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CAPÍTULO 9: EL SER AUTOSUFICIENTE A LA MANERA DEL SEÑOR


CAPÍTULO 9

EL SER AUTOSUFICIENTE A LA MANERA DEL SEÑOR

INTRODUCCIÓN

“Como discípulos de Cristo debemos dar de nosotros mismos, ya sea con nuestro tiempo, nuestras habilidades o nuestros recursos, para ayudar a aquellos que lo necesitan. Podremos cumplir mucho mejor con esa responsabilidad si tratamos de ser autosuficientes, ya que es imposible dar lo que no se tiene. Al utilizar prudentemente todo lo que el Señor nos ha dado, nos capacitamos para participar en la obra del Señor y proveer para los demás” (véase El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1990, pág. 3).

Con la ayuda de nuestro Padre Celestial, podemos afrontar los desafíos de nuestra vida mortal con confianza y paz, y llegar a ser autosuficientes a la manera del Señor. Entre ello se incluye el darse cuenta de que necesitamos la ayuda del Señor en todo.

PRINCIPIOS PARA COMPRENDER

  • La autosuficiencia recta abarca la fe y la dependencia en el Salvador.

  • El Evangelio nos enseña a ser autosuficientes en forma temporal, a progresar espiritualmente y a ayudar a los demás a hacer lo mismo.

  • Tenemos la responsabilidad de tratar de progresar.

  • La autosuficiencia implica el desarrollo de destrezas y habilidades en varios aspectos.

CITAS Y ESCRITURAS CORROBORATIVAS

La autosuficiencia recta abarca la fe y la dependencia en el Salvador.

“¡Oh Señor, en ti he puesto mi confianza, y en ti confiaré para siempre!…

“Sí, sé que Dios dará liberalmente a quien pida” (2 Nefi 4:34–35).

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.

“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5–6 [Dominio de las Escrituras]).

Élder Bruce R. McConkie, en ese entonces miembro de los Setenta:

“Si se entiende y se practica en forma apropiada, la autosuficiencia es una virtud santa; sin embargo, si no se le da al Señor el lugar que le corresponde, se vuelve un vicio que aleja a las personas de los senderos de la rectitud. Los santos, por ejemplo, deben tener confianza en sus propias habilidades, su propio empeño y juicio para ganarse la vida, para aumentar su fe y sus atributos de devoción, para procurar ganar su salvación, para pasar todas las experiencias de esta probación terrenal. Ellos deben saber que el Señor no ha colocado a Sus hijos en situaciones que estén más allá de la capacidad que tengan ellos para sobrellevarlas, que las pruebas y las tribulaciones normales de la vida son parte del sistema eterno. Por lo general los miembros de la Iglesia deben tomar sus propias decisiones personales, utilizando el albedrío que el Todopoderoso les ha dado, sin tener que ir corriendo a ver al obispo o a otras personas en busca de dirección.

“A pesar de todo, el hombre por sí solo no es completamente autosuficiente; no debe confiar exclusivamente en su propia fuerza ni en el brazo de la carne. El Señor es su Consejero y su Libertador, y el hombre debe confiar en Él para obtener guía, dirección e inspiración. Si el gran Creador no se hubiese ofrecido para redimir a todas los seres fruto de Su creación, el plan de salvación en pleno quedaría sin efecto y las manifestaciones más perfectas de autosuficiencia no tendrían ningún valor” (véase Mormon Doctrine, segunda edición, 1966, págs. 701–702).

Élder M. Russell Ballard del Quórum de los Doce Apóstoles: “Pidan a su Padre Celestial que los bendiga con fe y valentía, y Él los ayudará a soportar cualquier problema que tengan que afrontar. Él los ayudará a vencer la soledad, los sentimientos de desesperación y desesperanza, los contratiempos de naturaleza personal, emocional, económica e incluso espiritual; o los fortalecerá cuando sencillamente se sientan abrumados por todas las cosas que les demandan atención y tiempo. Él les brindará la capacidad para prestar servicio fielmente en toda asignación que reciban de sus líderes locales de la Iglesia. La fe y el conocimiento que ustedes tengan de la restauración del Evangelio les darán fortaleza para ser fieles y veraces a los convenios que hayan hecho con el Señor, y para brindar sus energías y talentos con agrado con el fin de edificar el Reino de Dios sobre la tierra. Hermanos y hermanas, su testimonio de Jesucristo es el ancla más importante que tienen para mantenerse firmes e inmutables a los principios de rectitud, a pesar de los desafíos y las tentaciones que puedan surgir en el futuro” (véase Anchor to the Soul, Charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, 6 de septiembre de 1992, pág. 4).

Élder Joseph B. Wirthlin del Quórum de los Doce Apóstoles: “Utilicen su inventiva, su fortaleza, su determinación para resolver sus dificultades. Hagan todo lo que puedan y dejen el resto para el Señor. El presidente Howard W. Hunter dijo: ‘Si nuestra vida y nuestra fe se centran en Jesucristo y en Su Evangelio restaurado, nada podrá ir permanentemente mal. Por otro lado, si nuestra vida no está centrada en el Salvador ni en Sus enseñanzas, nada podrá salirnos permanentemente bien’ ” (“La búsqueda de un puerto seguro”, Liahona, julio de 2000, pág. 73).

Élder L. Tom Perry del Quórum de los Doce Apóstoles: “La independencia y la autosuficiencia son indispensables para nuestro progreso espiritual y temporal. Cada vez que nos pongamos en situaciones que amenacen nuestra autosuficiencia, descubriremos que también amenazarán nuestra libertad. Si aumentamos nuestra dependencia en algo o alguien que no sea el Señor, hallaremos una inmediata disminución en nuestra libertad de actuar. Como lo dijo el presidente Heber J. Grant: ‘Nada destruye más la individualidad de un hombre, una mujer o un niño que el no ser autosuficientes’ (“Address”, Relief Society Magazine, octubre de 1937, pág. 627)” (“Para ser autosuficientes”, Liahona, enero de 1992, pág. 74).

El Evangelio nos enseña a ser autosuficientes en forma temporal, a progresar espiritualmente y ayudar a los demás a hacer lo mismo.

“…porque de las riquezas de aquellos que de entre los gentiles aceptaren mi evangelio, yo consagraré para los pobres de mi pueblo que son de la casa de Israel” (D. y C. 42:39).

Presidente Spencer W. Kimball, decimosegundo Presidente de la Iglesia: “El trabajo acarrea felicidad, autoestima y prosperidad. Es el medio para alcanzar todos los logros; es lo opuesto a la ociosidad y se nos ha mandado trabajar (véase Génesis 3:19). El tratar de obtener nuestro bienestar temporal, social, emocional o espiritual por medio de la limosna, viola el mandato divino de que debemos trabajar por lo que recibimos. El trabajo debe ser el principio gobernante en la vida de los miembros de la Iglesia. (Véase D. y C. 42:42; 75:29; 68:30–32; 56:87.)” (“Los Servicios de Bienestar: El Evangelio en acción”, Liahona, febrero de 1978, pág. 111; véase también “Y el Señor llamó Sión a Su pueblo”, Liahona, diciembre de 1984, pág. 6).

Presidente Spencer W. Kimball:

“La responsabilidad por el bienestar social, emocional, espiritual, físico o económico de cada persona, descansa primeramente sobre sí misma, segundo sobre su familia y tercero sobre la Iglesia si es un fiel miembro de ella.

“Ningún fiel Santo de los Últimos Días que esté física o emocionalmente capacitado, cederá voluntariamente la carga de su propio bienestar o del de su familia a otra persona, sino que mientras pueda, bajo la inspiración del Señor y con sus propios esfuerzos, se sustentará a sí mismo y a su familia con las necesidades espirituales y temporales de la vida (Véase 1 Timoteo 5:8.)” (véase “Los Servicios de Bienestar: El Evangelio en acción”, Liahona, febrero de 1978, pág. 111).

Élder Harold B. Lee, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Si desean una bendición, no se limiten a arrodillarse y a orar. Prepárense de todas las maneras posibles a fin de ser dignos de recibir las bendiciones que buscan.

“Brigham Young explicó: ‘Si van y le preguntan a algunas personas de aquí qué problemas los aquejan, ellos les dirán: “No lo sé realmente, pero tengo un terrible dolor de estómago y de espalda, no nos sentimos nada bien y desearíamos que usted pusiera las manos sobre nuestra cabeza”. Él le dijo a esa gente: “¿Han recurrido a alguno de los remedios?”, o sea, algunas de las hierbas o cualquiera de los remedios caseros que tenían los pioneros. “No”, dirán, “lo que queremos es que los élderes nos impongan las manos [con el fin de dar una bendición]; tenemos fe de que así seremos curados”. El presidente Young dijo: ‘De acuerdo con mi fe, eso es bastante inconsistente. Si estuviéramos enfermos y le pidiéramos al Señor que nos sanara y que hiciera por nosotros todo lo que sea necesario hacer, bien podríamos entonces, de acuerdo con lo que entiendo en cuanto al Evangelio de salvación, pedirle también que haga crecer nuestro trigo y nuestro maíz sin que tengamos que arar la tierra y sembrar la semilla. Me parece razonable que yo debo emplear cada remedio que tengo a mi alcance y entonces pedirle a mi Padre Celestial, en el nombre de Jesucristo, que santifique esa aplicación para sanar mi cuerpo.

“ ‘Pero’, siguió él diciendo, ‘supongamos que nos encontramos viajando por las montañas y que lo único que podemos obtener para alimentarnos es un poco de carne de venado y que uno o dos de nosotros enfermen sin tener a la mano ninguna medicina, ¿qué podríamos hacer? De acuerdo con mi fe, pedirle al Señor Todopoderoso que envíe un ángel para que sane al enfermo. Ése es nuestro privilegio’.

“Cuando nada tenemos que pueda ayudarnos, entonces el Señor y Sus siervos pueden hacerlo todo.

Pero es nuestro deber hacer todo lo que esté a nuestro alcance” (“How to Receive a Blessing from God”, Improvement Era, octubre de 1966, pág. 896; véase también Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young; págs. 266–267).

Presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia: “Estamos llevando a toda la Iglesia el mensaje de la autosuficiencia, la cual no se puede lograr cuando las deudas gravosas pesan sobre el hogar. Las personas no son independientes ni están libres de la servidumbre cuando tienen compromisos financieros con otras personas” (“A los jóvenes y a los hombres”, Liahona, enero de 1999, pág. 66).

Élder Boyd K. Packer del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Parece que estamos creando una epidemia de ‘consejitis’ que consume la fortaleza espiritual de la Iglesia, lo mismo que el resfriado común consume la fuerza de la humanidad más que cualquier otra plaga.

“Algunos pueden pensar que esto no tiene importancia. ¡Pero es muy serio!

“Por una parte, aconsejamos a los obispos que eviten los abusos en el Plan de Bienestar; por otra, algunos de ellos ‘reparten’ los consejos sin considerar que el miembro debería resolver el problema por sí mismo.

“Y hay muchos casos ‘crónicos’, personas que interminablemente buscan consejo, pero nunca lo siguen.

“En algunas oportunidades, durante una entrevista, he hecho la siguiente pregunta:

“ ‘Usted ha venido a mí en busca de consejo. Luego de que estudiemos cuidadosamente su problema, ¿tiene intenciones de seguir el consejo que yo le dé?’

“Esto sorprende mucho a las personas que, por lo general, jamás habían pensado en ello. Usualmente, se comprometen entonces a seguir el consejo…

“Estamos muy preocupados por la cantidad de consejo que parece necesitarse en la Iglesia; nuestros miembros dependen demasiado de ello.

“No podemos establecer una cadena de servicio de consultores, sin que al mismo tiempo se dé énfasis al principio de la autosuficiencia emocional y la independencia individual” (“Autosuficiencia emocional”, Liahona, agosto de 1978, pág. 145).

Tenemos la responsabilidad de tratar de progresar.

“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia;

“porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa” (D. y C. 58:27–28 [Dominio de las Escrituras, D. y C. 58:26–27]).

El profeta José Smith: “Creemos que Dios ha creado al hombre con una mente capaz de recibir instrucción, y una facultad que puede ser ampliada en proporción al cuidado y diligencia que se da a la luz que del cielo se comunica al intelecto; y que cuanto más se acerca el hombre a la perfección, tanto más claros son sus pensamientos y tanto mayor su gozo, hasta que llega a vencer todas las malas cosas de su vida y pierde todo el deseo de pecar; e igual que los antiguos, llega su fe a ese punto en que se halla envuelto en el poder y gloria de su Hacedor, y es arrebatado para morar con Él. Pero consideramos que éste es un estado que ningún hombre alcanzó jamás en un momento” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 54).

Obispo Robert D. Hales, en ese entonces Obispo Presidente de la Iglesia: “Hoy se nos pide enseñar y practicar el principio del trabajo, la autosuficiencia, la vida providente, el dar, el cuidar del pobre, aumentar nuestras generosas ofrendas de ayuno para ayudar a los necesitados, prestar más amplio servicio caritativo, hacer participar a nuestros familiares en actos de servicio unos para con otros y a nuestros semejantes” (véase “Los Principios de Bienestar son para guiar nuestra vida: Un plan eterno para el bienestar de las almas de los hombres”, Liahona, julio de 1986, 28).

Élder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles: “Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance por tratar de mejorar cada día. Cuando surjan nuestras imperfecciones, continuemos corrigiéndolas; aprendamos a perdonar los defectos en nosotros mismos así como en las personas a las que amamos; recibiremos consuelo y paciencia. El Señor enseñó: ‘No podéis aguantar ahora la presencia de Dios…; por consiguiente, continuad con paciencia hasta perfeccionaros’ [D. y C. 67:13]” (véase “La inminencia de la perfección”, Liahona, enero de 1996, págs. 101–102).

Élder Joseph B. Wirthlin: “Al orar, hagan de vez en cuando un inventario individual para evaluar su actitud, para ver si en verdad están siguiendo las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo. Cada uno de nosotros puede saber, como lo sabe el Señor, en qué necesita mejorar. Debemos seguir las normas. Si hemos progresado en lo exterior, en lo material, ¿cuál ha sido nuestro progreso interior? ¿Es nuestra forma de vivir aceptable para el Señor? ¿Estamos dispuestos a reconocer nuestras faltas y a hacer un esfuerzo por abandonar el pecado, arrepentirnos, y seguir el curso que nos hará regresar al sendero estrecho y angosto?” (véase “El sendero estrecho y angosto”, Liahona, enero de 1991, pág. 75).

La autosuficiencia implica el desarrollo de destrezas y habilidades en varios aspectos.

“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).

Educación

“Cuando tenemos conocimiento y sabiduría, podemos discernir entre la verdad y el error, y tomar mejores decisiones. Podemos comprender mejor a Dios y a nuestros semejantes y sentir más amor por ellos. El Señor nos ha mandado que obtengamos conocimiento (véase D. y C. 88:77–80, 118; 93:53; 130:18–19; 131:6). Para llegar a ser autosuficientes debemos:

  • Mejorar nuestra habilidad de leer, escribir y llevar a cabo ejercicios básicos de matemáticas.

  • Estudiar las Escrituras y otros buenos libros.

  • Aprender a comunicarnos eficazmente con los demás.

  • Aprovechar las oportunidades que se nos presenten para ampliar nuestro conocimiento”

    (véase El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, pág. 6).

Salud

“Una de las razones por las que hemos venido a esta tierra es la de obtener un cuerpo, lo cual es un paso necesario para llegar a ser como nuestro Padre Celestial. El Señor nos ha mandado conservar nuestro cuerpo y nuestra mente en buen estado de salud (véase 1 Corintios 3:16–17; D. y C. 88:124; 89). Cuando lo hacemos, nos encontramos en mejores condiciones de satisfacer nuestras propias necesidades y de prestar servicio a los demás. Para llegar a ser autosuficientes debemos:

  • Obedecer la Palabra de Sabiduría.

  • Hacer ejercicio con regularidad.

  • Obtener adecuada asistencia médica y dental, y, si fuera posible, tener una póliza de seguros.

  • Mantener limpia y en buen estado nuestra casa y sus alrededores.

  • Evitar las sustancias o costumbres que puedan dañar nuestro cuerpo o nuestra mente”.

    (véase El proveer conforme a la manera del Señor, págs. 6–7).

Trabajo o empleo

“Cuando tenemos un trabajo o empleo honesto y trabajamos como el Señor nos lo ha mandado, podemos proveer para nuestras necesidades, para las de nuestra familia y para las de otras personas. Un buen trabajo nos da también la oportunidad de mejorar nuestros talentos y desarrollar nuestros atributos divinos. Cuando el trabajo que tenemos se ajusta a nuestros intereses y habilidades, y satisface nuestras necesidades, nos sentimos mucho más felices. El Señor nos ha mandado trabajar y proveer para nuestras necesidades y para las de nuestra familia (véase Génesis 3:17–19; 1 Timoteo 5:8; D. y C. 42:42; 56:17). Para llegar a ser autosuficientes debemos:

  • Elegir una buena ocupación y luego prepararnos para obtenerla.

  • Capacitarnos y obtener la experiencia necesaria para llegar a ser diestros en nuestro trabajo.

  • Ser diligentes, buenos trabajadores y dignos de confianza.

  • Prestar un servicio honrado por el pago y los beneficios que recibimos”

    (véase El proveer conforme a la manera del Señor, pág. 7).

Presidente Gordon B. Hinckley: “La persona en forma individual, enseñamos, debe hacer por sí misma todo lo que pueda. Una vez que haya agotado todos sus recursos, debe acudir a su familia en busca de ayuda. Si la familia no puede proporcionársela, entonces la Iglesia se hace cargo de ayudarla. Y, cuando la Iglesia se hace cargo de eso, nuestro gran deseo es atender primero a sus necesidades inmediatas y en seguida, ayudarla durante el tiempo que precise la ayuda, pero, entretanto, ayudarla a prepararse, a conseguir un empleo seguro, a buscarse una forma de volver a ser autosuficiente. Ése es todo el objetivo de este gran programa de bienestar” (“…pues no se ha hecho esto en algún rincón”, Liahona, enero de 1997, pág. 60).

La administración de las fuentes de recursos

“Debemos ser mayordomos prudentes y ejercer un buen criterio al administrar y reabastecer las fuentes de recursos con las que el Señor nos ha bendecido (véase Mateo 25:14–30; 2 Nefi 9:51; D. y C. 59:16–21; 104:11–18, 78–79; 119). Para llegar a ser autosuficientes, debemos:

  • Pagar diezmos y ofrendas.

  • Evitar contraer deudas innecesarias y ahorrar para el futuro.

  • Pagar las obligaciones contraídas…

  • Utilizar nuestros recursos y bienes con prudencia y evitar malgastarlos.

  • Utilizar sabiamente el tiempo.

  • Estar dispuestos a servir a los que tengan necesidad poniendo a su disposición nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros recursos y bienes”

    (véase El proveer conforme a la manera del Señor, págs. 7–8).

Élder Joseph B. Wirthlin: “¿Administramos sabiamente nuestro dinero? ¿Gastamos menos de lo que ganamos? ¿Evitamos deudas innecesarias? ¿Seguimos el consejo de las Autoridades Generales de ‘almacenar suficiente alimento, ropa y, en donde sea posible, combustible para que duren por lo menos un año’ [carta de la Primera Presidencia fechada el 24 de junio de 1988]? ¿Enseñamos a nuestros hijos a valorar y a no desperdiciar lo que tienen? ¿Les enseñamos a trabajar? ¿Comprenden la importancia de la ley sagrada del diezmo? ¿Tenemos los estudios suficientes y el empleo adecuado? ¿Mantenemos buena salud al vivir la Palabra de Sabiduría? ¿Estamos libres de los efectos adversos de las substancias nocivas?” (“El programa inspirado de bienestar de la Iglesia”, Liahona, julio de 1999, pág. 91).

La fortaleza social, emocional y espiritual

“Debemos esforzarnos por vivir rectamente, desarrollar una buena relación con los integrantes de nuestra familia y con otras personas, y por sentirnos satisfechos con nosotros mismos (véase Mateo 7:1–2, 12; Lucas 10:27; D. y C. 64:9–10). Para llegar a ser autosuficientes, debemos:

  • Estudiar las Escrituras y las enseñanzas de los profetas vivientes.

  • Obedecer los mandamientos de Dios y prestar oído al consejo de los líderes de la Iglesia.

  • Ejercer fe en Cristo y ser más humildes.

  • Orar ferviente y frecuentemente.

  • Fortalecer la relación que tenemos con los integrantes de nuestra familia, con nuestros vecinos y nuestros amigos.

  • Evitar todo aquello que sea moral y espiritualmente degradante.

  • Esforzarnos por alcanzar metas dignas.

  • Hacer todo lo que está a nuestro alcance por adaptarnos a los cambios de la vida y recobrarnos de los reveses”

    (véase El proveer conforme a la manera del Señor, pág. 8).

APLICACIÓN Y EJEMPLOS

Yussuf regresó hace poco de servir una misión honorable, pero se siente desanimado porque no tiene trabajo y necesita terminar sus estudios.

  • ¿Qué consejo le darías a Yussuf?

RESUMEN ANALÍTICO

  • ¿En qué aspectos de tu vida tienes que ser más autosuficiente? ¿Qué debes hacer para llegar a ser más autosuficiente en esos aspectos?

  • ¿Hay alguna persona a la que puedas ayudar de algún modo a ser más autosuficiente? ¿Dé que manera podrías ayudar?

NOTAS E IMPRESIONES: