2018
El gozo de la música
Diciembre de 2018


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El gozo de la música

Uno nunca puede subestimar los impulsos de un líder justo. En la pequeña rama de Valiente, en la Estaca Las Américas de la República Dominicana, uno de esos líderes ha ayudado a cambiar las vidas de muchos de los jóvenes de la rama y, a su vez, ayudó con la espiritualidad de la reunión sacramental.

El presidente de rama, Julio Ogando declara: “Cuando me llamaron como presidente de rama en marzo del 2016, sentí un gran deseo de que los jóvenes de esta unidad pudieran aprender a tocar al menos dos o tres himnos, la reunión sacramental pudiese ser más espiritual y los jóvenes pudieran ver la música como un refugio de la presión social que envuelve al mundo. Le pedí al Padre Celestial que me ayudara a comenzar clases de piano para la rama, para que algunos de los jóvenes pudieran aprender este gran talento y desarrollar el amor por la buena música”.

El presidente Ogando contó con la ayuda de una pareja misionera. Tenían un gran deseo de ayudar y se comprometieron a hacerlo después de escuchar la idea del presidente Ogando. La clase comenzó con 15 jóvenes y los números aumentaron cada semana. Unos jóvenes del vecino barrio de La Caleta se unieron. Algunos adultos e investigadores también comenzaron a asistir. Se necesitó de más maestros. Con la ayuda de otros misioneros mayores, un grupo de 10 a 25 personas se reunía semanalmente para aprender a tocar.

Cuando un joven podía tocar un himno del himnario simplificado, lo tocaba en la reunión sacramental y aceptaba ayudar a otros a aprender y recibían su propio teclado. Los teclados fueron donados por la Fundación Harman. Esto permitió que el estudiante practicase durante la semana en su propio hogar y aprendiese aún más himnos. Esto también ayudó a llevar el Espíritu, a través de la música, a sus hogares y sus noches de hogar.

Cuando se le preguntó cómo habían ayudado las clases, el presidente Ogando respondió: “Estas clases han sido una gran bendición para los jóvenes. Ha despertado en ellos el amor por la música y tenemos más personas cantando en nuestras reuniones. Estas ahora son más espirituales y reverentes”. Y agrega, “los teclados en los edificios de la Iglesia ya no están acumulando polvo”.

Un beneficio adicional de estas clases es que les dio a los jóvenes otra oportunidad de compartir juntos haciendo algo sano y disfrutar de la compañía de los demás.

Cuando se les preguntó por qué querían aprender a tocar el piano, Steven dijo: “Siempre quise aprender a tocar el piano, porque nadie sabía cómo hacerlo en la Iglesia. Recuerdo que una vez un misionero vino y tocó el piano por primera vez en la reunión sacramental. ¡Fue algo increíble ! Realmente podía sentir la diferencia. Después de ese domingo, quise aprender a tocar el piano, y quise servir como un instrumento para traer el Espíritu”.

Shania dijo: “Porque la música es una parte importante de mi vida y siento el amor del Salvador a través de ella; la música llena mi corazón de alegría”.

Después de aprender a tocar varios de los himnos simplificados con acompañamiento de acordes básico, Clever ha seguido aprendiendo y ahora puede tocar varios de los himnos en el libro de himnos regular. El comentario de Clever de que “con la práctica puedo lograrlo” es muy cierto.

Después de varios meses de clases, se realizó un recital y los jóvenes pudieron tocar para sus padres y amigos los himnos que habían estado aprendiendo. Qué alegría para todos los que asistieron ver sus logros y sentir su dedicación para aprender a tocar. Muchas lágrimas de alegría fueron compartidas ese día.

Las parejas mayores que ayudaron con este proceso también testifican de los grandes sentimientos de alegría que han surgido al ayudar a los miembros de esta rama. Enfrentaron desafíos para enseñar a los jóvenes, ya que algunos de los misioneros no hablaban español, y algunos apenas tocaban el piano, pero podían leer música. “Con la ayuda de los demás para traducir lo que estábamos tratando de lograr, de alguna manera funcionó”. Como dijo una misionera mayor: “Aprendí a decir ‘otra vez’ y ‘perfecto’, y eso nos ayudó lograrlo”.

Gracias a un joven y justo presidente de rama, varios jóvenes han aprendido a tocar y ahora están enseñando a otros a tocar, el espíritu ha aumentado en las reuniones sacramentales y vidas han cambiado para siempre.