Manuales y llamamientos
Enseñe la doctrina


Lección 4

Enseñe la doctrina

Objetivo

Ayudar a los miembros de la clase a comprender el poder que proviene de estudiar y enseñar las doctrinas del Evangelio, las cuales se encuentran en las Escrituras y en las enseñanzas de los profetas de los últimos días.

Nota para el maestro

Al prepararse para enseñar esta lección, ore en procura de que se le guíe para enseñar eficazmente utilizando las Escrituras y las enseñanzas de los profetas de los últimosdías. Según lo inspire el Espíritu Santo, comente en cuanto al efecto que las doctrinas del Evangelio han tenido en su vida personal al estudiarlas y enseñarlas.

Preparación

  1. Estudie con espíritu de oración los pasajes de las Escrituras contenidos en esta lección y procure aplicarlos al objetivo de la misma.

  2. Estudie la sección de este libro titulada “Enseñe la doctrina” (págs. 53–64) y las siguientes partes de la sección “Enseñanza del Evangelio y liderazgo” del Manual de Instrucciones de la Iglesia: “Enseñar las doctrinas y las ordenanzas salvadoras del Evangelio” (pág. 364), “Enseñar de las Escrituras y de las enseñanzas de los profetas de los últimos días” (pág. 364), y “Usar los materiales de la lección aprobados por la Iglesia” (pág. 367).

  3. Invite a un miembro de la clase u otro miembro del barrio a ir a la clase habiéndose preparado para hablar en cuanto a cómo el haber aprendido una doctrina específica del Evangelio ha influido en su vida.

  4. Si dispone de manuales actuales de lecciones producidos por la Iglesia, lleve algunos de ellos a la clase.

  5. Antes de comenzar la clase, escriba lo siguiente en la pizarra:

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Sugerencias para el desarrollo de la lección

El Señor nos ha mandado “[enseñarnos] el uno al otro la doctrina del reino”. La doctrina puede tener una poderosa influencia en nuestra mente y en nuestro corazón.

Análisis de pasajes de las Escrituras con la pizarra

Pida a los miembros de la clase que presten atención al pasaje de las Escrituras y a las preguntas que ha escrito en la pizarra (véase “Preparación”, punto número 5).

Explíqueles que en el pasaje de las Escrituras anotado en la pizarra, la frase “doctrina del reino” se refiere a las verdades reveladas del Evangelio.

Pídales que presten atención a las preguntas que ha escrito en la pizarra. Antes de pedirles que analicen tales preguntas, invíteles a que lean en voz alta los siguientes pasajes de las Escrituras:

  1. Enós 1:1–4. (Las doctrinas del Evangelio penetran nuestro corazón y nos hacen sentir humildes ante Dios.)

  2. Alma 31:5. (La palabra de Dios impulsa a la gente a hacer lo que es justo y tiene un “efecto más potente” en nuestra mente.)

  3. Alma 32:28. (La palabra de Dios engrandece nuestra alma, ilumina nuestro entendimiento y llega a ser deliciosa para nosotros.)

  4. José Smith—Historia 1:11–12. (La palabra de Dios “[penetra] el corazón… con más fuerza”.)

Pida a los miembros de la clase que analicen las preguntas escritas en la pizarra.

Presentación por un miembro de la clase

Invite al miembro de la clase o a algún otro miembro del barrio a quien se lo haya asignado previamente que hable acerca de cómo el haber aprendido una doctrina específica del Evangelio ha influido en su vida.

Debemos concentrar nuestra enseñanza en la doctrina.

Caso para analizar

Pida a los miembros de la clase que imaginen que son miembros de una presidencia de Hombres Jóvenes, Mujeres Jóvenes o Escuela Dominical. Un maestro en tal organización les dice: “Cuando enseño a los jóvenes dedico bastante tiempo a hablarles sobre cosas como los deportes, las salidas con personas del sexo opuesto y las películas cinematográficas. Yo creo que perderían el interés si dedicara demasiado tiempo a enseñarles en base a las Escrituras”.

Análisis y citas

• ¿Qué le aconsejaría a esa persona para ayudarla a que enseñe la doctrina en base a las Escrituras?

Como parte de este análisis, invite a tres diferentes miembros de la clase que lean en voz alta las declaraciones que figuran a continuación. Recálqueles la importancia de enseñar la palabra de Dios a los miembros de la Iglesia, no importa la edad que tengan.

A los maestros de personas adultas

El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “Yo sé que a mí no me agrada cuando asisto a un servicio y se llama a alguien a hablar, quien parándose ante la congregación presenta, aunque de forma agradable, algunas trivialidades y filosofías de los hombres —las ideas de aquellos que hoy en día moldean el pensamiento del mundo, pero quienes en su propio corazón no tienen fe ni amor por Jesucristo— o los que comentan asuntos en discrepancia con los principios fundamentales del Evangelio” (Doctrina de Salvación, compilación por Bruce R. McConkie, 3 tomos [1995], tomo 2, pág. 322).

A los maestros de Hombres y Mujeres Jóvenes

El presidente J. Reuben Clark, hijo, enseñó:

“Los jóvenes de la Iglesia están hambrientos espiritualmente y ansiosos por aprender el Evangelio, y lo quieren puro, sin mezcla…

“Ustedes [los maestros] no tienen que ubicarse detrás de estos jóvenes… a fin de susurrar religión en sus oídos… No tienen necesidad de disfrazar las verdades religiosas con un manto de cosas mundanas; pueden presentarles estas verdades naturalmente” (El curso trazado por la Iglesia en la educación [folleto], págs. 4, 10).

A los maestros de niños pequeños

El élder Ezra Taft Benson aconsejó: “Todo lo que les pedimos es que en el corazón mismo de estos niños que son puestos bajo su cuidado y dirección ustedes les inspiren de tal manera que nada en este mundo llegue jamás a ser más valioso para ellos que el Evangelio” (“Our First Obligation”, Children’s Friend, octubre de 1950, pág. 454).

A todos los maestros del Evangelio

El élder Boyd K. Packer dijo:

“Si la verdadera doctrina se entiende, ello cambia la actitud y el comportamiento.

“El estudio de la doctrina del Evangelio mejorará el comportamiento de las personas más fácilmente que el estudio sobre el comportamiento humano” (“Los niños pequeños”, Liahona, enero de 1987, pág. 17).

Debemos asegurarnos de estar enseñando la doctrina correcta.

Citas y análisis

Léales a los miembros de la clase la siguiente declaración del presidente Marion G. Romney:

“Cuando bebo agua que proviene de un manantial, me gusta tomarla en el mismo lugar donde brota de la tierra, no corriente abajo después que el ganado la ha enturbiado… Respeto las interpretaciones que hacen otras personas, pero en lo que se refiere al Evangelio, debemos saber lo que el Señor dice” (citado por J. Richard Clark; véase “Escudriñad las Escrituras”, Liahona, enero de 1983, pág. 23).

• ¿A qué fuentes debemos recurrir para ayudar a quienes enseñamos de manera que puedan saber “lo que el Señor dice”? (Las respuestas deberían incluir las Escrituras y las enseñanzas de los profetas de los últimos días.)

• ¿Cómo podemos asegurarnos de que estamos enseñando la doctrina correcta?

Como parte de este análisis, pida a los miembros de la clase que lean Doctrina y Convenios 42:12–13 y 52:9. Destáqueles que podemos asegurarnos de que estamos enseñando la doctrina correcta si nos mantenemos en armonía con las Escrituras y las enseñanzas de los profetas de los últimos días. Invite a un miembro de la clase a leer la siguiente declaración del presidente Spencer W. Kimball:

“Ninguna persona tiene el derecho de ofrecer sus propias interpretaciones cuando se le invite a enseñar en las organizaciones de la Iglesia; tal persona es un invitado… y aquellos que le escuchan tienen razón en considerar que, habiendo sido llamada y sostenida en el debido orden, representa a la Iglesia y que las cosas que enseña son aprobadas por la Iglesia” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball [1982], págs. 532–533).

Si usted ha traído a la clase algunos manuales actuales producidos por la Iglesia, muéstrelos a sus alumnos.

Indíqueles que los manuales producidos por la Iglesia contienen sugerencias en cuanto a preguntas, actividades y materiales audiovisuales que nos ayudan a concentrar nuestra enseñanza en las Escrituras y en las palabras de los profetas de los últimos días.

El Señor nos promete grandes bendiciones en tanto que aprendamos y enseñemos diligentemente Su doctrina.

Cita

Destaque a los miembros de la clase que debemos estudiar la doctrina del Evangelio antes de que podamos enseñarla eficazmente. Léales luego la siguiente declaración del presidente Spencer W. Kimball:

“Es bastante común ver casos de personas que dominan varios pasajes [de las Escrituras], de tal forma que se hacen la ilusión de saber mucho acerca del Evangelio. En este sentido, el tener un poco de conocimiento puede presentar en realidad un gran problema. Estoy convencido de que cada uno de nosotros, en algún período de nuestra vida, tiene que descubrir las Escrituras por sí mismo, y no solamente una vez, sino redescubrirlas muchas veces” (véase “Las Escrituras: ¡Cuán singular tesoro!”, Liahona, diciembre de 1985, pág. 4).

Análisis de pasajes de las Escrituras con la pizarra

Borre la pizarra y dibuje en ella la siguiente tabla. Explique a los miembros de la clase que esa tabla mostrará las promesas del Señor a los maestros que “redescubren [las Escrituras] muchas veces”. Pídales que copien la tabla en sus cuadernos. (No haga que miren esta página en sus manuales.)

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Pida a los miembros de la clase que lean los pasajes de las Escrituras que se indican en la tabla. Después de leer cada pasaje, pídales que indiquen cuáles son las cosas que podemos hacer y las bendiciones que recibiremos como resultado de ello. Escriba sus ideas en las columnas correspondientes. Sugiérales que escriban esas ideas en sus cuadernos. En la tabla siguiente se dan algunas posibles respuestas.

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Aplicación

Pida a los miembros de la clase que escriban en sus cuadernos una cosa específica que habrán de hacer para seguir el consejo que estos pasajes de las Escrituras contienen. Asimismo, pídales que escriban cómo creen que tal acción les ayudará a recibir las bendiciones del Señor en cuanto a sus responsabilidades como maestros.

Conclusión

Testimonio

Según lo inspire el Espíritu, testifique acerca del poder que se obtiene al estudiar y enseñar la doctrina del Evangelio.

Asignaciones

Aliente a los miembros de la clase para que hagan lo siguiente:

  1. Que estudien a diario las Escrituras diligentemente. (Podría sugerirles que lean la sección “Desarrolle un plan personal para estudiar el Evangelio”, págs. 16–17 en este libro.)

  2. Con respecto a la asignación que se dio durante la lección en cuanto a lo que se escribió en el cuaderno, que traten de hacer algo en la semana entrante para mejorar su estudio personal del Evangelio. Que escriban acerca de su progreso en relación con este cometido.

  3. Que repasen los principios enseñados en esta lección estudiando la sección de este libro titulada “Enseñe la doctrina” (págs. 53–64).