2018
¿Sabías qué?
Diciembre de 2018


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¿Sabías qué?

El élder Ángel Aracca es natural de Sucapaya, un pueblo de las alturas de Perú, Puno (3800 msnm). Es el menor de siete hijos que crecieron en circunstancias humildes. Su familia es propietaria de una pequeña chacra donde cultivan quinua, yuca, papas y otros productos altoandinos. El idioma principal en el hogar es el quechua y es el único idioma hablado por su madre. En el momento de la entrevista con el élder, él estaba en el Centro de Capacitación Misional (CCM) de Lima, Perú, preparándose para servir en una misión de regla, la Misión Bolivia La Paz.

El élder Aracca recuerda el año 2006. Tenía siete años cuando dos misioneros norteamericanos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días vinieron a su casa. Su padre había estado muy enfermo y estaba en cama. Entonces estos misioneros se acercaron a su padre, lo tomaron de la mano y lo levantaron de la cama. Luego enseñaron a la familia el evangelio de Jesucristo y “trajeron alegría y paz a nuestra casa”. Se bautizaron ese mismo año. Su madre y su padre siempre dijeron que Dios envió a los misioneros específicamente a su hogar, ya que nunca habían visto pasar misioneros de la Iglesia por su pueblo, ni antes ni después de que les enseñaron.

El élder cuenta lo duro que trabajaron para obtener ropa para asistir a la Iglesia. Otro desafío fue recibir las críticas de varios miembros de su pueblo, a quienes su madre les respondía: “No importa. Mis hijos están recibiendo bendiciones”. Como si fuera poco, no había transporte público para llegar al pueblo y asistir a la iglesia en Juliaca, tenían que caminar desde su casa varios kilómetros hasta un camino donde había transporte público. Todos los domingos, la familia hacía el largo viaje a la Iglesia. Un vez allí, su padre y sus hermanos mayores se encargaban de traducirle a su madre las reuniones al quechua.

Menos de un año después de unirse a la Iglesia, su padre falleció. Este tiempo fue muy difícil para su familia. Sus tres hermanos mayores tuvieron que dejar de asistir a la escuela para trabajar en el campo a fin de conseguir comida para la familia. Años después, a pesar de los desafíos y con la aprobación de su mamá, dos de los hijos mayores se fueron para servir misiones de tiempo completo. Luego, en 2012, su madre hizo un viaje de 18 horas en autobús para llegar al Templo de Cochabamba, Bolivia y ser sellada por el tiempo y la eternidad a su difunto esposo.

Cuando se le preguntó acerca de su decisión de servir una misión, el élder Aracca respondió: “He querido ir a una misión desde que yo tenía siete años y dos ángeles perfectos vinieron a nuestra casa y nos enseñaron a mi familia. Yo quería ser como ellos”. El élder Aracca es el quinto misionero que su madre viuda ha enviado al campo misional.