2018
El poder consolador que tenemos al momento de orar
Diciembre de 2018


Cómo llegué a saberlo

El poder consolador que tenemos al momento de orar

Durante algún tiempo sufrí de una enfermedad que me daba dolor en uno de mis pies. En ocasiones mi dolor era intenso y oraba a Dios para que sanara y ese dolor desapareciese.

Una noche estaba orando con verdadera intención de corazón y justo cuando pedí al Señor que me sanara, escuché una voz clara dentro de mí que decía: “¿Qué estás haciendo para que tú sanes?” En ese momento reflexioné y me di cuenta de que en verdad yo no había hecho nada para cambiar la situación.

En nuestras oraciones recibimos respuestas a inquietudes, enfermedades y aflicciones. Literalmente al orar, nuestros problemas cambian de hombros (ver Mateo 11:28).

Pero tenemos que tener bien claro que también debemos poner de nuestra parte para que cambie. Tal y como lo dice la frase: “Debemos orar como que todo dependa de Dios, y debemos actuar como que todo dependiera de nosotros”.

Sin duda alguna Dios está allí para escucharnos. Él enviará al Espíritu Santo para darnos la guía que debemos seguir.

Después de esta experiencia que tuve al orar, al día siguiente fui al médico. Él me recetó algunos medicamentos y luego de cumplir con exactitud sus indicaciones, fui mejorando hasta que desaparecieron.

En la Guía para el Estudio de las Escrituras encontramos la siguiente definición: “La finalidad de la oración no es cambiar la voluntad de Dios, sino obtener para nosotros y para otras personas las bendiciones que Dios esté dispuesto a otorgarnos, pero que debemos solicitar a fin de recibirlas”.

“Mas he aquí, os digo que debéis orar siempre, y no desmayar…” (2 Nefi 32:9).

Todos somos mendigos ante Dios, por eso oramos con paciencia hasta recibir lo que Él desea otorgarnos, pero no debemos desmayar. Las respuestas siempre llegan de una u otra manera.

Testifico del poder consolador que tenemos al momento de orar, e incluso recibir de vez en cuando una llamada de atención. Pero en nuestro día no debe haber un momento más especial que cuando nos comunicamos con nuestro Padre Celestial.

Sé que Jesucristo y nuestro Padre Celestial están listos para escuchar nuestras súplicas sinceras.