Consuelo, fortaleza y ánimo para continuar

Hace algunos meses recibí la noticia de que tenía un quiste labio palatino, por lo que era necesario operarme. Les soy sincera, eso me asustó mucho, mi corazón se llenó de preocupación. Me explicaron cómo sería el procedimiento y me atemoricé más con esa explicación, y las lágrimas brotaban de mis ojos sin cesar. Mi angustia no era por el dolor que sentiría, sino que mi temor radicaba en no despertar de la operación; pensaba que aún tenía muchas cosas por hacer, pensaba en mi familia y en mi llamamiento en el que servía con mucho amor.

Se realizaron los trámites y protocolos para la operación, recibí el gran amor y apoyo de mi familia, líderes y amigos. Mi esposo me dio una bendición antes de la operación y fue así que sentí el gran amor de nuestro Padre Celestial y Jesucristo. Al salir de la operación y despertar con bien, me sentí agradecida. Fueron semanas de no poder hablar y con restricciones en mi alimentación, pero siempre agradecida por todo el amor que recibí de los ángeles de Dios que fueron familia, líderes y amistades excepcionales. Estoy agradecida por esta experiencia que me permitió valorar más mi vida y por conocer el evangelio restaurado de Jesucristo.

Comparto mi historia para que sepan que siempre tendremos diferentes experiencias difíciles y atemorizantes, pero conocer el evangelio de Jesucristo y poner en práctica el poder del sacerdocio nos da consuelo, fortaleza y ánimo para continuar.