2022
Tres verdades poderosas que aprendí mientras servía como obrera del templo
Julio de 2022


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Tres verdades poderosas que aprendí mientras servía como obrera del templo

Mientras prestaba servicio en el templo, recibí un mensaje apacible del Señor que me decía que Él estaba al tanto de mí y me amaba.

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Templo de Manti, Utah

Un día, cuando estaba en una charla fogonera de estaca, tuve la impresión de que debía servir en el templo. Me sorprendió porque la idea nunca me había cruzado por la mente, pero hablé con mi obispo al respecto, y él me apoyó y se alegró de que yo quisiera servir.

Unos meses después, me convertí en obrera de las ordenanzas en el Templo de Manti, Utah. Aunque estaba entusiasmada por la oportunidad, me preocupaba un poco que fuera una carga en mi horario. Estaba comenzando mi segundo año de universidad, y siempre trataba de mantenerme ocupada con mis estudios. Me había matriculado con 18 créditos cada semestre y había desempeñado funciones de liderazgo en el periódico estudiantil y en el diario literario de la universidad.

Resulta que me equivoqué. Servir no fue una carga para nada, sino una bendición que atesoraré a lo largo de mi vida.

Me gustaría compartir solo tres cosas que aprendí durante mi tiempo como obrera de las ordenanzas.

1. El Padre Celestial nos conoce personalmente y desea lo mejor para nosotros

Estaba nerviosa cuando empecé a servir en el templo porque sabía que tendría que memorizar las palabras de todas las ordenanzas. Me preocupaba equivocarme, así que dediqué horas a estudiar las palabras para asegurarme de que pudiera decirlas correctamente. Y aunque he escuchado historias de obreros que sintieron que el Espíritu Santo les ayudó a memorizar las palabras más rápido, esa no fue mi experiencia.

A veces me sentía molesta porque me costaba memorizarlas. Aprender las palabras de la primera ordenanza me llevó casi un mes. Pero al mirar atrás, me he dado cuenta de que mi gran esfuerzo fue una bendición increíble. Pude sentarme en la Casa del Señor y estudiar las palabras de las ordenanzas durante horas. Y el hecho de profundizar mi comprensión de esas palabras trajo paz y poder a mi vida. Pude reconocer la voz del Señor con más claridad y más a menudo cuando estaba dentro y fuera del templo.

Esa experiencia fue un testimonio para mí de que el Padre Celestial nos conoce personalmente y sabe qué experiencias serán las más beneficiosas para nosotros. La oportunidad de contemplar las ordenanzas me dio una mejor comprensión de lo que se dice en ellas y fortaleció mi deseo de guardar los convenios que hice en el templo.

2. Se nos ama de manera perfecta

Siendo yo de habla inglesa, la primera vez que trabajé en el velo del templo, tuve la oportunidad de ayudar a una participante de habla hispana. En ese momento hablaba español bastante bien, así que fue muy importante para mí poder ayudar a esa hermana con su ordenanza del templo en un idioma con el que estaba familiarizada. Eso también fue una bendición para mí porque estaba muy nerviosa por recordar las palabras y a fin de traducir con eficacia, pude leer las palabras de la ordenanza.

Cuando se me pidió que ayudara con la ordenanza en español, sentí que recibí un mensaje apacible del Padre Celestial que me decía que Él estaba al tanto de dónde estaba yo exactamente y que Él me amaba de una manera perfecta. Experimentar esa ordenanza en otro idioma también me ayudó a entenderla mejor porque pude centrarme en el Espíritu que me testificaba de su veracidad. Y obtuve una mejor comprensión de lo que significa ser parte de una Iglesia mundial que está llena de muchas culturas e idiomas diferentes, y del amor que el Padre Celestial tiene por cada uno de Sus hijos.

3. El templo nos da acceso al poder de Dios

En otra ocasión, cuando estaba ayudando a una participante en el velo, me sorprendió ver que mi prometido era el obrero que me ayudaba. En su rostro vi la luz de Cristo. Tuve la sensación de que estaba donde debía estar en ese momento. Sentí tanto amor por mi prometido y gran esperanza en el futuro que tendríamos juntos.

También sentí el poder que proviene de tener una relación personal con Jesucristo y de guardar mis convenios. Recordé que, siempre y cuando hiciera la voluntad de Dios, tendría seguridad y paz. Como dijo el presidente Russell M. Nelson: “Todo lo que se enseña en el templo […] amplía nuestra comprensión de Jesucristo. Sus ordenanzas esenciales nos unen a Él mediante convenios sagrados del sacerdocio. Luego, al guardar nuestros convenios, Él nos inviste de Su poder sanador y fortalecedor. Y cuánto necesitaremos Su poder en los días venideros”1.

El ser obrera de las ordenanzas en el templo realmente me ayudó a comprender mejor el poder de los convenios que hacemos y la fortaleza que traen. No todos podrán servir como obreros de las ordenanzas, pero todos podemos seguir esforzándonos por servir en el templo tan a menudo como podamos. Al hacerlo, sé que sentiremos el poder que trae a nuestra vida, y nos acercaremos más a Jesucristo y fortaleceremos nuestro fundamento espiritual.