2022
Te he sostenido
Julio de 2022


“Te he sostenido”, Liahona, julio de 2022.

Voces de los Santos de los Últimos Días

Te he sostenido

El poderoso sentimiento que me sobrevino fue tan fuerte que me puso de rodillas.

Imagen
una niña con los ojos cerrados

Yo solo tenía tres años y no quería dejar el hospital, donde mis padres se estaban recuperando tras el accidente.

Fotografía por cortesía de la autora; esquinas de la fotografía de Getty Images

Por muchos años lidié con traumas y ansiedad relacionados con un accidente automovilístico que tuvimos mis padres y yo cuando tenía tres años. Mi hermano, que aún no había nacido, no sobrevivió.

En el vigésimo quinto aniversario del accidente, me asaltaron algunos recuerdos. Varios meses después, cuando todavía estaba teniendo dificultades, una amiga me sugirió que acudiera a mi Padre Celestial. Me reí y luego pregunté: “¿Qué va a hacer Él por mí?”.

Mis dificultades continuaron. Uno o dos años después, estaba cansada de sufrir y el dolor se estaba convirtiendo en ira. Acepté el consejo de mi amigo y empecé a acudir a Dios.

“Si realmente estás ahí, envía a alguien, a cualquier persona”, oré. “¡Necesito a alguien!”.

El día llegó y se fue mientras yo permanecía en la puerta, esperando en vano.

“¿Lo ves, Dios? ¡A nadie le importa!”, exclamé. “¡No vino nadie!”.

Mientras las lágrimas me rodaban por las mejillas, lentamente entré en la casa y cerré la puerta. Subí las escaleras sintiéndome derrotada, pero cuando llegué arriba, me sobrevino un fuerte sentimiento; fue tan fuerte que me puso de rodillas.

Entonces me vino a la mente este pensamiento: “ReNae, Yo te he sostenido”.

El Padre Celestial me envió ese poderoso pensamiento de una tierna manera cuando más lo necesitaba. Me di cuenta de que Él me ama y que me conoce. Me ama tanto que me ha dado el albedrío moral. No me obligará a mí ni a nadie más a seguirlo, sino que Él y Su Hijo nos invitan a venir a Ellos (véase Mateo 11:28–30).

Desde ese día, sé que puedo confiar en Él. Mi vida es mejor ahora, porque me esfuerzo por seguirlo y escucharlo todos los días. Aunque el Padre Celestial y Jesucristo me permiten sentir dolor, también me brindan paz, consuelo, fortaleza y valor para que pueda aprender al hacer cosas difíciles. Sentir dolor me ayuda a entender y sostener a otras personas que están teniendo dificultades.

Tal vez nunca sepamos completamente por lo que otras personas están pasando, pero podemos mostrar amor a quienes nos rodean. Estoy agradecida porque sé que mi Padre Celestial me ama y me escucha cuando acudo a Él.