Historia de la Iglesia
Spencer W. Kimball


Spencer W. Kimball

Spencer W. Kimball fue el doceavo Presidente de la Iglesia entre diciembre de 1973 y su muerte en noviembre de 1985. Nació en 1895, era hijo de Olive y Andrew Kimball, y se mudó a Arizona con su familia cuando era niño, donde su padre había sido llamado a prestar servicio como presidente de estaca. Spencer se graduó de la escuela secundaria en 1914 y, después de prestar servicio en una misión en la región central de Estados Unidos, se casó con Camilla Eyring y comenzó a trabajar como cajero de banco y, más adelante, como socio en un negocio de seguros y bienes raíces. Ocho años después de que Camilla y Spencer tuvieran su cuarto hijo, Spencer fue llamado como presidente de estaca de una amplia zona del suroeste de Estados Unidos. Cuando el río Gila se desbordó en 1941 y devastó hogares y granjas, Spencer coordinó las labores de socorro y colaboró con el élder Harold B. Lee, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles y futuro Presidente de la Iglesia, que dirigía el programa de bienestar de la Iglesia en aquella época.

En 1943, a la edad de cuarenta y ocho años, fue llamado al Cuórum de los Doce Apóstoles. Durante los treinta años siguientes, prestó servicio a una Iglesia cada vez más internacional y se interesó especialmente por las zonas de rápido crecimiento y gran receptividad al mensaje del Evangelio. En 1946, el Presidente de la Iglesia, George Albert Smith, encomendó al élder Kimball la misión especial de “velar por los indígenas de todo el mundo”, a quienes los Santos de los Últimos Días identificaban entonces como descendientes de los pueblos del Libro de Mormón1. En muchos sermones, el élder Kimball celebraba “el día del lamanita” y afirmaba que las antiguas promesas del convenio hechas al profeta Lehi, del Libro de Mormón, se estaban cumpliendo entre los pueblos indígenas de América y las islas del Pacífico2. Mientras realizaba frecuentes viajes misioneros por Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica, buscó colaboraciones que pudieran aportar apoyo religioso, educativo y material a los Santos de los Últimos Días que aceptaban la identidad lamanita3. Su servicio también incluía aconsejar a los miembros de la Iglesia que habían confesado transgresiones graves y, en 1969, publicó El milagro del perdón, un libro sobre el tema del arrepentimiento que se llegó a leer extensamente.

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El presidente Spencer W. Kimball y Camilla Kimball

El élder Spencer W. Kimball y Camilla Kimball suben a un avión para uno de los numerosos viajes que hicieron a Sudamérica en la década de 1960.

Durante gran parte del tiempo que prestó servicio como Autoridad General, el élder Kimball experimentó problemas de salud que eran conocidos públicamente. En 1957, en una operación de cáncer de garganta se le extirpó una de las cuerdas vocales, lo que le dejó una voz modificada, más grave y suave. También sufrió una serie de infartos y, mientras prestaba servicio como Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, en 1972, se sometió a una operación a corazón abierto realizada por el futuro Apóstol y Presidente de la Iglesia, el Dr. Russell M. Nelson. La actitud decidida de Kimball y su visible ética de trabajo, a pesar de sus manifiestas afecciones físicas, asombraron e inspiraron a sus hermanos líderes de la Iglesia y a los Santos de los Últimos Días en general.

La repentina muerte del presidente Harold B. Lee en 1973 dejó atónito al presidente Kimball, quien se sintió humilde ante la perspectiva de suceder a “un gigante” como Presidente de la Iglesia. “Soy un hombre tan pequeño”, le dijo al élder Boyd K. Packer poco después de ser ordenado Presidente de la Iglesia, “¡para una responsabilidad tan grande!”4. Y, sin embargo, el presidente Kimball mantuvo un ritmo tan activo que se lo recuerda como un líder enérgico que hacía hincapié en la acción y el esfuerzo. En un seminario de capacitación para representantes regionales, pronunció un contundente discurso que rápidamente captó la atención de los miembros de la Iglesia de todo el mundo. “¿Estamos satisfechos con nuestra forma de enseñar a todo el mundo?”, preguntó él. “¿Estamos preparados para alargar el paso? ¿Para ampliar nuestra visión?”. Hizo un llamado a “todo hombre digno y capaz” para que prestara servicio como misionero, a los líderes para que ampliaran el campo de operaciones de la Iglesia y a los miembros de la Iglesia para que tomaran la iniciativa de vivir el Evangelio5. La obra misional floreció y hubo un aumento de congregaciones y templos6.

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El presidente Spencer W. Kimball y Camilla Kimball

El presidente Spencer W. Kimball y Camilla Eyring Kimball antes de la transmisión del sesquicentenario de la conferencia general desde la cabaña de troncos de Peter Whitmer, Fayette, Nueva York, abril de 1980.

Durante una conferencia de prensa en 1973, se le preguntó al presidente Kimball sobre la restricción entonces vigente que impedía a los miembros de la Iglesia afrodescendientes de raza negra ser ordenados al sacerdocio o participar en las investiduras o sellamientos en el templo7. Afirmó que había “reflexionado y orado mucho” sobre el asunto y que cualquier cambio tendría que venir por revelación del Señor8. Durante los cinco años siguientes, siguió buscando la ayuda del Señor, visitando con frecuencia el templo a solas y deliberando en consejo con otros líderes de la Iglesia. El 1 de junio de 1978, en una reunión en el Templo de Salt Lake con los miembros de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce, el presidente Kimball oró para conocer la voluntad del Señor con respecto a la restricción y el profeta recibió revelación. El presidente Gordon B. Hinckley, que estaba presente, dijo más adelante que “parecía como si se abriera un conducto entre el trono celestial y el profeta arrodillado y suplicando”9. En forma conjunta, la Primera Presidencia pronto anunció que todo hombre digno podía ser ordenado al sacerdocio y que cada miembro digno de la Iglesia podría participar en todas las ordenanzas del templo10. La revelación de 1978 tuvo un efecto inmediato en la Iglesia, ya que comenzaron las ordenaciones al sacerdocio para hombres afrodescendientes de raza negra; las mujeres y los hombres de raza negra entraron en los templos y las misiones se expandieron a nuevas zonas11.

Luego de cumplir noventa años, la salud del presidente Kimball empezó a empeorar. Durante sus últimos días, habló de su madre, a la que había perdido a los once años. “Mi vida ha llegado a su fin”, le dijo a una enfermera. “Ella está tan feliz, oh, tan feliz”12. Falleció en noviembre de 1985. En la gran cantidad de condolencias que llegaron, muchas personas expresaron su aprecio por la ternura, la humildad, el arduo trabajo y la compasión del presidente Kimball.

Para saber más acerca de la vida de Spencer W. Kimball, véanse los videos Profetas de la Restauración en history.ChurchofJesusChrist.org o en la aplicación Biblioteca del Evangelio.

Temas relacionados: Restricción del sacerdocio y del templo, Crecimiento de la obra misional, Construcción del templos, Identidad lamanita, Programa de colocación de alumnos indígenas, Reuniones sacramentales, Medios de difusión

  1. Edward L. Kimball y Andrew E. Kimball Jr., Spencer W. Kimball: Twelfth President of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Salt Lake City: Bookcraft, 1977, pág. 237.

  2. Véase Spencer W. Kimball, “Church Growth and Lamanite Involvement”, devocional en la Universidad Brigham Young, 7 de noviembre de 1972, speeches.byu.edu.

  3. Véase el Tema: Identidad lamanita.

  4. Edward L. Kimball, Lengthen Your Stride: The Presidency of Spencer W. Kimball, Salt Lake City: Deseret Book, 2005, págs. 5–8.

  5. Spencer W. Kimball, “When the World Will Be Converted”, Ensign, octubre de 1974, págs. 5, 8.

  6. Véase el Tema: Crecimiento de la obra misional.

  7. Véase el Tema: Restricción del sacerdocio y del templo.

  8. Kimball, Lengthen Your Stride, pág. 209.

  9. Kimball, Lengthen Your Stride, págs. 220–223.

  10. Véase Doctrina y Convenios, Declaración Oficial 2.

  11. Véase Ensayos sobre Temas del Evangelio, “La raza y el sacerdocio”, Biblioteca del Evangelio.

  12. Kimball, Lengthen Your Stride, pág. 413.