    “cuando contesta “No”, es para evitarnos un error.

    “Cuando se reserva la respuesta, lo hace para que progresemos mediante la fe en Él, la obediencia a Sus mandamientos y la disposición a actuar de acuerdo con la verdad. Él espera que asumamos la responsabilidad de nuestras acciones tomando una decisión compatible con Sus enseñanzas, sin recibir confirmación previa. No debemos esperar pasivamente ni protestar porque el Señor no nos haya hablado. Debemos actuar.

    “A menudo, lo que hemos decidido está bien y Él confirmará lo correcto de las decisiones a Su manera. Generalmente, recibimos esa confirmación en una multitud de ayudas que encontramos a lo largo de nuestro camino y que descubrimos si somos espiritualmente sensibles. Son como notas que un amoroso Padre nos envía para darnos la evidencia de Su aprobación. Si confiados empezamos algo que no esté bien, Él nos lo hará saber antes de que vayamos demasiado lejos. Esta ayuda la percibimos reconociendo los sentimientos de preocupación o inquietud que experimentamos”.

  7. ¿Cómo podemos ser más espiritualmente sensibles a la inspiración del Espíritu?

    “Los esfuerzos de Nefi por obtener las planchas de bronce nos indican cómo funcionan esos principios. Cuando se les pidió a los hermanos mayores que fueran, murmuraron y no recibieron ayuda. A Nefi se le aseguró: ‘…el Señor te favorecerá porque no has murmurado’ (1 Nefi 3:6). Las palabras de Nefi, ‘Iré y haré’, revelan un cometido total de actuar y triunfar empleando la ley espiritual (1 Nefi 3:7).

    “Después de dos intentos fracasados, Nefi seguía confiando en el Señor. Él se deslizó por la ciudad hacia la casa de Labán sin haber recibido toda la respuesta. Y dijo: ‘…iba guiado por el Espíritu, sin saber de antemano lo que tendría que hacer’. Y agregó algo significativo: ‘No obstante, seguí adelante…” (1 Nefi 4:6–7; cursiva agregada).

    “Nefi estaba dispuesto a intentarlo una y otra vez, con todo su esfuerzo; expresó fe en que recibiría la ayuda; rehusó dejarse desanimar. Pero recibió la guía porque se puso en acción, tuvo confianza en el Señor, fue obediente y empleó bien su albedrío; así fue inspirado, paso a paso, hasta el éxito y, según las palabras de su madre, se le dio ‘poder para llevar a cabo lo que el Señor… [había] mandado…’ (1 Nefi 5:8; cursiva agregada).

    “Nefi entendía que se le exigía confiar en Dios, tener fe y actuar para poder recibir la ayuda paso a paso. No protestó ni pidió explicaciones. Pero, y fijaos particularmente en esto, no esperó la ayuda pasivamente. ¡Hizo algo! Siguiendo la ley espiritual fue inspirado y recibió el poder para actuar”.

  8. ¿Qué podemos hacer para que nuestros deseos personales no interfieran con la influencia del Espíritu?

    “A veces no reconocemos algunas respuestas porque estamos muy empeñados en recibir la confirmación de nuestros propios deseos y así no vemos que el Señor desea que hagamos otra cosa. Empeñaos en saber Su voluntad.

    “Confieso que no sé cómo se pueden tomar decisiones correctas a menos que existan la rectitud y la confianza en el Padre Celestial. Los principios no funcionan si se usa el albedrío para contrariar la voluntad de Dios. Si hay pecado sin arrepentimiento, quedamos librados a nuestros propios medios para luchar y dar tumbos solos. Pero, es posible que se nos rescate por medio de nuestro arrepentimiento”.

  9. ¿De qué modo se reciben las respuestas más frecuentemente?

    “Cuando buscamos inspiración para las decisiones, el Señor nos da suaves impresiones que nos hacen pensar, ejercer la fe, esforzarnos, luchar a veces y ponernos manos a la obra. Es raro que la solución total de un asunto sumamente importante o complejo aparezca de pronto. La mayoría de las veces aparece parte por parte, sin que podamos tener a la vista el fin”.

  10. ¿Qué función cumple en nuestras oraciones la gratitud hacia el Señor?

    “He reservado para el final lo más importante sobre la oración: ¡La gratitud! Nuestros esfuerzos sinceros por agradecer a nuestro amado Padre originan en nosotros asombrosos sentimientos de paz, autoestima y amor. Por muy difíciles que sean las circunstancias, el aprecio sincero de las bendiciones nos colma de gratitud.

    “¿Por qué son los más pobres los que parecen saber mejor cómo agradecer al Señor? En las montañanas de Guatemala, los miembros apenas tienen con qué vivir. Ir al templo les exige un gran sacrificio; les lleva un año prepararse para una visita. Trabajan duramente, se sacrifican para ahorrar dinero y comida; hilan, tiñen y tejen ropa nueva. Después, recorren una larga distancia descalzos para salir de las montañas; cruzan el lago Isabel y viajan en ómnibus con escasa comida. Cansados y fatigados llegan al templo. Una vez que han llegado, se lavan hasta brillar, se visten con sus prendas nuevas y entran en la Casa del Señor.

    “Vestidos de nuevo de blanco, se les enseña mediante el Espíritu, reciben ordenanzas y hacen convenios. Una montañesa quedó muy emocionada por el espíritu y el significado de la investidura. Al entrar en el cuarto celestial, vio a otras personas sentadas, con la cabeza reverentemente inclinada. Con inocencia, ella se arrodilló a la entrada del cuarto. Sin notar a los que la rodeaban, inclinó la cabeza, sollozó y durante veinte minutos volcó su corazón a su Padre Celestial. Al fin, con el vestido empapado en lágrimas, levantó la cabeza. La mentora, mujer de perceptiva sensibilidad, le preguntó: ‘¿Puedo ayudarle?’ Ella le respondió: ‘¿Me ayudará? Tengo este problema: He tratado de decirle a mi Padre Celestial la gratitud que siento por todas Sus bendiciones, pero me parece que no he podido comunicarme con Él. ¿Me ayudará a darle las gracias?’

    “Este consejo sobre la oración es verdadero. Lo he probado a fondo en el laboratorio de mi propia vida. He descubierto que lo que en ocasiones he considerado una barrera impenetrable en la comunicación no era más que un paso gigante que debía dar con confianza.

    “Cuando busquen Su ayuda, asegúrense de tener una vida limpia, de que sus motivos sean dignos y de que estén dispuestos a hacer lo Él les diga; porque Él contestará sus oraciones. Él es su Padre amado; son Su hijo amado. Él les ama con amor perfecto y quiere ayudarles.

    “En el nombre de Jesucristo. Amén” (véase “Cómo reconocer las respuestas a las oraciones”, Liahona, enero de 1990, págs. 31–33).

APLICACIÓN Y EJEMPLOS

Oliver Cowdery fue maestro de escuela en Palmyra, Nueva York, durante la época en que el profeta José Smith se encontraba traduciendo el Libro de Mormón en Harmony, Pensilvania. Oliver se enteró de la obra del Profeta y sintió la inspiración de que debía ayudar; viajó a Pensilvania y comenzó a prestar servicio como escribiente de José Smith. Varios días más tarde, le pidió a José que preguntara al Señor si él [Oliver] estaba haciendo lo correcto. En respuesta, el Señor le dijo: “…bendito eres por lo que has hecho; porque me has consultado, y he aquí, cuantas veces lo has hecho, has recibido instrucción de mi Espíritu. De lo contrario, no habrías llegado al lugar donde ahora estás” (D. y C. 6:14). El Señor elogió a Oliver Cowdery por sus oraciones personales y le explicó que ya había recibido respuestas a sus oraciones por medio del Espíritu.

  • ¿Por qué en algunas ocasiones no reconocemos la guía del Espíritu Santo?

  • De acuerdo con Doctrina y Convenios 6:15, 23, ¿cuáles son dos de las formas en que se recibe la revelación, las cuales quizás no reconozcamos?

  • Describe cómo puedes ser más sensible al Espíritu al orar acerca de tus estudios o el trabajo.

A Emeka le faltaba apenas un mes para terminar sus estudios secundarios. Él nunca se había detenido a pensar en qué haría después; había concentrado su atención en los estudios, los deportes y los amigos. La familia de Emeka poseía recursos económicos limitados y no podía mantenerlo si él decidía asistir a la universidad o a algún instituto vocacional. Él se sentía en una encrucijada ya que su decisión tendría un gran impacto en el resto de su vida. Él siempre creyó que si se esmeraba mucho y tenía una actitud positiva, tendría éxito en cualquier cosa que emprendiera. Ahora, anfrontaba varias decisiones que cambiarían su vida las cuales jamás había tenido que afrontar.

  • ¿A dónde debía dirigirse Emeka para pedir ayuda?

  • ¿Qué debía hacer espiritualmente antes de tomar estas decisiones?

  • Una vez que Emeka hubiera hecho todo lo que estuviera a su alcance, ¿de qué modo lo podía ayudar el Espíritu Santo?

RESUMEN ANALÍTICO

  • ¿Qué verdades te ha testificado el Espíritu Santo?

  • ¿Cómo puedes saber que estás recibiendo la influencia del Espíritu?

  • ¿Qué puedes hacer a diario para aumentar la influencia del Espíritu Santo en tu vida?

NOTAS E IMPRESIONES: