Experiencias en el templo al hacer ordenanzas

Mi nombre es Frank J. Rospigliosi, y a la edad de 12 años conocí el Templo de Lima, Perú por primera vez. Fue en una caravana que se realizó a nivel de estaca. Al encontrarme dentro del templo, listo para realizar la obra vicaria por aquellos que ya no están con nosotros, hubo un fuerte movimiento de tierra que me hizo estremecer.

Al inicio tuve miedo. Yo estaba sentado, esperando mi turno junto a los demás jóvenes; sin embargo, miré hacia mi alrededor y noté que todos, excepto yo, estaban con sus ojos cerrados guardando la reverencia en la ordenanza.

Miré hacia arriba, hacia lo más alto del techo, en donde se encontraba una lámpara de luces, la cual me pareció ligeramente moverse, pero nadie lo notaba, o tal vez eso pensé yo, pero lo más desconcertante para mí fue que nadie se distrajo de la ordenanza, por lo tanto; muchas preguntas llegaron a mi mente: ¿Por qué nadie lo siente?, ¿por qué ellos no tienen miedo?, ¿tal vez deberíamos salir a encontrar un lugar más seguro allá afuera? ¿Qué estará pasando con las personas en el exterior? Hubo un silencio en mi mente, y tras el silencio, la respuesta llegó con tanta claridad y apacibilidad: “Este es el lugar más seguro en donde puedes estar ahora”. Entonces, las dudas y miedos se disiparon, cerré mis ojos como los demás lo hacían, pero esta vez no fue por miedo, sino por la convicción de que Dios estaba conmigo ayudándome para que yo pudiera ayudar a Sus hijos del otro lado del velo. ¡Qué obra tan maravillosa y experiencia fue la que viví aquel día!