Valle del Lago Salado

A medida que crecían las tensiones entre los Santos de los Últimos Días y otras personas en Illinois en la primavera de 1844, José Smith y el Consejo de los Cincuenta comenzaron a buscar un lugar de reubicación donde los santos pudieran establecer el Reino de Dios en paz¹. Se consideraron destinos como la República de Texas, el Territorio de Oregón que estaba en disputa y los territorios mexicanos en las Montañas Rocosas y California. Tras los asesinatos de José y de Hyrum Smith se intensificó la búsqueda de un nuevo lugar de recogimiento. El Consejo de los Cincuenta descartó a Texas cuando esta región fue anexada a Estados Unidos, pero se ponderaba a California por sus puertos en el océano, ya que los líderes de la Iglesia anticipaban un recogimiento masivo de santos provenientes de las misiones de la Iglesia en el exterior².

Aunque para el otoño de 1845 los líderes de la Iglesia, entre ellos Brigham Young, Parley Pratt y George A. Smith, habían volcado su atención hacia la región del Gran Lago Salado, un territorio nominalmente bajo dominio mexicano, pero que se pensaba que estaba en su mayoría deshabitado y que estaba naturalmente protegido por las imponentes Montañas Rocosas. Con el plan de enviar a un grupo de avanzada para trazar la ruta al oeste, Brigham Young le dijo al Consejo: “Se ha comprobado que no es tan difícil enviar personas más allá de las montañas [Rocosas]. Hemos pensado enviarlos a un sitio cerca del Gran Lago Salado y, una vez que lleguemos allí, en poco tiempo podremos abrirnos camino a la bahía de California o a la de San Francisco”. Se consideraba también la región del Gran Lago Salado como un buen lugar para establecer relaciones con las naciones indígenas al oeste de Estados Unidos³.

Una compañía de avanzada dirigida por Brigham Young arribó al valle del Lago Salado el 24 de julio de 1847⁴. A diferencia de otros valles de la región, que estaban habitados por los indígenas durante buena parte del año, al valle del Lago Salado apenas lo usaban los pueblos utes y shoshones para cazar y recolectar. En lugar de dispersarse cada quien por el terreno, la compañía de Brigham Young acampó en un fuerte, mientras se hacía el levantamiento del terreno para la ciudad y se seleccionaban los lotes que se urbanizarían. Inspirándose en el plano de la Ciudad de Sion que elaboró José Smith, Brigham Young instruyó a los topógrafos Orson Pratt y Henry Sherwood a que marcaran grandes manzanas y una red de amplias calles, dejando espacio en el centro para el futuro templo⁵. Los lotes residenciales estaban irrigados por el City Creek, un arroyo proveniente de las montañas que fluía por el valle, de forma que cada familia pionera pudiese cultivar huertas y árboles frutales. Las tierras fértiles hacia el sur de la ciudad fueron reservadas para los cultivos a gran escala, tales como el trigo, el maíz, la avena y el lino. A diferencia de otros colonos que se establecieron en el árido oeste de Estados Unidos, quienes tendían a vivir apartados unos de otros, los primeros santos fijaron la pauta de edificar sus viviendas próximas unas de otras y tener las tierras de cultivo fuera de la ciudad. Posteriormente, los santos que se establecieron en otros asentamientos de la Gran Cuenca siguieron este mismo modelo⁶.

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Representación de Salt Lake City en 1853

Con la llegada de más santos en los años subsiguientes, los líderes de la Iglesia desarrollaron más zonas residenciales hacia el este, sur y oeste del terreno del futuro templo. Además de los barrios centrales de Salt Lake City, los santos establecieron comunidades agrícolas junto al cauce de otros arroyos del valle. Con la continua llegada de santos a Utah y la construcción del ferrocarril transcontinental en 1869, Salt Lake City creció hasta convertirse en una gran ciudad, llegando a ser un refugio permanente para los santos y la sede mundial de las Oficinas Generales de la Iglesia⁷.

Temas relacionados: Asentamientos de los pioneros, Éxodo de los pioneros, Emigración, Consejo de los Cincuenta, Grillos y gaviotas, Templo de Salt Lake